Un médico de Gaza relata un «tsunami» de dolor y de crímenes de guerra israelíes

Londres, Reino Unido.- Un médico británico-palestino describió a la AFP, a su regreso de Gaza, un conflicto de una intensidad sin precedentes, esperando que su testimonio ante la policía de Reino Unido conduzca a un proceso por crímenes de guerra.

Ghassan Abu Sitta, cirujano plástico de 54 años, especializado en heridas de guerra, pasó 43 días como voluntario en territorio palestino, principalmente en los hospitales de Al-Ahli y Al-Chifa, en el norte de la Franja de Gaza.

Según el médico, la intensidad del conflicto supera a la de otros en los que ha trabajado, en Gaza, Irak, Siria, Yemen y el sur del Líbano.

«Es como comparar una inundación y un tsunami, la magnitud es completamente diferente», explica en una entrevista con la AFP.

Esta guerra supera a las otras que ha conocido en «el número de heridos», «el número de niños muertos, la intensidad de los bombardeos y el hecho de que en los días posteriores al inicio de la guerra el sistema sanitario de Gaza se encontró completamente superado», subraya.

La guerra fue provocada por el ataque sin precedentes de Hamás contra Israel el 7 de octubre, que dejó más de 1,140 muertos, en su mayoría civiles, según un recuento de la AFP basado en el balance israelí. Entre los muertos hay más de 300 militares.

La ofensiva israelí dejó al menos 22,835 muertos en la asediada Franja de Gaza, en su mayoría civiles, sobre todo mujeres y niños, según un último balance de Hamás.

Los bombardeos destruyeron barrios enteros, obligaron al desplazamiento del 85% de la población y provocaron una crisis humanitaria, según la ONU.

El doctor Abu Sitta, nacido en Kuwait y radicado en Reino Unido desde finales de los años 1980, llegó a Gaza desde Egipto el 9 de octubre en un equipo de la oenegé Médicos Sin Fronteras (MSF).

«Desde que nos instalamos, no teníamos capacidad suficiente para tratar al número de heridos que nos llegaba. En cada ocasión, debíamos tomar decisiones difíciles y elegir a quién tratar», recuerda.

El médico menciona el caso de un hombre de 40 años que llegó al hospital con metralla en la cabeza. Necesitaba una tomografía computarizada y ver a un neurocirujano, pero no había uno en ese momento.

«Se lo dijimos a sus hijos y se quedaron junto a él esa noche hasta que murió por la mañana», explica.

Los hospitales también se quedaron rápidamente sin anestésicos y analgésicos, por lo que el doctor Abu Sitta tuvo que hacer «limpieza de heridas muy dolorosas» sin posibilidad de un calmante que aliviara el tratamiento.

«Era una elección entre eso o que murieran por la infección de sus heridas», señala.

FÓSFORO BLANCO

El médico asegura que trató quemaduras provocadas por fósforo blanco, cuyo uso como arma química está prohibido por el derecho internacional.

Líbano acusó a Israel de utilizarlo en el conflicto.

«El fósforo llega a quemar las partes más profundas del cuerpo, hasta el hueso», añade Abu Sitta, que afirma haber dejado Gaza ya que la falta de material médico le impedía hacer operaciones.

Desde su regreso al Reino Unido, dice que ha pasado la mayor parte de su tiempo alertando a líderes políticos y organizaciones humanitarias sobre la urgencia de una ayuda a Gaza.

«Intento ayudar lo más que puedo a los pacientes que dejé allí llevando sus voces a otros lugares», afirma.

El médico explica que informó a la policía de Londres sobre las heridas de las que fue testigo, el tipo de armas utilizadas, el uso de fósforo blanco y «los ataques contra civiles».

Abu Sitta también contó cómo sobrevivió al ataque del 17 de octubre al hospital Al Ahli, que Hamás atribuye a Israel, mientras que los países occidentales piensan que fue un cohete defectuoso lanzado por los palestinos.

Scotland Yard, la Policía Metropolitana de Londres, subraya que tiene la obligación de recopilar pruebas de posibles crímenes de guerra por parte de ambos bandos y eventualmente presentarlos ante la justicia internacional.

«En última instancia», cree el médico, «la justicia encontrará a estas personas, si no es dentro de cinco años, será dentro de diez, cuando tengan 80 años, cuando el equilibrio de poder en el mundo haga posible la justicia para los palestinos».

PETER HUTCHISON/AFP

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