El ejército de Ucrania, modernizado y con experiencia en combate tras ocho años de guerra

(AFP) Cuando llegó al frente como voluntario para luchar contra los separatistas prorrusos en 2014, Pavlo Dolynski se encontró con que el ejército ucraniano estaba en un estado calamitoso. Pero tras ocho años de conflicto, reformas y ayuda occidental, las cosas han cambiado mucho.

A principios de 2014 Ucrania perdió Crimea tras una revolución prooccidental. Sin disparar un solo tiro, Rusia se anexionó simplemente el territorio.

Después, las fuerzas armadas de Ucrania, debilitadas por años de abandono y corrupción, se vieron desbordadas por el creciente conflicto en el este del país con los separatistas prorrusos.

«El ejército había llegado a un punto en el que no podía resistir al enemigo», dijo a la AFP Pavlo Dolynski, que ahora trabaja para una asociación de veteranos. «Estaba en un estado calamitoso» asegura.

A veces los soldados iban equipados con material obsoleto de fabricación soviética, o tenían problemas para conseguir uniformes, botas y armas en buenas condiciones.

Se necesitaron batallones de voluntarios, algunos procedentes de organizaciones ultranacionalistas, para contener el avance del enemigo, que contaba claramente con el apoyo militar de Rusia, a pesar de las negativas de Moscú.

Desde finales de 2021, la presencia de decenas de miles de soldados rusos en las fronteras ucranianas ha aumentado la tensión, pero esta vez el ejército de Kiev es completamente distinto.

Modernizado y curtido en mil batallas tras ocho años de conflicto que ha dejado más de 13.000 muertos, el ejército promete estar a la altura.

«Hace ocho años, el ejército ucraniano solo existía sobre el papel», afirma Mykola Beleskov, analista militar del Instituto Nacional de Estudios Estratégicos de Kiev. «Ahora Ucrania tiene sus mejores fuerzas armadas desde su independencia hace 30 años», asegura.

El conflicto ha llevado a las autoridades prooccidentales a acercar su ejército a los estándares de la OTAN.

El presupuesto militar se ha triplicado hasta superar los 4.200 millones de dólares en 2021, y se hicieron reformas para frenar la corrupción y mejorar el mando.

Estados Unidos ha ofrecido 2.500 millones de dólares en ayuda militar desde 2014 y los instructores de países de la OTAN, como Canadá y Reino Unido enseñan cómo prepararse para el combate. Para disgusto de los rusos.

– Drones y misiles antitanque –

En el marco de esta modernización, el presidente Volodimir Zelenski firmó esta semana un decreto para contratar a 100.000 militares más en tres años, con lo que se llegará a un total de 360.000.

También prometió aumentar los salarios y poner fin al servicio militar obligatorio para 2024.

El ejército también se está beneficiando de una afluencia crucial de armas extranjeras, incluidos los drones de combate TB2 del fabricante turco Bayraktar, que desempeñaron un papel clave en el conflicto de 2020 entre Azerbaiyán y Armenia. A los que se suman también misiles antitanque británicos y estadounidenses.

A pesar de estos avances, Sam Cranny-Evans, analista del Instituto RUSI de Londres, señala que existen «lagunas clave» en las defensas antiaéreas, las capacidades de ataque de largo alcance y el reconocimiento.

La fuerza aérea y la marina se consideran puntos débiles. Kiev perdió el 70% de su flota de barcos cuando Rusia se anexionó la península de Crimea en el Mar Negro, estratégicamente situada, según un reciente informe estadounidense.

Otro problema es que la corrupción de las finanzas del Estado ucraniano.

«Está ampliamente aceptado que el camino a seguir por Ucrania en términos de reforma y creación de capacidades militares adecuadas pasa por la eliminación de la corrupción en el sector de la defensa», según Janes, una empresa especializada en análisis militar.

Pese a todo, las capacidades del ejército ucraniano siguen siendo más limitadas que las del ejército ruso, que se ha modernizado y endurecido bajo el mandato de Vladimir Putin.

«No es ningún secreto que el ejército ruso es más grande y más fuerte», dice Mykola Beleskov, que señala que una ofensiva terrestre conduciría a una costosa «guerra de desgaste» para Moscú.

«Digamos que sería difícil para nosotros, muy difícil», admite el analista ucraniano. «Pero tampoco sería fácil para los rusos».

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