Javier Benítez
La ‘democrática’ Unión Europea, ‘faro’ de los derechos humanos, la libertad de expresión y demás propagandas, ha despojado a Hungría del derecho a acoger la próxima reunión de ministros de Asuntos Exteriores y Defensa que debía realizarse en Budapest. La causa del castigo es el ‘delito’ de Viktor Orban de buscar la paz en el conflicto ucraniano.
La UE, un faro roto
El alto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la UE, Josep Borrell, emitió la sentencia de que la cumbre tendrá lugar finalmente en Bruselas.
Borrell justificó lo injustificable diciendo que, si bien la política exterior es un asunto soberano de cada Estado, «en la medida en que son miembros de este club [la UE], tienen que obedecer a los tratados […], que piden una cooperación leal y la aplicación de las posiciones comunes en política exterior«. «Cualquier supuesta ‘misión de paz’ que ignore estos fundamentos básicos, al fin y al cabo, solo beneficia al [presidente de Rusia, Vladímir] Putin y no traerá la paz», soltó.
Para el analista internacional Nicola Hadwa, «lo primero que hay que decir es que la posición de Hungría es soberana de un país que tiene el legítimo derecho de pensar y actuar de una manera determinada de acuerdo a sus propias condicionantes y consideraciones».
«Lo segundo, es que se demuestra que esta organización, la Unión Europea, se está comportando como una organización totalitaria, toda vez que si no te sometes, que no haces lo que se te indica, entonces vienen inmediatamente los castigos. De modo que los conceptos de libertad de pensamiento, de acción, de independencia, soberanía, autodeterminación, para los países que osen ser absolutamente independientes, entonces ya vienen las presiones encima», advierte Hadwa.