RD entre Rusia y los Estados Unido

Por Claudio Acevedo

Los Estados Unidos ha exigido al gobierno dominicano (y digo exigido porque el coloso del norte no pide nada sino que ordena a los países que viven con la cerviz inclinada), que proceda retener el súper lujoso yate Flying Fox, propiedad del magnate ruso Dmitry Kamenshchik.

La complacencia de tal petición u ordenanza, implica que nuestro país se alinea y compromete abiertamente con la guerra multifacética que libran Europa y EEUU contra Rusia, lo cual nos puede convertir en un posible objetivo de guerra si la beligerancia escala a un enfrentamiento directo.

En virtud de esto, la posición más racional, ecuánime, más equilibrada y más conveniente sería que nos mantengamos al margen, asumiendo una posición neutral, ya que el escenario de la mencionada guerra y los intereses que allí chocan, no nos concierne de manera directa.

Mejor que ejercer el papel de subordinado vergonzoso, es emular y llevar a la práctica lo que dijo el presidente húngaro a propósito de una solicitud para que tomara partido: «Hungría está del lado de Hungría».

 De ahí que la República Dominicana debe ser declarada oficialmente zona de paz, lejos de los conflictos geopolíticos que contraponen a las grandes superpotencias, donde no tenemos nada que buscar, porque cuando los elefantes se enfrentan, las hormigas son las que más sufren.

Y estar con la paz exige no tomar acciones beligerantes contra un país con el cual tenemos relaciones diplomáticas, que no nos ha hecho nada y que ha alimentado fuertemente nuestra industria turística.

La renuncia a la soberanía y la sumisión y el servilismo no puede llegar hasta el extremo de poner en peligro la seguridad nacional del país y de todos los dominicanos. Nuestro territorio no puede ser tomado como una zona de desquite, revanchismo y ajustes de cuenta por las grandes potencias mundiales. Que resuelvan sus problemas y diferencias en otros confines, pero no aquí, en nuestro país, el cual no debe prestarse para componendas internacionales.

Aunque nuestro mayor comercio y relaciones económicas sean con Estados Unidos, el hecho de que nos encontremos en su zona de influencia y seamos parte de su llamado ‘patio trasero’, no implica necesariamente que tengamos que involucrarnos y comprometernos con intereses ajenos a los nacionales.

Tomemos el ejemplo de México, Brasil, Argentina y el pequeño Salvador, países mayormente enlazados económicamente con los Estados Unidos y que pese a ello han hecho valer su dignidad y soberanía frente a las exigencias destempladas del poder norteamericano.

En México, su presidente Andrés Manuel López Obrador, dijo a los EE.UU. que debe respetar sus decisiones soberanas en lo tocante a no tomar partido por ninguno de los bandos enfrentados. Lo mismo hizo el presidente Jair Bolsonaro, quien pese a ser abiertamente pronorteamericano, rechazó sumarse al boicot económico contra Rusia, manteniendo abiertas y fluidas sus relaciones con el país euroasiático, dentro del marco de sus intereses nacionales.

Igualmente, El Salvador, un país más pequeño y pobre que nosotros, también se ha comportado a la altura de los países que no alienan sus intereses ni la independencia en aras de agradar a gobiernos extranjeros.

El presidente salvadoreño, en vez de someterse, le enmendó la plana al gobierno estadounidense cuando dijo que “los EEUU deciden cuando el bueno se convierte en malo y el malo se convierte en bueno”.

Los dominicanos no podemos permitir que nos arrastren hacia una política exterior confrontativa y a la práctica de la rusofobia, auspiciadas por EEUU contra todo lo que huela a ruso. Eso no es del interés nacional de nuestra nación. Nos podemos enfilarnos detrás de los poderes que promueven la piratería y la cacería irracional contra gente que nada tiene que ver con la guerra. El gentilicio y la nacionalidad de las personas no pueden convertirse en escarnio y pecaminosidad.

El autor es director de Notiultimas.com

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