La nueva y catastrófica epidemia a la que se enfrenta la sociedad actual

Nuestra sociedad sufre de una falta de sueño sin precedentes que puede traer consecuencias mucho más graves de lo que creemos, así lo afirma el director del Centro para la Ciencia del Sueño Humano en la Universidad de California en Berkeley, Matthew Walker, citado por The Guardian.

El autor del libro ‘Why We Sleep’ (‘Por qué dormimos’, en español), Matthew Walker, asegura que el sueño es una de las partes más importantes de nuestra rutina diaria. La calidad del sueño repercute en nuestra salud y longevidad. La mayoría de las enfermedades que han marcado el siglo XXI en los países desarrollados está en gran medida relacionada con un sueño deficiente. Se trata ante todo del Alzheimer, el cáncer, la obesidad y la diabetes, de acuerdo con la investigación.

Walker está seguro de que una vez que las personas conozcan los efectos negativos de la privación del sueño —se trata de dormir menos de ocho horas diarias—, la actitud hacia este pasatiempo cambiará. Aunque en la sociedad actual se asocie el sueño con algo negativo, como la debilidad y la pereza, en realidad el sueño tiene una gran importancia para la salud física y psíquica de las personas.

El especialista no tiene dudas de que la sociedad actual se enfrenta a una «catastrófica epidemia de pérdida de sueño».

«El número de personas que pueden sobrevivir durmiendo solo cinco horas al día o menos, sin ningún impedimento, expresado como porcentaje de toda la población y redondeado a un número entero, es cero», destaca el terapeuta del sueño.

Curiosamente, los seres humanos son la única especie del mundo que deliberadamente se priva del sueño sin ninguna razón aparente.

Para Walker, las grandes compañías y los Gobiernos deben estudiar y resolver este problema.

El mismo doctor confiesa que él duerme ocho horas cada noche y no planea cambiar esto.

El científico aconseja «que se acuesten y se despierten cada día a la misma hora, pase lo que pase». Asimismo, afirma haber visto los efectos negativos de la privación de sueño.

Walker explica también por qué en los últimos 75 años las personas duermen menos.

«La luz es un profundo degradador de nuestro sueño. En segundo lugar, está la cuestión del trabajo: aquí no solo se trata de que se esfuman las fronteras entre cuando lo empezamos y terminamos, sino que tampoco se puede obviar el tiempo que tardamos en los viajes al trabajo. Paralelamente, nadie quiere deshacerse del tiempo que pasa con su familia o rechazar las horas de entretenimiento. La ansiedad también juega su papel. Somos una sociedad más solitaria y deprimida», explica el terapeuta.

Entre otros factores negativos, Walker también menciona la disponibilidad de alcohol y cafeína.

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