El nuevo orden monetario mundial, según Zoltan Pozsar: desdolarización y papel del oro

Bajo la lupa

Alfredo Jalife-Rahme

En entrevista con IGWT, el economista húngaro-estadunidense Zoltan Pozsar –ex funcionario de la Reserva Federal de Nueva York, y ex director del hoy quebrado Crédit Suisse– aborda “el nuevo orden monetario mundial (https://bit.ly/46BVNcq)” de aquí a cinco y 10 años: un mundo multipolar de divisas de reserva entre el dólar, el renminbi (la divisa china) y el euro. Sería más bien tripolar, que multipolar.

Desde que Pozsar lanzó la temeraria idea de un “Bretton Woods 3 (https://bit.ly/3rhEn4L)”, sus puntos de vista suelen provocar temblores por su supuesta originalidad, cuando aquí en Bajo la Lupa los hemos abordado con antelación.

Pozsar vaticina cuatro ideas ­relevantes.

Su primera prospectiva: Nos movemos a un mundo multipolar de reservas de divisas donde el dólar será desafiado por el renminbi y el euro para el estatuto de divisa de reserva.

Aquí cabe enfatizar la triple diferencia entre la divisa de reserva que hoy monopoliza el dólar a escala global, las transacciones comerciales de diversas divisas duras (donde el dólar todavía conserva su primer sitial), y las cotizaciones financieras con sus vaivenes de devaluación/revaluación, dependiendo del país comparado frente al dólar (v. gr. Argentina, Pakistán, etcétera).

Se alerta que hay que tener mucho cuidado con el término expedito de desdolarización, dependiendo de uno de los tres rubros: 1) la divisa de reserva (del omnipotente dólar); 2) los intercambios comerciales, y 3) las cotizaciones del momento.

Pudiéramos aducir que la desdolarización de los intercambios comerciales es cada día más factible, mientras, a nivel de sustitución del dólar como reserva de divisas, todavía es lejana su desbancada: entre cinco y 10 años, según los estrategas rusos y chinos.

En su segunda predicción geofinanciera, Pozsar hace alusión a lo que acabo de expresar: el renminbi, no sería necesariamente usado como divisa de reserva, sino más bien para las liquidaciones comerciales, donde el oro (¡megasic!) podría jugar un papel creciente.

Como su tercer vaticinio geofinanciero, Pozsar arguye que el hecho de que China tenga superávit en su cuenta corriente no excluye que su divisa se convierta en divisa de reserva global. Proporciona el ejemplo de EU que tuvo superávit después de la Segunda Guerra Mundial, lo que llevó al dólar a su ruta de divisa de reserva global.

En su cuarto pronóstico geofinanciero, Pozsar alude que los “chinos usan líneas SWAP (https://bit.ly/439AoEs) para liquidar las cuentas comerciales internacionales”, lo cual es un abordaje fundamentalmente diferente del marco de reserva del dólar y significaría que el comercio puede darse en renminbis sin que los países necesiten tener amplias reservas de su divisa.

Pozsar comenta que hoy la geopolítica (¡megasic!) es de nuevo el gran tema cuando vivimos en un periodo de conflicto de las grandes potencias: China, EU y Rusia (en ese orden).

Así, el dólar será todavía usado como divisa de reserva en ciertas partes (¡megasic!) del mundo, pero habrá otras partes (sic) donde no será más el caso. ¡Ni más ni menos que mi tesis sobre la bipolaridad regional!

Pozsar asienta que habrá países que buscarán otros activos de reserva como alternativa, primordialmente el oro (¡megasic!), cuya compra por los bancos centrales foráneos se ha acelerado debido a las hostilidades en Ucrania y al congelamiento de las reservas foráneas de Rusia por EU y la Unión Europea.

No pierde de vista la trascendencia de las materias primas: petróleo, gas y trigo. Le faltaron las tierras raras.

¿Cómo aprovechará México, todavía sin una impostergable secretaría de minas en forma anómala, ser el primer productor de plata del mundo y con una importante reserva de litio (https://bit.ly/3D0YkPQ)?

Pozsar se comporta como un explorador del sistema globalista, controlado por la anglósfera en declive, que libra una guerra geofinanciera contra el G-2 de Rusia y China.

La reciente postura de Pozsar quizá represente el mínimo que esté dispuesta a conceder la anglósfera, con la gran interrogante del destino europeo y su euro.

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