Confesión lastimosa: “6 miembros de mi familia se han suicidado y me han matado en vida”

Santo Domingo.- El día que reporteros de LISTÍN DIARIO visitaron a Rogelio (como prefirió llamarse el dueño de esta historia) era uno de esos tantos en los que la tristeza “se levanta” con él. “No recordaba que ustedes venían hoy. De verdad que no es uno de mis mejores días, aunque he ido haciendo las paces con lo que nos ha pasado como familia, soy un ser humano”.

A lo que se refiere este joven de 26 años es a que, desde los 11 viene sufriendo porque a esa edad vio morir por suicidio a su abuelo. A partir de ahí, su padre, un hermano, una hermana y dos tíos también hicieron lo mismo.

“O sea, te puedo decir que, en 15 años yo he perdido seis miembros de mi familia por suicidio. Eso no es fácil, porque te deja muerto en vida. Son cosas difíciles de aceptar, no hay forma de recuperarse completamente, pero la ayuda psicológica que hemos buscado, mi mamá, el hermano que me queda, y yo, nos ha guiado a saber que quitarse la vida no es la solución”. Contar esta historia tan triste lo acongoja, pero no deja que los sentimientos echen a perder la conversación.

Han sido muchas las terapias a las que se han sometido y diversos los esfuerzos que han hecho para seguir adelante con la “mochila” de traumas que causa en la familia la muerte de algún ser querido por suicidio. “Y en nuestro caso es peor, no es un familiar, son seis, y todos muy directos”. Agacha la cabeza y al parecer sus pensamientos pasean por cada uno de esos episodios.

HAY QUE SEGUIR HACIA DELANTE

Gracias a las respuestas que han buscado a tantas preguntas sobre estas tragedias, han podido vivir el duelo sin prejuicio. “No juzgamos a nuestros familiares por lo hecho, ahora bien, sí me molesta saber que algunos debieron buscar ayuda para no repetir estos dolorosos sucesos, pero sé que hay cosas que no controlamos”. Dice esto, sin pasar por alto que nadie imagina lo que ha sufrido su madre al perder a su suegro, su esposo, dos hijos y dos cuñados por suicidio.

Ve con admiración a su progenitora “porque ella también nos ha ayudado mucho, ha tratado de esconder su propio dolor para ayudarnos con la carga del nuestro, y eso ha sido de mucha ayuda”. Valora su esfuerzo y lamenta que su hermano y su hermana que murieron, no hayan sido más abiertos con sus emociones.

Tras detallar que su abuelo se colgó en su propia habitación, su papá se dio un tiro, su hermano se envenenó, su hermana tomó pastillas; uno de los tíos también se ahorcó y el otro se envenenó, el joven que estudió medicina forense, asegura que nunca ha atentado contra su vida. “Y no lo haré, porque aparte de acudir a los profesionales de la salud mental, también tengo mucha fe en Dios, y le pido que nunca me permita hacerlo, y que ya pare esto en nuestra familia”. Está confiado.

Por eso es que, a quienes han pasado por este tipo de situaciones, Rogelio les recomienda que vivan su duelo y que no recriminen a quienes han cometido este tipo de hechos, porque tal vez ellos no buscaron la ayuda necesaria e imitaron lo que vieron. “Y eso es lo que debemos evitar nosotros los que ya estamos marcados por ese triste historial. Lo que debe seguir siempre es ese mensaje de esperanza que nos da el Señor y esa fuerza de voluntad para apostar a seguir vivos”. Es un joven inteligente y ha sabido luchar, aunque haya quedado “muerto en vida”.

TESTIMONIO

Rogelio es un joven de 26 años que, desde los 11 ha sufrido en carne propia las consecuencias de ver a gente querida disponer de su vida. El primero fue su abuelo paterno. Luego lo hizo su papá, y después un hermano, una hermana, y dos tíos. Hoy cuenta su historia para motivar a la gente que pasa por esto, a que busque ayuda. Agradece a su madre por caminar junto a él este camino.

“Cuando alguien cercano se suicida, la familia debe buscar ayuda”

“Los suicidios ‘están de moda’, algo triste y peligroso, y que no debemos tomar a la ligera. Lo más seguro que tenemos cuando esto sucede es que se propicie un patrón de conducta, y yo lo puedo decir a boca llena por mi experiencia y por lo que me ha dicho la psicóloga, que tanto me ha ayudado a lidiar con esto”. Hace la recomendación, convencido de que sigue de pie por haber buscado ayuda.

No es fácil, y mucho menos cuando desde niño comienzas a vivir este tipo de sucesos. “Recuerdo que el día que mi abuelo paterno murió, yo con 11 años, lloraba muchísimo, porque yo lo amaba, y estábamos destrozados todos los nietos, y se acercó una hermana de mi abuelo y nos dijo: ‘no lloren tanto que él fue que se quitó la vida, él era que no quería vivir y no es justo que deje a la familia así’. Nosotros nos quedamos asombrados, y un primo más grande dijo: ‘ah, pero fue que se suicidó’, yo casi ni sabía qué era eso”. El dolor era más grande entonces, dice Rogelio.

“ÉL NO ME QUERÍA”

Lo que hacía a Rogelio sufrir ya no era la muerte de su abuelo, sino el hecho de que sabiendo que todos lo amaban, había decidido quitarse la vida y causarle esa profunda pena. “Yo lo veía como un ser malo, y no podía ni concentrarme en la escuela. Lo mismo les pasaba a mis hermanos y al resto de los nietos, casi todos menores de edad”. Lamenta recordar esto, pero lo hace sin dolor. “Hace mucho lo perdoné porque ya sé que quien decide acabar con su vida es por alguna razón. No sé la suya”.

Cuando tenía 16 años, ya casi superando lo de su abuelo, su papá, con 49 años, hizo lo mismo. “Cambió el método. Mi abuelo se colgó, y papi se dio un tiro”. Aquí su voz se quiebra y rompe en llanto porque “yo amaba a mi papá, quería ser como él, alegre, inteligente y trabajador…, pero mira cómo cambió tantas cosas bonitas para dejar en nuestra mente una mala”. La ayuda anterior que le habían buscado sirvió para asimilar de otra manera, pero hubo que reforzar las terapias psicológicas.

Su hermano mayor, con 24 años, nunca quiso recurrir a los especialistas. Era adulto y la madre no pudo obligarlo. En eso les habían salido los papeles para irse a vivir fuera del país, y “mi mamá creyó que esto podía ayudarle, y nos fuimos. Pero qué va, eso fue peor, mi hermano siempre estaba depresivo, cerrado en un cuarto…”. Llora y se toma unos minutos para reponerse antes de decir que a los 25 años terminó suicidándose. Lo hizo con sustancias venenosas.

Al año de este suceso, su hermana menor, con tan solo 17 años, también decidió quitarse la vida. “Ella no aguantó que nuestro hermano muriera. Una mañana que no se levantó para ir a la escuela, la encontramos en su habitación. Se había tomado un pote de pastillas…”. Llora desconsolado y contagia a los demás.

MUERTE DE TÍOS

Nadie se imagina lo que ha sufrido la familia de Rogelio, sobre todo, la paterna. Ya con el abuelo muerto, que era el centro de todo, con el hijo y dos nietos, vuelven a pasar por la misma situación: un tío se quitó la vida también ahorcándose. Dejó una nota pidiendo perdón y diciendo que la depresión lo tenía acorralado. Nueve meses después, otro tío acudió al suicidio ingiriendo una sustancia que le quitó la vida enseguida. Lo hizo por deudas.

“Con todo esto lo que quiero hacer notar es que, es necesario buscar ayuda a tiempo porque he visto cómo en mi familia han dizque, encontrado en el suicidio la solución a sus problemas, sin pensar que hay múltiples maneras de hacerle frente a lo que sea que nos pase, sin recurrir a la tragedia, porque queriendo o sin querer, también matamos a los que quedan vivos”. Concluye quien asegura, morirá cuando Dios lo disponga.  

Marta Quéliz, Listín Diario


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