Ven que EEUU siempre ha sido sostén y cómplice de la estrategia guerrerista de Israel

Jim Cason y David Brooks

Washington y NY. El secretario de Estado, Anthony Blinken, viajó a ayer a Tel Aviv para reiterar la fórmula de que Estados Unidos apoya a Israel, pero evitó reconocer que su gobierno, como todos los anteriores de su país, es en los hechos cómplice de la estrategia bélica israelí, financiando en parte la ocupación militar de Gaza, facilitando la ampliación de colonias en Cisjordania y permitiendo el desarrollo de armas nucleares de su aliado.

Muchos de los señalamientos de Blinken se enfocaron en los detalles del horror de los civiles israelíes asesinados por los ataques de Hamas el pasado fin de semana. Pero ahora los medios en Estados Unidos empezaron a reportar las declaraciones vengativas de Israel y sus implicaciones para los civiles en Gaza.

Un día antes, el presidente Joe Biden intentó combinar el mensaje de apoyo pleno a Israel con una sugerencia –y fue notable que no fue condición–, comentando el miércoles que en su conversación con su contraparte israelí le dijo que “es muy importante que Israel… opere con las reglas de guerra. Y hay reglas de guerra”.

De hecho, el secretario de Defensa de Biden, Lloyd Austin, declaró después de su reunión con la OTAN en Bruselas que Estados Unidos no está imponiendo ninguna condición en su asistencia militar adicional a Israel, y refirió que Washington espera que las fuerzas israelíes hagan lo correcto en su guerra contra Hamas.

Las reglas de guerra no han imperado durante años en las políticas bélicas de Israel contra la población palestina, sobre todo en Gaza, y han sido repetidamente denunciadas como crímenes de guerra por Amnistía Internacional y otras organizaciones de derechos humanos durante años. Israel y sus aliados han justificado esta estrategia bélica afirmando que se encuentra ante una amenaza terrorista donde las reglas de guerra no son fácilmente aplicables. Pero la respuesta oficial de Israel ante los crímenes de guerra cometidos por Hamas es un sitio total a Gaza, lo cual es técnicamente un crimen de guerra por ser un castigo colectivo a una población civil.

Políticas bélicas

Las políticas bélicas de Israel del último medio siglo han sido en gran medida apoyadas de manera incondicional por Estados Unidos. Washington ha otorgado más de 158 mil millones de dólares a Israel desde 1948 –más que a cualquier otro país en el mundo–, con dos tercios de esa suma en asistencia militar, según el informe más reciente del Congressional Research Service (agencia oficial de investigaciones del Congreso). Ese apoyo casi siempre es caracterizado como limitado al esfuerzo para la defensa de Israel frente a sus vecinos, pero esa asistencia es más que sólo eso.

Como el veterano periodista Seymour Hersh documentó en su libro The Samson Option en 1991, desde los años 50 Estados Unidos mantuvo una política no explícita de mirar hacia otro lado mientras Israel desarrollaba un arma nuclear.

Pero una complicidad más activa y explícita, argumenta la periodista británica y observadora veterana de la región de Medio Oriente Helena Cobban, es el apoyo cada vez más amplio al esfuerzo israelí para minar toda posibilidad de una solución de dos estados –la coexistencia de estados separados para israelíes y palestinos–. Aunque de vez en cuando líderes en Washington (con la excepción de Trump) podrían haber ofrecido apoyo verbal a la idea de un resultado de dos estados, todos sabemos en la práctica que Estados Unidos se ha deslizado muy lejos de realmente promoverlo, escribe Cobban en su blog Globalities.

La decisión del entonces presidente Donald Trump de reconocer la anexión del este de Jerusalén en Cisjordania es la medida más extrema de estas decisiones, pero como señala Cobban, esto parece ser la política actual, ya que Biden nunca ha revertido eso, ni tampoco el reconocimiento de Trump a la anexión del Golán sirio por Israel.

La aceptación de Estados Unidos a la anexión gradual de territorios palestinos en Cisjordania, el Sinaí y Golán por Israel se inició desde mucho antes. Aunque Washington de vez en cuando ha protestado por la expansión de las colonias israelíes en Cisjordania, Cobban recuerda que Estados Unidos “continuamente ha ajustado sus propias propuestas para lo que podrían ser los límites de una ‘entidad’ palestina en Cisjordania, de tal manera que siempre ha permitido la continua expansión de las colonias israelíes mientras reduce el territorio que (según la perspectiva de Estados Unidos) debería estar disponible para los palestinos para negociar”.

Mientras tanto, Estados Unidos facilitó ese proceso de expansión de colonias israelíes. En 2010, el rotativo Haaretz encabezó un reportaje así: Los contribuyentes de impuestos estadunidenses están pagando por la ocupación de Cisjordania por Israel.

Al respecto, Cobban reporta que Washington ha otorgado una exención fiscal a varias organizaciones en Estados Unidos que construyen colonias israelíes que, en efecto, toman sus subsidios de los contribuyentes de impuestos para usar en la construcción nuevas colonias.

Aunque el gobierno de Biden ha expresado apoyo a la llamada solución de dos estados, sus esfuerzos se han enfocado en fortalecer las negociaciones diplomáticas entre Israel y varios estados árabes, sobre todo Arabia Saudita, iniciativa impulsada primero por el ex presidente Trump. Esa idea, han señalado expertos, ignora los derechos de los palestinos a tal grado que cuando el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu llegó para ofrecer su visión ante la Organización de Naciones Unidas en septiembre, mostró un mapa de Israel sin territorios palestinos.

Pero eso ha cambiado al estallar esta crisis, y la idea de que se podría proceder a una solución en Medio Oriente sin los palestinos –como deseaba Netanyahu y sus aliados incluyendo Washington– ahora quedó anulada.

La pregunta ahora es ¿qué sigue? Por ahora Estados Unidos continuará declarando su apoyo incondicional a Israel, pero tendrá que enfrentar las consecuencias de su complicidad con lo que su aliado es capaz de hacer ahora.

Algunos creen que la crisis podría ofrecer una apertura para resucitar la solución de los dos estados. “La crisis en Palestina/Israel actualmente es tan extrema –y eso es tanto la crisis inmediata dentro y alrededor de Gaza como la crisis de más largo plazo que ha seguido en la región de Cisjordania y en los campos de refugiados palestinos en Líbano, Siria y Jordania, así como para los palestinos que viven como ciudadanos de tercera en el propio Israel–, que este conflicto tiene que llegar a una resolución justa lo más rápidamente posible… El sufrimiento ha persistido por mucho, demasiado tiempo ya”, asevera Cobban, quien ha vivido y trabajado en esa región durante décadas.


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