Por Mencía Montoya Barreiros
La destrucción mutua asegurada sostiene que ninguna potencia nuclear se atrevería a lanzar primero un ataque de este tipo ya que tendría una respuesta igual o mayor. Fue la doctrina que definió la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética
Una doctrina para la Guerra Fría
El matemático húngaro-estadounidense John von Neumann formuló la destrucción mutua asegurada al inicio de la Guerra Fría. No obstante, el concepto entró en el ámbito estratégico estadounidense tras la crisis de los misiles de Cuba en 1962 a través del secretario de Defensa, Robert McNamara. La idea se asentó con el desarrollo de los submarinos nucleares, que junto a los bombarderos estratégicos y los misiles de tierra otorgaba la capacidad de responder tras sufrir un ataque nuclear. En esa nueva carrera armamentística, el Tratado de No Proliferación Nuclear de 1968, que integran la gran mayoría de países del mundo, permitió poseer armas nucleares solo a Estados Unidos, la URSS, el Reino Unido, Francia y China.
La destrucción mutua asegurada, a su vez, está relacionada con la teoría de disuasión, cuyo objetivo principal en la Guerra Fría era evitar un enfrentamiento nuclear entre Estados Unidos y la URSS. Su premisa fundamental era que ambos tenían un arsenal capaz de aniquilar a su adversario. Por tanto, un ataque nuclear habría conllevado una respuesta igual o mayor que habría terminado en la destrucción de ambos bandos. Esa posibilidad fue la clave para prevenir un conflicto nuclear, ya que ninguno se atrevería a atacar primero, y estableció cierta paz estable entre ambas superpotencias. Sin embargo, no evitó guerras proxy o subsidiarias en terceros países, o intervenciones directas en conflictos.
Errores de percepción y escudos antimisiles
Aunque no hubo conflicto nuclear en la Guerra Fría, la destrucción mutua asegurada se basó en suposiciones que han sido cuestionadas. Primero, no tiene en cuenta los posibles errores de percepción: un bando puede pensar que está siendo atacado y lanzar un contraataque. Esto casi ocurrió en 1983, cuando un satélite soviético alertó erróneamente un lanzamiento de misiles desde Estados Unidos. Por otro lado, supone que los líderes siempre llevarán a cabo cálculos racionales sin la guerra nuclear como opción.
Además, la doctrina se basa en la premisa de que ningún bando espera sobrevivir a un intercambio nuclear, algo cuestionado con el auge de iniciativas para desarrollar tecnología antimisil en los años ochenta. La Iniciativa de Defensa Estratégica estadounidense pretendía construir armas capaces de interceptar un ataque nuclear por medio de misiles balísticos intercontinentales o de aquellos lanzados desde submarinos. Aunque no tuvo éxito, la posterior militarización del espacio y el desarrollo de escudos antimisiles y de armas hipersónicas han puesto en duda la imposibilidad de resistir a un ataque nuclear.
¿Destrucción mutua asegurada?
La destrucción mutua asegurada ha perdido relevancia desde la crisis y caída de la URSS. Washington y Moscú han firmado distintos acuerdos para limitar el número de armas nucleares, como el Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio en 1987 o el renovado START de 2010 sobre armas estratégicas. El reenfoque hacia el desarrollo de armas nucleares tácticas también demuestra un abandono de la “destrucción masiva” en favor de la utilidad en el campo de batalla. No obstante, un posible enfrentamiento nuclear no se limita hoy en día a Estados Unidos y Rusia, dada la tensión estadounidense con China, el conflicto entre India y Pakistán o el desarrollo nuclear en Irán y Corea del Norte.
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