Educación y Desarrollo: Si la calidad educativa se eleva obtendremos mejores resultados

Renzo Delgado

El término calidad en los distintos estamentos, sean estos productivos, comerciales y de servicios, arroja esperanza. Cualquier trabajo que se haga sin calidad resulta poco convincente y este servicio primero se desgasta y luego desaparece. La calidad como elemento enriquecedor llega al sector educativo con la única intención de mejorar, en todo el sentido ese eje transversal e importante de desarrollo.

Existen muchos motivos para que este concepto abra las puertas y se siente y dictamine las reglas. Enseñar con calidad es lo que se debe aspirar, no lo contrario. Existen palabras claves en este renglón: Educación, calidad, estándares, docentes.

La educación debe orientarse al pleno desarrollo de la personalidad humana añadiendo dignidad, valores, conocimiento, libertad, sentido democrático, sentido de convivencia, etc. Todavía resuenan las palabras de Delors, en su informe a la UNESCO: ¨Aprender a ser, aprender a conocer, aprender a convivir y aprender a conocer.¨

No se concibe la educación con un cúmulo de informaciones, sino como un todo, con el propósito de elevar al ciudadano que aprende a niveles que le permita estar por encima de las eventualidades que ocurran o que pudiesen ocurrir. Estamos en crisis, la sociedad moderna lleva una alta cuota de complejidades que cada vez son mayores. La aparición de problemas que diez años antes las sociedades del tercer mundo no tenían hoy inundan los intersticios sociales. Sólo el espacio educativo puede dar al traste con este monstruo.

Como bien Tezanos (2010) nos dice al respecto: “Sin embargo, aparece como un hecho del dominio público que la crisis se soluciona si encontramos cómo alcanzar un alto grado de calidad y equidad en la educación que entrega una nación a través de la escuela”.

No es sólo información sino también formación, y los que forman deben hacerlo con calidad. La educación no es juego, y los que enseñan deben tener altos estándares, que el estado debe plantear y cada cierto tiempo mejorar, cambiar. El sacerdocio no es sólo con sotana, el maestro de hoy en día debe saber qué enseñar, cómo enseñar y a quién le está enseñando. Para esto debe ir a escuelas que le catapulten y que rieguen su jardín. Aquella persona que no vea “un tesoro en la educación”, no debe ir a ese sector a mancillarlo. Ese tesoro sólo es con calidad que va a ser desarrollado.

Todo lo anterior se expone a partir de un planteamiento casi cantinflesco de una autoridad del sistema educativo, en una reunión donde parece que quiso decir algo, pero no dijo nada. Plantear que hay bajar los requisitos para estudiar pedagogía es querer hacerse el gracioso, porque la educación dominicana, según los resultados de las pruebas estandarizadas PISA, no estamos mejorando sino que involucionamos a pasos de gigantes, a pesar que en el sector educativo desde el 2013 se ha hecho una cuantiosa inversión.

Saludamos la estrategia de soñar del incumbente, pero falló. Lo que sí creemos que debe hacerse es elevar los niveles de escogencia a los futuros maestros, seleccionando los mejores, que en las escuelas, colegios se haga una especie de cazatalentos y que desde mucho antes de terminar el nivel secundario ya se vaya

invirtiendo en los posibles candidatos. A éstos se le auspiciarían no sólo el pago de colegiaturas, sino otras consideraciones para que crezcan, para que sean mejores y aporten al sistema educativo.

Podría parecer que se está allanando el camino para que bajando los niveles de escogencia de los futuros maestros, la avalancha de personas que quieren obtener un empleo seguro y pensión al término de su vida productiva se acerquen al área educativa para “hacer su aporte”.

El reclamo de los sectores productivos no los escuchó el Ministro; no hay preparación en los jóvenes para ocupar las posiciones en las diferentes empresas; preparemos a los formadores para que la educación cumpla su labor filosófica en este país que merece mejor suerte.

Terminaré con un pensamiento de la investigadora por la Universidad Iberoamericana de México, Araceli de Tezano (2010): “El pensar acerca de la formación de maestros nos abre a un conjunto de interrogantes acerca de la condición y de los modos de apropiación del oficio de enseñar. También nos lleva a reflexionar y a preguntarnos sobre cómo el saber, la práctica, la disciplina, la investigación, la producción de conocimiento, componentes sustantivos de un proceso de formación, se relacionan en el proceso de formación de un profesional de la enseñanza”.

Referencias:

Delors, Jacques (1994): «Los cuatro pilares de la educación», en La Educación encierra un tesoro. México: El Correo de la UNESCO, pp. 91-103. Tezanos, A. de. (2010): La formación de educadores y la calidad de la educación. Revista Educación Y Pedagogía, 7 (14-15), 36–65. Recuperado a partir de https://revistas.udea.edu.co/index.php/revistaeyp/article/view/5579.

El autor es Ingeniero, Master en Educación, profesor universitario.


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