Científicos afirman que crearon «pseudoembriones» y provocan polémica

(AFP) La carrera para crear embrioides, grupos de células que se asemejan a embriones, ha empezado, y varios laboratorios anuncian avances decisivos en ese campo, provocando una fuerte polémica.

Los embrioides son masas celulares que imitan el funcionamiento y el desarrollo de un embrión, es decir, la primera etapa del desarrollo de un organismo multicelular.

La diferencia está en que en el caso de los embrioides, no se necesita fecundación.

Varios equipos de investigadores han anunciado en los últimos días estudios provisionales (sin haber sido verificados por otros científicos independientes) con material humano, lo que suscita muchas cuestiones éticas y legales, como ya sucedió con la clonación hace décadas.

Aunque a veces son calificados como «embriones de síntesis», los embrioides son en realidad incapaces de desarrollarse en un feto de forma viable.

Pero estos amasijos celulares tampoco son totalmente sintéticos, puesto que son generados a partir de células reales.

Para los científicos, la utilidad de los embrioides radica en que ayudan a comprender los primeros días de un embrión humano, un periodo aún desconocido.

Hasta ahora los expertos utilizaban células de animales, básicamente ratones, para experimentar.

Ahora la rivalidad se ha trasladado al corazón de la vida humana.

Dos equipos se destacan, el de la investigadora Magdalena Zernicka-Goetz, en el Reino Unido, y el del israelí Jacob Hanna.

Ambos ya publicaron el año pasado, con pocas semanas de intervalo, artículos científicos que detallaban cómo consiguieron crear los primeros embrioides de ratones.

Ahora el equipo de Zernicka-Goetz acaba de anunciar, en una conferencia en Boston la semana pasada, que ha logrado crear las primeras estructuras celulares a partir de material humano.

Su rival, Hanna, dice que esos amasijos de células no están suficientemente desarrollados y diferenciados para ser comparados a embrioides reales.

«La profesora Zernicka-Goetz es a veces una gran científica y le debemos muchos avances, pero este caso preciso no es serio, en términos científicos», declaró Hanna a la AFP.

Después de esta declaración, el equipo dirigido por el científico israelí publicó sus propias investigaciones, según las cuales sus ensayos sí son lo suficientemente avanzados para ser considerados embrioides humanos auténticos.

– Ausencia de validación independiente –

La carrera se ha extendido a otros equipos investigadores, en China y Estados Unidos.

Pero todos estos estudios no han sido revisados por científicos independientes, el proceso conocido en inglés como «peer to peer» (entre iguales), indispensable para su validación académica.

Algunos observadores atribuyen la primacía del descubrimiento a Hanna, ya que su equipo, siempre según los datos provisionales publicados, no tuvo que modificar genéticamente las células humanas que utilizó, contrariamente al equipo de Zernicka-Goetz.

Algunos embrioides del equipo de Hanna parecen haber alcanzado un estadio evolutivo cercano a un organismo de 14 días y «guardan un parecido sorprendente con un embrión natural», aseguró el investigador Jesse Veenvliet, especialista basado en Alemania, en un comentario publicado por Science Media Center, en Gran Bretaña.

Otro experto, Darius Widera, especialista en células madre de la universidad de Reading (Gran Bretaña), insiste en que hay que esperar el proceso de evaluación «entre iguales».

De todas maneras, «el impacto de ambos estudios es inmenso», reconoció en declaraciones a la AFP.

El periodo de desarrollo de 14 días es importante, porque según los biólogos, a partir de esa fecha los embriones humanos empiezan a formar órganos, incluido el cerebro.

Es un periodo del que apenas se sabe gran cosa.

El hecho de que los investigadores estén trabajando con material orgánico, vivo, genera todo tipo de incertidumbres sobre cuál es el estatuto legal de estos ensayos.

«Hay que avanzar cuidadosamente, y de forma transparente», explicó James Briscoe, del instituto británico Francis Crick.

«EL peligro es que un error o un anuncio inválido atemorice al gran público y a los responsables políticos», añadió.


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