Nombres bíblicos

Por Víctor Elías Aquino

Leer la Biblia y la filosofía cristiana, permite a los que voluntariamente se exponen a esa tarea, darse cuenta de que, desde tiempos inmemoriales, los nombres de las personas han revelados propósitos divinos y las profecías del futuro.

Un ejercicio interesante que propongo es que, las personas se adentren en el conocimiento de las vidas y el papel que han jugado en la historia del pueblo de Dios. Unos 40 hombres que en un período estimado de 1,500 años escribieron el libro de los libros (la Biblia), insuflado por el mismo espíritu del único Dios, que se manifiesta en tres personas: “el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”.

Los apodos, los alias, los apellidos; en ocasiones indican circunstancias diversas del nacimiento o la línea familiar o las características del personaje analizado.

Un ejemplo de lo que digo, es el caso del nombre de Nabal, que significa insensato y lo tomo, tal y como indica 1 de Samuel 25:25: “No haga caso mi Señor de ese hombre perverso, de Nabal; porque conforme a su nombre así es. Él se llama Nabal, y la insensatez está con él”.

Pero no es a este personaje al que quiero referirme. Al leer la Biblia, disfruto que, en la palabra hebrea, para referirse a Dios en el viejo testamento, es Elohin, que a veces se abrevia EL; mientras que, la palabra Jah, vocablo para Jehová.

De lo dicho en el párrafo anterior se desprender que, en el nombre Elías encontramos la palabra Dios y la palabra Jehová. Entre ellos está la pequeña i, que en hebreo hace referencia al pronombre mi o mío y, al colocarlos juntos, encontramos que Elías significa “Mi Dios es Jehová o el Señor es mi Dios y “Señor mi Dios”, es el título de uno de los himnos que he cantado desde la ternura de mi juventud.

Emanuel, uno de los nombres de Jesús, el mesías prometido, significa “Dios con nosotros”. Pedro, conocido por su impulsividad, uno de los doce apóstoles de Jesús, aunque lo negó la noche de su arresto; su identidad quiere decir “piedra, roca”, y la historia está ahí, se comportó a la altura de las circunstancias.

Un dato muy importante es que, en griego, la palabra santo significa “apartado”, es algo así como separado para un fin; y Pedro, es uno de los santos más reconocidos del cristianismo.

Mientras que, Isaac, hijo de Abraham, patriarca de la fundación de una nueva nación de Dios; y Sara, esposa. Pero hay más en estas nombradías; el hijo de la promesa, significa risa y se debe a que, la mujer de avanzada edad echo una carcajada al saber la noticia de los tres mensajeros del cielo enviados a traerle la noticia.  Sara, del hebreo también, conforme su variante del español significa princesa.

Tengo dos sobrinos, hijos de mi hermana Lisselotte, ¡y, vaya sorpresa que no es tal; el varón se llama Isaac y la hembra Sara! Estoy convencido de que, ambos, debido a sus creencias y formación cristiana, son parte del nuevo linaje, de la nueva descendencia del pueblo de Israel.

Todas unas galerías de nombres tomados prestados de personajes bíblicos, hacen parte de las identidades de mi familia como son: Josué, Magdiel y Priscila. Pido perdón por no mencionarlos a todos.

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