El presupuesto sanitario del país no aguanta más drenaje de fondos para subsidiar la gratuidad de los partos de madres haitianas.
El paritorio gratuito está alcanzando niveles insoportables al saturar de pacientes las zonas obstétricas del sistema hospitalario público.
Lo penoso es que este fenómeno se produce en desmedro de las parturientas dominicanas, a las que sí se les cobran las atenciones.
Desde el 2021 hasta el presente, los partos de haitianas se han incrementado exponencialmente.
De enero a mayo de 2021 se notificaron 11,746. Al año siguiente, en el mismo período, subieron a 13,840 y en este van por 14,745.
Un cálculo hecho por el Ministerio de Salud Pública el año pasado situó en más de 10,000 millones de pesos la sangría financiera provocada a su presupuesto por el paritorio haitiano.
Hay que suponer que esta cifra sigue subiendo como la espuma, generando déficit de recursos en los hospitales para dar a las pacientes dominicanas un trato más digno y humano, no acostándolas de dos en dos en una misma cama.
Al margen de los costos directos de los procesos ginecológicos para asegurar el parto y la vida de la madre y el hijo, hay otros gastos incuantificados para la atención de los nacidos hasta por más de 15 días en las salas de las maternidades.
Pese a este nivel de sacrificio financiero y al mismo tiempo de carácter legal al aceptar la entrada de indocumentadas al país, a contrapelo de las normas migratorias, la comunidad internacional nunca lo ha reconocido.
Por el contrario, perversamente han sometido a la República Dominicana a una sistemática e irresponsable campaña internacional para proyectarla como una nación racista.
Tratando de buscar una salida al problema, el presidente Luis Abinader anunció en septiembre de 2022 que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) financiaría la construcción de dos hospitales en la frontera, del lado haitiano.
Este proyecto, por el momento, se ha quedado en promesas.