Israel “roba tierra mientras hablamos”: Rashid Khalidi

Harry Lambert*

Rashid Khalidi quizás el académico más destacado sobre temas de Palestina en Estados Unidos. Ocupa la cátedra Edward Said de estudios árabes modernos en la Universidad Columbia, en Nueva York, donde ha sido profesor desde 2003, y dirigió el centro para estudios sobre Medio Oriente en Chicago en las décadas de 1980 y 1990. Allí conoció y se hizo amigo de Barack Obama, entonces un joven profesor. Khalidi nació en Nueva York y desde allí habló con el New Statesman el 6 de noviembre pasado sobre un enlace de video, pero él y su familia tienen profundas raíces en la sociedad palestina.

Su libro más reciente, The Hundred Years’ War on Palestine (La guerra de cien años sobre Palestina, 2020), cuenta una historia del conflicto Israel-Palestina que es a la vez una historia de su propia familia y su vida. (Nació en 1948, el año de la fundación de Israel.) Vivía y daba clases en Líbano durante la guerra Israel-Líbano en 1982, y reportes de prensa de la época lo asociaban con la Organización para la Liberación de Palestina. Fue consejero de la delegación palestina en la Conferencia de Madrid en 1991, en los años que condujeron a los Acuerdos de Oslo.

Su estilo es a la vez académico y polémico, amistoso y severo. Habla de manera expresiva. Al relatar que los palestinos están “encerrados en enclaves” desde 2005, creó una jaula en el aire, con sonidos y gestos. Sus respuestas contienen a menudo una fuerza de sentimiento, como buscan denotar los ocasionales signos de admiración que se incluyen en el texto.

HL: Usted presenta un relato conmovedor en su libro sobre cómo Palestina fue de hecho colonizada. No puedo juzgar ese relato, pero, dado el argumento que presenta, ¿piensa que la creación del Estado de Israel fue ilegítima?

RK: Creo que depende del lente que se escoja. Si tomamos el Pacto de la Liga de las Naciones [1919], que decía que Palestina y otras provincias eran naciones independientes, entonces debió concedérseles la autodeterminación. Pero en la Declaración de Balfour de 1917 no lo eran, así que hay una contradicción [la cual Balfour reconoció en un memorando de 1919]. El derecho internacional preveía que Palestina sería independiente, pero también llamaba al establecimiento de la patria nacional judía y de hecho excluía el Estado palestino. Lo mismo puede decirse de la carta de Naciones Unidas [1945], que también prevé la autodeterminación y contrasta con el Plan de Partición de la ONU de 1947, que creó un Estado para la minoría judía en la mayor parte de Palestina.

Así pues, se puede decir que la legitimidad internacional está del lado de una patria judía y de un Estado judío en la mayor parte de Palestina, mientras que nunca se creó un Estado árabe; de hecho, se le estranguló al nacer. O se puede decir, con base en el derecho de autodeterminación que los pueblos deben tener después de las dos guerras mundiales, que no había un fundamento legítimo para crear un Estado judío en un país de mayoría árabe. Yo tomaría la segunda postura.

Los palestinos como pueblo tenían el derecho de autodeterminación después de esas guerras, cualesquiera que fuesen los derechos concedidos al pueblo judío después de la Primera Guerra Mundial o después del Holocausto. Esos derechos [judíos] se ejercieron a expensas de otro pueblo, que tenía lo que yo sostendría que eran derechos anteriores.

El hecho de que las leyes racistas de inmigración impedían que los judíos sobrevivientes al Holocausto fueran a Estados Unidos o Gran Bretaña y los obligaran a ir a Palestina –y el hecho de que el movimiento sionista quería llevarlos a Palestina–, no anula el derecho de un pueblo a la autodeterminación. El mundo tenía un problema que escogió resolver a expensas de los palestinos porque tuvo un justificado sentimiento de culpa durante largo tiempo, desde su persecución de los judíos, y por un corto lapso después del Holocausto.

HL: Pero, dados esos orígenes, sería difícil para usted ver cómo se puede resolver este conflicto dentro de las limitaciones de hoy. Porque, según la postura que adopta, ese Estado jamás debió ser creado de esa manera.

RK: Es correcto. Creo que Israel, en la estructura en que existe, tiene un problema. No significa que no haya una posible resolución para un problema de dos pueblos en una tierra, o para resolver el problema creado por un paradigma de asentamiento colonial. Existen soluciones que se han presentado en Sudáfrica, en lo que solía llamarse Rodesia del Sur [Zimbabue], en Kenia, en Irlanda; me parece que se puede ver cómo crecer hacia una situación en la que el colono se vuelve nativo y se acepta que tiene una personalidad distinta. En el caso de Irlanda, los protestantes ya no están en calidad de tolerados. Son parte de ese sistema de gobierno, con su propia y distinta identidad. Lo mismo podría ocurrir con los israelíes.

HL: Pero ¿la lógica de lo que acaba de decir es que los judíos seguirían siendo de alguna manera colonos o colonialistas, hasta que llegaran a algún acuerdo de paz con el pueblo palestino?

RK: Usted puede ver en Cisjordania –día tras día en los 56 años pasados [desde la guerra de 1967]– en qué medida este es y ha sido siempre un proceso de asentamiento colonial. Lo vemos con nuestros propios ojos cada día: colonos armados arrasan con las ciudades y aldeas palestinas, echando a la gente de su tierra. Los mismos procesos legales se aplicaron en Australia y Norteamérica, despojar a la gente y amontonarla en zonas pequeñas. Ese proceso es un proceso de asentamiento colonial. Israel como Estado es aceptado en la comunidad internacional, tiene todos los visos de legitimidad. Pero el proceso es, en mi concepto, ilegítimo.

¡Están robando tierra en Cisjordania en este mismo momento en que hablamos! Hacen lo mismo en Jerusalén. Me temo que van a intentar hacer lo mismo en el norte de Gaza: echar a toda la gente y convertirla en una zona sin ley. En muchas partes de Cisjordania [Israel] no se ha adueñado de la tierra: la declara zona militar o verde; no se puede construir en ella, ni vivir: “Es nuestra”, dice. Y lo es y un día pondrán un asentamiento allí, o no. Quien esté ciego a eso y a la naturaleza colonial del sionismo antes de 1948, se pierde algo sobre el Estado de Israel como fue establecido y como opera hoy día.

HL: Usted describe al movimiento sionista como más rico en recursos que la causa palestina en el periodo de treinta años hacia 1948, cuando fue capaz de financiar compras de tierra y así. Dado ese hecho, ¿qué podrían haber hecho los palestinos para resistir el impulso de la historia en ese tiempo?

RK: Pudieron haber hecho una de dos cosas. Pudieron tratar de llegar a un acuerdo y decir: “está bien, pueden tomar la mayor parte de nuestro país o la mitad de él”, pero no creo que el sionismo se hubiera contentado con eso. Ellos querían, en palabras de [el político y soldado sionista Ze’ev] Jabotinsky, transformar Palestina en la tierra de Israel. Y la querían toda, no un 12 o 20 u 8 por ciento. Y para 1967 la tenían toda.

O los palestinos pudieron haber resistido antes. Mire lo que hicieron los egipcios y los iraquíes. Se levantaron contra sus ocupantes coloniales. Gran Bretaña intentaba gobernar Egipto y Mesopotamia [Irak] como extensión del Imperio Indio, el imperio que controlaba el Golfo y el sur de Irán y que se habría extendido hacia Mesopotamia, con colonizadores indios colocados allí.

Pero los iraquíes se levantaron en 1920 y obligaron a pactar una forma débil e insatisfactoria de independencia respecto de los británicos. Los egipcios se sublevaron en 1919 e hicieron lo mismo. No digo que pudo haber sucedido. No ocurrió. Pero, de haber ocurrido, tal vez los palestinos habrían alcanzado un mejor acuerdo con los británicos.

HL: Pero ¿era Palestina lo bastante grande para haber causado esos problemas a los británicos? Egipto era un país mucho más grande de tratar y controlar.

RK: Eso es parte del problema. Esos otros países también trataban con una sola potencia colonial. Los palestinos estaban contra los británicos, el movimiento sionista y la Liga de las Naciones. En Palestina no había un gobierno árabe [a diferencia de otros países árabes, donde los británicos gobernaban de manera indirecta, por medio de líderes locales]. Los británicos gobernaban directamente y entonces permitieron que la Agencia Judía [el organismo designado para representar a los judíos en Palestina] estableciera una especie de cuasi Estado bajo su protección. A los palestinos no se les permitió tener una estructura paralela.

HL: Usted relata en su libro que su padre fue enviado en 1947 por su hermano mayor a ver a Abdulá I, el rey de Jordania, para entregar un mensaje de los palestinos. No hubo, según su punto de vista, un canal diplomático formal.

RK: En la década de 1920, y la de 1930, los palestinos tenían un representante generalmente aceptado: el Alto Comité Árabe. Pero los británicos exiliaron a la mayoría de miembros de ese comité en 1937, entre ellos mi tío y el gran mufti de Jerusalén. De allí en adelante, los palestinos sufrieron por no tener un representante central reconocido. Y eso continuó hasta la fundación de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en 1964. El discurso ante la Asamblea General de la ONU en 1974 es una de las primeras ocasiones en que se permitió a los palestinos hablar por sí mismos.

HL: Entonces, ¿quién habla por el movimiento palestino en estos días?

RK: Los palestinos tienen un grave problema: la división del movimiento nacional desde la década de 1990. Hubo una época dorada de reconocimiento de la OLP, después de que Rabin volvió a ser primer ministro israelí en 1992. Se centró en su renuncia al “terrorismo”, su adopción del enfoque de dos estados y su aceptación de la resolución 242 del Consejo de Seguridad [de 1967, que llamaba a Israel a retirarse de los territorios ocupados]. Por cierto, todas esas cosas tenían graves desventajas. Aceptar que su resistencia era terrorismo, aceptar una resolución que los excluía, unirse a las negociaciones sobre una base diseñada para limitar lo que podían obtener.

Aun así, la OLP representaba la opinión mayoritaria entre los palestinos hasta cierto momento a finales de la década de 1990, cuando la gente empezó a darse cuenta de que los Acuerdos de Oslo de 1993 se habían diseñado en realidad para congelar y exacerbar un statu quo desfavorable. En vez de poner fin a la ocupación, se le refuerza. Gaza es bloqueada a partir de 1993. Las primeras limitaciones al movimiento para entrar o salir de Gaza empiezan en ese tiempo. El PIB per cápita cae, el movimiento se restringe. Antes de 1993 se podía llegar en un auto con placas palestinas hasta las Alturas del Golán, a Eliat [el punto más sureño de Israel, en el Mar Rojo] o a Gaza sin restricciones. De repente, los palestinos son encerrados en enclaves, batustanes [zonas reservadas para las poblaciones negras en la Sudáfrica del apartheid]. Eso es Oslo.

Es entonces cuando Hamas [formado en 1987] se convierte en un desafiante serio. El bloqueo del horizonte político, que la OLP asumía que era garantizado por Oslo, dio pábulo a la forja de Hamas. En cierto sentido, los israelíes ayudaron a crear Hamas como contrapeso de la OLP a finales de la década de 1980. Personal israelí de inteligencia ha escrito esto. Israel sacó la alfombra debajo de la OLP, y tuvimos la Segunda Intifada [2000-05]. Y como la OLP no se sometió a las demandas de Israel, Estados Unidos levanta las manos y dice: “Bueno, entonces quédense con su estatus interino bajo control israelí y cuézanse en su propio jugo”.

Esa ha sido la postura estadunidense. No estuvieron dispuestos a dirigirse a un movimiento nacional palestino unificado cuando Hamas ganó la pluralidad del Consejo Legislativo en las elecciones de 2006. [Mahmoud] Abbas había ganado la presidencia el año anterior. Los dos lados [Hamas y Fatah, el partido de Abbas] acordaron un gobierno de unidad que les hubiera permitido negociar y que habría apoyado una solución de dos estados. Hamas hablaba de una tregua de 100 años. Israel no estaba interesado.

HL: Usted conoció bien a Barack Obama, cuando ambos vivían en Chicago en la década de 1990. ¿Qué opina de su manera de abordar este tema cuando fue presidente?

RK: Me parece que entendía mucho más de lo que su presidencia mostró. Pero era un político astuto. Intentó sin éxito ganar un asiento en la Cámara de Representantes [en Chicago], ocupada por un antiguo miembro del partido de las Panteras Negras, llamado Bobby Rush. Fue aplastado por la maquinaria de Chicago y Michelle no apoyó que continuara postulándose. Pero era ambicioso y se postuló al Senado en 2004. Estaba claro entonces que no iba a exponer el cuello sobre este tema porque era políticamente tóxico. Y eso continuó en la campaña presidencial. Desde ese punto en adelante en verdad perdimos contacto con él.

HL: ¿Porque se sintieron traicionados en este tema, dado el conocimiento que tenía?

RK: Los amigos decían: “Nos traicionó, esperábamos grandes cosas de él”. Yo no esperaba grandes cosas. Sabiendo lo que sé de la política estadunidense, no creo que su conocimiento y comprensión, así como era, se traduciría necesariamente en un cambio en la política del país. Intentó hacer algo por medio de John Kerry [secretario de Estado en su segundo periodo].

HL: ¿Israel es demasiado poderoso en este momento para ser dirigido por Estados Unidos?

RK: Estados Unidos tiene la capacidad de obligar a Israel a hacer exactamente lo que quiere cuando los que toman las decisiones políticas determinan que los intereses nacionales estadunidenses están en juego. De hecho, Obama hizo eso con el tratado nuclear con Irán. [Ehud] Barak era ministro de defensa con Netanyahu [en 2007-13]. Iban a atacar a Irán. El gobierno de Obama se puso de pie y siguió adelante con el JCPOA, el acuerdo nuclear con Irán, firmado frente a la más fiera oposición israelí [en 2015]. Es el mejor ejemplo que se puede tener. Israel quiere ir a la guerra, los estadunidenses dicen, “¡de ninguna manera! Y vamos a firmar un pacto con los iraníes. Si no les gusta, lástima”. Esto a pesar de la arenga de Netanyahu ante el Congreso estadunidense, con la connivencia de los republicanos. Tres veces habló ante sesiones conjuntas del Congreso. El único otro líder mundial que ha hablado más de dos veces ante sesiones conjuntas es Winston Churchill.

George Bush y James Baker, y Nixon y Kissinger, hicieron lo mismo cuando intereses vitales estadunidenses parecían estar en juego. ¡Nixon y Kissinger básicamente sacaron a los israelíes del Sinaí! Y de una parte de las Alturas del Golán. Ese fue un interés nacional estadunidense: ganar a Egipto para el campo estadunidense durante la guerra fría, y que los israelíes se frieguen. El complejo militar-industrial es más importante que Israel. Pero en Palestina no hay intereses vitales comprometidos, a los ojos de la mayoría de los que deciden las políticas en Estados Unidos. Y se tiene un poderoso electorado que apoya incondicionalmente a Israel.

HL: Durante un siglo, los intereses de Occidente no han sido perturbados por la cuestión palestina.

RK: Puede que eso esté cambiando. En una encuesta, una mayoría de estadunidenses favorecen un cese del fuego. Sólo 10 por ciento de personas de 18 a 35 años, en otro sondeo, apoyan la política de su gobierno sobre Gaza. Biden podría perder Michigan y otros estados si los votantes árabes y musulmanes se vuelven en su contra.

HL: En su libro recoge una cita de Truman que dice: “Tengo que responder a cientos de miles que están ansiosos por el éxito del sionismo. No tengo cientos de miles de árabes entre mis electores”. Eso ya no es cierto de un presidente estadunidense.

RK: Hay un cambio en los jóvenes en general, que saben que los medios dominantes mienten y no les prestan atención. Tienen sus propias fuentes –Instagram, Tik Tok, Snapchat– y saben mejor lo que ocurre que el distorsionado cuadro que el New York Times, el Washington Post y CNN y Fox presentan a las personas mayores de 50 años. Hakeem Jeffries, y los líderes del Partido Demócrata, son totalmente pro israelíes, pero eso no representa la opinión de las bases demócratas.

HL: Pero entonces, ¿cómo piensa usted que Israel debió responder a los ataques del 7 de octubre?

RK: Depende de lo que quisieran hacer. Si querían reproducir el concepto en bancarrota de que mientras más palestinos mates, más seguro estarás, debían hacer exactamente lo que están haciendo. Entonces, matar 10 mil palestinos, entre ellos 4 mil niños, es una estrategia brillante.

¡Yoav Gallant creó Gaza! Era un comandante de división, jefe del Comando Sur, el consejero más cercano del ex primer ministro Ariel Sharon en el retiro y aprisionamiento de Gaza que comenzó en 2005. Él ha sido el arquitecto de eso. Y ese es el hombre que es hoy ministro de defensa israelí. Gadi Eisenkot, que es un observador en el gabinete de guerra, es el hombre que habló sobre la doctrina Dahiya [estrategia militar que legitima la destrucción de edificios civiles]. Llegó a ser jefe del estado mayor general israelí. Dijo: “No obedeceremos las leyes de guerra, no obedeceremos la ley de proporcionalidad, devastaremos pueblos y ciudades”, como hicieron en Beirut en 2006.

¿Qué debió hacer Israel? Para empezar, no debieron hacer lo que estaban haciendo. Deberían pensar en tener un enfoque totalmente diferente hacia los palestinos. Han socavado sistemáticamente a la Autoridad Palestina. Han elegido personas que quieren anexarse Cisjordania. Bezalel Smotrich, el ministro israelí de finanzas, dijo: “Si no les gusta, pueden irse, o los mataremos”.

Bueno, si esas son las personas que representan a uno, y eso es lo que uno cree –como gobierno, como Estado, como pueblo–, entonces va a recibir la respuesta que inevitablemente esa clase de represión acarrea. Una respuesta desagradable, inaceptable, que puede ser una violación del derecho humani- tario internacional, como lo que ocurrió el 7 de octubre. Pero Israel tiene opciones, que no ha elegido tomar.

HL: ¿Cómo se puede sacar a Hamas de Gaza?

RK: Hamas ha sido satanizado desde el 7 de octubre y llevado fuera de los límites. Es inaceptable. OK, bien, ¿por qué? Ha cometido crímenes de guerra. Cierto. ¿La matanza de 10 mil civiles palestinos es un crimen de guerra? Si sólo el asesinato de civiles israelíes es un crimen de guerra, y todo lo demás es autodefensa legítima, entonces no estamos hablando el mismo idioma. Si esas personas que matan a mil personas inocentes en los asentamientos israelíes a lo largo de la frontera de Gaza son criminales de guerra y terroristas, ¿por qué los generales y personas que ordenan la muerte de diez veces más civiles del otro lado no lo son?

En lo que a mí respecta, Benny Gantz, Eisenkot y Gallant –los tres generales en el gabinete de guerra– son criminales de guerra. Yo diría que, como palestinos, tenemos que sentarnos con ellos, no tenemos opción. Del mismo modo, Israel no puede escoger con cuál líder palestino se va a sentar, a menos que sólo quiera sentarse con palestinos castrados, dóciles. Es como los británicos que decían: “No trataremos con el ERI”. Bueno, pues entonces tendrán problemas. Y así fue en Gran Bretaña.

HL: Estrategas israelíes dicen que cada bombardeo que hacen pasa por un proceso legal. Que no bombardean indiscriminadamente.

RK: Puesto que no dejan entrar a periodistas occidentales en Gaza, no tenemos manera de saber, porque todos los árabes, desde luego, son mentirosos, no se les puede creer. El presidente de Estados Unidos dice que no se puede creer en sus estadísticas [Biden dijo el 25 de octubre que “no tiene confianza” en las cifras de muertos en Gaza]. Alguien puede entrar en Shifa, el principal hospital de la ciudad de Gaza. Envíe usted un hombre o mujer de raza blanca que recorra los pasillos y verá que no hay instalaciones militares. Conozco a un doctor que trabaja allí. [Nota: Estados Unidos ha dicho que “Hamas sí usa hospitales, junto con muchas otras instalaciones civiles, para comando y control, para almacenar armas, para alojar a sus combatientes”.]

Pero Israel ha sellado Gaza. Nadie puede entrar. Bombardearon los depósitos de agua en el campo de refugiados de Jabalia. ¿Es un blanco militar? No, están tratando de obligar a la gente de Gaza a marcharse. Esos son crímenes de guerra. ¿Usted cree que Hamas no tiene sus propias reservas de todo: agua, combustible, armas, comida, medicinas? Claro que las tiene, si tiene los recursos para seguir disparando cohetes en el día 32 de esta guerra miserable. Así como el pueblo iraquí sufrió con las sanciones, mientras sus líderes tenían todos los bienes que necesitaban. Al final Israel tendrá que vivir con la gente a la que bombardeó.

HL: Pero Hamas quería que la población de Gaza sufriera después de su ataque del 7 de octubre.

RK: Tal vez sea cierto. Uno tiene que asumir que sabía que la respuesta de Israel sería feroz. Lo ha visto en el pasado.

HL: ¿Qué pasa con el papel de los Estados árabes? Siempre han sido cruciales para el destino de Palestina. El estratega israelí con el que hablé [Eitan Shamir] pensaba que los comentarios de varios líderes –la reina Rania de Jordania y otros– eran sólo apariencia para los árabes “de la calle”, que esos líderes árabes quieren que Hamas sea aplastado, incluso más que Israel.

RK: No hay duda de que los regímenes dictatoriales y represivos de la región son muy opuestos a la Hermandad Musulmana y a Hamas, que es un desprendimiento de ella. Egipto, Arabia Saudita y los Emiratos han tenido enormes campañas internas contra la Hermandad Musulmana desde 2000. No hay duda de que preferirían un movimiento nacional palestino dividido a uno dominado por Hamas. Esos mismos regímenes estaban muy ansiosos de normalizar relaciones con Israel. Sin embargo, todas las encuestas han mostrado que la opinión pública árabe es totalmente diferente. Así que no me hable de la calle árabe. Son los pueblos árabes, por un lado, y por el otro un montón de autócratas que se aferran a sus tronos.

Egipto ha tenido paz con Israel desde 1979. El pueblo egipcio no lo ha aceptado. No van a Israel. Lo mismo ocurre con Jordania. Han tenido paz desde 1994, ¡y no hay interacción alguna entre jordanos e israelíes! ¿Qué significa eso? Significa que Israel ha hecho la paz con un montón de autócratas que no representan a sus pueblos y que Israel de hecho depende de que esos regímenes mantengan el poder a expensas de la democracia.

HL: Usted habla como si le gustara que todos esos Estados fueran democracias. Pero ¿sería feliz de vivir bajo la Hermandad Musulmana? ¿Bajo Hamas?

RK: No sé si la Hermandad Musulmana necesariamente ganaría una elección.

HL: Pero lo hizo en Egipto, después de la “primavera árabe”.

RK: Y probablemente habría perdido la siguiente, si los egipcios la hubieran permitido. Para el tiempo en que los militares dieron su golpe, habían vuelto al pueblo en su contra. Sí, yo preferiría la democracia.

La respuesta israelí a Hamas ha hecho que los avances de esos regímenes hacia la normalización se vuelvan imposibles. De hecho, tenemos una posición más dura de parte de los gobiernos árabes de lo que puedo recordar, que dice “bajo ninguna circunstancia permitiremos que Israel haga limpieza étnica de Palestina a expensas de nosotros”. Eso es muy importante.

HL: Pero no están haciendo nada por evitarlo, si eso es lo que usted cree que Israel está haciendo.

RK: No, pero no están dejando que Israel ataque a los palestinos en Sinaí y Jordania.

HL: ¿Y el papel de Irán y Hezbolá?

RK: No quiero hacer predicciones porque en cinco minutos podrían desmentirme. Pero creo que los iraníes y Hezbolá han hecho un cálculo de que no les conviene involucrarse más en este conflicto, porque pienso que creen que Israel no puede vencer a Hamas. Puede vencer a su ala militar, pero ya antes la ha derrotado. Hamas es un organismo político, religioso, cultural e ideológico. Y existe dondequiera que estén los palestinos. Es una fuerza poderosa en la sociedad palestina. Obtuvo 44 por ciento en 2006. Probablemente obtendría menos ahora, pero no se puede destruir a Hamas a largo plazo.

¿Por qué alguien [como Irán] desperdiciaría el poderoso disuasivo que se ha construido en Líbano para proteger a Irán contra Israel en una situación en la que no está perdiendo? No creo que a los líderes iraníes les interese Gaza: les importa mantenerse en el poder y que su país no sea devastado. Si uno entra en guerra con Israel, Estados Unidos interviene, y uno acabará aplastado. ¿Por qué harían eso?

HL: ¿Cómo termina esto?

RK: Las cosas cambiaron muy rápido después de la Primera Intifada (1987-93). Quién habría pensado que Yasser Arafat y Rabin iban a firmar un acuerdo [Oslo], o que Anwar Sadat y Menajem Begin lo harían en 1978, después de la guerra de 1973. Aunque no soy terriblemente optimista respecto a ese cambio en Israel. Hay una enorme cantidad de dolor y rabia en Israel, comprensible- mente, por la gran cantidad de víctimas civiles. Puede llevar mucho tiempo superar eso. Y lo mismo se puede decir de los palestinos. Los israelíes están afectados. Y los palestinos están diez veces más afectados, porque el número de víctimas civiles es diez veces más grande.

Traducción: Jorge Anaya

* Harry Lambert es escritor y editor del New Statesman. También edita el boletín Saturday Read.

Consulte la entrevista original en: https://www.newstatesman.com/international-content/the-international-interview/2023/11/rashid-khalidi-israel-palestine-war


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