EDUCACIÓN Y DESARROLLO: El papel de los intelectuales en la sociedad (1)

Renzo Delgado

El poema ¨Los indiferentes¨, atribuido a Bertolt Brecht, pero que otros señalan a un judío de nacionalidad alemana llamado Martin Niemolle y que se popularizó durante el siglo pasado y aún se hace referencia del mismo cuando se requiere, y que dice así:

“Primero se llevaron a los judíos, Pero a mí no me importó porque yo no lo era; Luego, arrestaron a los comunistas, Pero como yo no era comunista tampoco me importó; Más adelante, detuvieron a los obreros, Pero como no era obrero, tampoco me importó; Luego detuvieron a los estudiantes, Pero como yo no era estudiante, tampoco me importó; Finalmente, detuvieron a los curas, Pero como yo no era religioso, tampoco me importó; Ahora me llevan a mí, pero ya es tarde.”

La autoría es de lo menos, pero puede ser lo más, para mí que pretendo exponer una idea que me subyuga y me hace pensar en qué nos hemos convertido desde que, por desidia y/o maldad, nuestra sociedad ha sido gobernada por cobardes que cada cierto tiempo hacen una mascarada de elecciones y llegamos a pensar por esto que vivimos en una democracia, donde el pueblo debe ser el autor de su propio destino, que debe pulular vigilante en todos los intersticios de la sociedad.

Los gobernantes son representativos, las autoridades acatan las leyes de la mayoría, como no es lo que debe ser, la democracia, olvidamos el amplio espectro que presenta esa forma de gobierno y reproducimos un adefesio de la misma.

No tomamos en cuenta que la democracia emana del pueblo, pariendo la libertad. Olvidamos que en nuestro entorno el porcentaje tan alto de jóvenes denominados NiNis, el alto nivel de niñas embarazadas, la enorme cantidad de adultos con enfermedades terminales que ruegan para que los atiendan, cuando otra parte de la población adulta tiene que trabajar en lugares informales, cuando su salario mínimo ronda por los RD $ 15,000 y un ministro o encargado de economía mete la tarjeta de cobro de la institución que dirige y tiene disponible un millón y algo de pesos, justificando esa situación con el argumento de que él (el ministro) estudió, cuando el espectáculo más deprimente que pueda darse en un país es el de la calle 42, donde niñas no sólo bailan y disfrutan el momento, sino que implícitamente son llevadas de la mano hacia la prostitución, bajo el triste alegato de que son jóvenes y deben disfrutar, donde jóvenes del sexo masculino o del sexo femenino se endrogan sin sorpresa para aquéllos que pueden cambiar esa situación, el futuro de nuestro país está en veremos.

Cuando jugaba el baloncesto, nunca pude descollar, sí vi a otros destacarse por que tenían fundamentos en el juego que lo hacían imbatibles, de esos que jugaban de espaldas al aro, idolatrados por la fanaticada, quedan muy pocos, claro en el juego. Hay otros, tal vez muchos, que juegan de espaldas, pero de espaldas a la sociedad.

Los intelectuales o una parte de ellos son indiferentes, muy a pesar de que deben vivir elevando al que no ha podido ser como ellos, por naturaleza, ambiente u oportunidad.

Después de la muerte de Trujillo dos figuras surgieron con categorías de ser sin par: Manuel Aurelio Tavares Justo, un intelectual, abogado, líder carismático, extraordinario, héroe que se ofrendó en las “escarpadas montañas de Quisqueya¨, y el otro Francisco Alberto Camaño Deño, militar, héroe, líder, guerrillero que se ofrendó en un país que está en el mismo trayecto del sol. La historia, la ciencia social que nos permite mirar el pasado y proyectarnos hacia el futuro, y la Academia de Historia de la República Dominicana, que debe llevar como porta-estandarte este objetivo, no publicita ese coraje que exhibieron esos dos héroes de la Republica Dominicana.

Por el contrario, la Academia eleva a la categoría de ¨Señor¨ a una persona que combatió a esos dos héroes, mientras los deudos de los dos lo señalan como el autor de sus muertes.

Una satisfacción para la sociedad sería que los dos intelectuales que en desacuerdo por ese ingreso renunciaron a su puesto en la Academia, ellos mismos se encarguen de demostrar si eso de lo cual se le acusa al señor es verdad.

Mientras tanto, las élites siguen demostrando que no le interesa que el pueblo conozca a sus líderes, pues conociéndolos bien podrían seguir sus ejemplos. Si no lo hacen, si no demuestran que el pueblo en la persona de los deudos quieren demostrarle a la Academia que ha faltado a la ética al elevar a la categoría de ¨Señor¨ a uno que es catalogado de ¨No humano¨.


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