Tres datos que revelan por qué Estados Unidos no quiere poner fin a las drogas

Por José Negrón Valera

Enciende las noticias y verás una feroz batalla contra el narcotráfico. Todo parece ir bien hasta que el noticiero concluye y un espectáculo distinto cobra vida. Sin las ataduras de lo políticamente correcto, la televisión se inunda de una realidad distinta. El perseguido se transforma en héroe y su vida en una epopeya. ¿Por qué? ¿Qué nos ocultan?

  •  ¡No pienses en las DROGAS! La hipocresía mediática y la promoción del consumo

El ensayista George Lakoff explicó de forma magistral cómo funciona la ‘psicología del marco’ en el momento en que los votantes toman decisiones electorales. Su trabajo se resume de la siguiente forma: la manera en que se presenta una determinada información influye en cómo la percibimos y además si la aceptamos o no.

En las cadenas comerciales de televisión, siempre han existido apologías subliminales al consumo de drogas. Sin embargo, estas han venido tomando preponderancia dentro de los contenidos televisivos. Es decir, han logrado, en la terminología de Lakoff, un mejor ‘encuadre’.Por un lado tenemos la constante ‘lucha’ de los personajes principales con sus adicciones (‘House’, ‘Nurse Jackie’, ‘Elementary’, ‘The Knick’), centradas comúnmente en ciertos productos farmacológicos cuyo nombre comercial es constantemente puesto de relieve, como ocurre con el Vicodin y Adderall, analgésicos potentes y adictivos.Podría ser un hecho sin la menor relevancia. No obstante, el sociólogo venezolano Edgardo Lander nos señala que en el Informe Mundial sobre las Drogas se evidencia que solo en Estados Unidos «los casos atendidos en salas de emergencia por el uso no-médico de medicamentos, estimulantes y sedativos que se venden con prescripción médica, han comenzado a superar a los casos relacionados con el uso de drogas ilícitas. Son más baratas, se obtienen con mayor facilidad y su uso es más aceptado socialmente», afirma.

Estos ‘marcos’ que se establecen desde estas series, en vez de causar alejamiento, lo que producen son compasión y entendimiento con el carismático adicto-protagonista.

Es posible llegar a pensar, vista la obsesión de la industria mediática, que estas series se han convertido en una excelente forma de posicionar productos a través de lo que conoce como «publicidad por emplazamiento».No por casualidad las empresas farmacéuticas son de las corporaciones que más invierten en promociones a través de los medios de difusión en los horarios de máxima audiencia.

Y esto solo es lo que refiere al consumo. ¿Y qué hay de la producción de drogas? Dos series nos lo aclaran.

En primer lugar, la multipremiada (¡Por supuesto!) ‘Breaking Bad’, donde un desesperado profesor de química se encumbra como uno de los productores de metanfetaminas más importantes de Estados Unidos. Todo un héroe moderno. En el otro extremo, se encuentra la comedia ‘Weeds’, donde una joven madre consigue a través de la venta de la marihuana la oportunidad para mantener a sus dos hijos tras la muerte repentina de su esposo.

  •  Capitalismo Gore y la naturaleza de la narcocultura

El filósofo mexicano Fernando Buen Abad declaraba que en estos momentos, especialmente en Latinoamérica, los medios de comunicación estaban construyendo lo que él denomina ‘Reinos culturales del crimen organizado’. Una estrategia para imponer y naturalizar en nuestra cotidianidad una ‘cultura de la destrucción’ apalancados en los símbolos y la estética venidos del narcotráfico.

La poderosa plataforma de entretenimiento Netflix ha enfilado sus baterías en convertir la vida de los narcotraficantes en objetos de culto. Aunque el fenómeno no es nuevo, visto que la producción de novelas y libros con las mismas temáticas ya venía siendo moneda corriente tanto en Colombia como en México, la particular potencia de Netflix ha convertido a capos como Pablo Escobar o el Chapo Guzmán en figuras mundiales.En un esclarecedor artículo, los investigadores Günther Maihold y Rosa María Sauter de Maihold explican que estas formas de entretenimiento promueve la narcocultura, un modelo de impunidad, «ostentación y (…) del que todo se vale» con tal de salir de la pobreza.

La filósofa mexicana Sayak Valencia lleva más lejos el análisis considerando que, en última instancia, lo que se naturaliza en la juventud a través de la exaltación de la vida de los Narcos es el ‘capitalismo gore’. Es decir: «la obediencia ciega a las demandas de hiperconsumo (…) que nos ponen de frente con nuestra imposibilidad de consumirlo todo y desemboca en frustración constante y esta, a su vez, en agresividad y violencias explícitas».

Ese capitalismo gore legitima la economía de la violencia y la muerte como formas para alcanzar los niveles de vida que se muestran en la pantalla.

  •  El gran negocio de la guerra infinita contra las drogas

A pesar de que las distintas administraciones norteamericanas, al menos desde la década de los setenta, han estado luchando la ‘guerra contra las drogas’. Fue a partir del ataque del 11 de septiembre cuando se articuló terrorismo y narcotráfico.

Esta conjunción ha permitido que, por ejemplo, en el caso de América Latina, Estados Unidos, haya instalado en 2009 nada más que en Colombia siete bases militares con el pretexto de hacer frente a la producción y distribución de la droga.

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