Denis Banny, médico y experto del laboratorio Gemotest, advirtió que una limpieza excesiva puede alterar la microflora normal de la piel y las mucosas y crear condiciones favorables para la proliferación de microorganismos.
El lavado frecuente de manos y cuerpo puede hacer que la capa protectora natural de sebo de la piel se adelgace, dejando la piel más susceptible a los patógenos. Al mismo tiempo, las bacterias beneficiosas, normalmente presentes en la piel y que protegen el órgano de infecciones, se eliminan y se reduce su resistencia. Esto puede provocar el desarrollo de eccema, dermatitis, rosácea y muchas otras enfermedades de la piel”, explicó el experto.
Si el ambiente es “estéril”, entonces se reduce el número de contactos del cuerpo con diversos patógenos y se altera la formación del sistema inmunológico, explicó el interlocutor de RT.
“Además, el uso constante de agentes antibacterianos puede provocar el desarrollo de resistencia microbiana a los antibióticos, así como un aumento de reacciones alérgicas y enfermedades autoinmunes. Los estudios científicos han demostrado que los niños criados en condiciones excesivamente estériles tienen más probabilidades de sufrir alergias, incluido el asma bronquial. Esto se explica porque en ausencia de verdaderos “enemigos”, el sistema inmunológico comienza a atacar las propias células del organismo”, advirtió el especialista.
Al mismo tiempo, destacó que el cumplimiento de las normas de higiene es muy importante: ayuda a evitar muchas enfermedades del sistema respiratorio, del tracto gastrointestinal y de la piel. Por eso, según el médico, es necesario encontrar un equilibrio entre medidas de seguridad razonables y una limpieza excesiva, perjudicial para el organismo.
“Hay que lavarse las manos con regularidad, especialmente antes de comer, después de ir al baño, de lugares públicos o de tener contacto con personas enfermas. La duración del lavado debe ser de al menos 20 segundos”, concluyó Banny.