Un año fuera de la clandestinidad: el aborto salva vidas en Colombia

Bogotá, 20 feb (EFE).- Después de décadas atendiendo a mujeres que llegaban con abortos clandestinos incompletos, desde que es legal en Colombia a las clínicas de Oriéntame apenas llegan mujeres desangrándose o con dolores provocados por un procedimiento que, realizado de forma segura, salva vidas.

«Desde que salió la sentencia (de despenalización) el tratamiento del aborto incompleto se fue a pique», celebra Luisa Fernanda Álvarez, coordinadora de programas de esta fundación sin ánimo de lucro que tiene clínicas de atención en salud sexual y reproductiva en varias ciudades del país.

El 21 de febrero de 2022 la Corte Constitucional despenalizó el aborto voluntario hasta la semana 24 de gestación, lo que se ha traducido en que «las mujeres sepan que pueden solicitar el aborto cuando lo requieren», explica a EFE Laura Gil, una de las caras de «Causa Justa» detrás de la demanda.

Las mujeres pueden solicitar la interrupción gratuita del embarazo y «es raro encontrar pacientes con abortos incompletos en este momento», según Álvarez, aunque se siguen produciendo en zonas donde aún hay barreras, como las rurales.

ACCESO AL ABORTO

Toda mujer en Colombia que quiera un aborto y tenga menos de 24 semanas de embarazo solo tiene que pedir cita médica y en ese momento «se tienen que activar unos mecanismos que hagan que ella llegue a una consulta en donde le aseguren que le van a prestar el servicio en los siguientes cinco días», explicó Gil, quien es ginecóloga y obstetra.

«Todavía hay pacientes que han tenido dificultades porque les expresan su opinión en la consulta, porque la persona que recibió la primera solicitud no tiene la información completa o piensa que todavía no es un derecho, pero en general en la forma en la que yo estoy trabajando las pacientes encuentran fácilmente la ruta para hacer la interrupción del embarazo», añade.

Desde que una mujer entra en la clínica privada de Oriéntame, en el barrio bogotano de Teusaquillo, hasta que sale después de abortar, pasan cinco horas: les atienden con cita, pagan entre 450.000 pesos y 1,3 millones de pesos (entre 91 dólares y 265 dólares), según el procedimiento, y pasan a la primera orientación con psicólogas.

«Una orientación que básicamente es conocer cómo la persona está», explica Álvarez, se debaten los diferentes procedimientos -según la evolución del embarazo puede ser farmacológico o médico con métodos como la aspersión o la dilatación-, y luego se pasa a la interrupción en un modelo ambulatorio.

LOS MISMOS ABORTOS PERO MENOS MUERTES

Uno de los mitos cuando se despenaliza el aborto es que las interrupciones voluntarias del embarazo aumentan, pero aunque el Ministerio de Salud no ha dado cifras, las especialistas saben que «realmente son las mismas mujeres que ya iban a abortar solo que ahora saben que tienen derecho a hacerlo por su servicio de salud».

En Oriéntame, en 2020 se practicaron 9.223 abortos dentro de las tres causales estipuladas entonces, cifra que aumentó en unos 1.500 en 2021 (por efecto de la pandemia) y que el año pasado, cuando ya era completamente legal, solo subió en 120, hasta los 10.844.

«Las mujeres siempre han buscado alternativas para manejar embarazos no deseados», justifica Álvarez. Y aunque no han disminuido sí bajaron las muertes porque los riesgos de mortalidad en un aborto seguro son inferiores a los de un parto.

Según datos preliminares del Instituto Nacional de Salud (INS), en 2022 hubo 255 casos de mortalidad materna temprana, mientras que en 2021 fueron 457 y en 2020, 399.

ABORTOS DIGNOS

«Un aborto digno es con las condiciones de infraestructura adecuadas», apunta Álvarez. No es solo el aborto, es «un acompañamiento a nivel emocional», que te expliquen claramente qué va a suceder y las medidas de precaución, pero también que te asesoren en medidas anticonceptivas y de salud sexual.

También saber que los riesgos son muy bajos y que solo se necesita una pastilla -en los casos de pocas semanas- o un procedimiento médico que se puede hacer en una silla obstétrica.

«Casi no se saca sangre», asegura Álvarez y explica: cuando se dona sangre, sacan 450 centímetros cúbicos, mientras que en un procedimiento quirúrgico antes de las 15 semanas la pérdida sanguínea está entre 60 y 100 y cuando la interrupción se hace en el segundo trimestre del embarazo, oscila entre 200 y 350, «es decir mucho menos que lo que una persona donaría».

Pese a los avances, aún queda un camino largo de derribar mitos y barreras, lograr que la objeción de conciencia no impida abortar a ninguna mujer o llevar los servicios a comunidades remotas donde tienen que viajar incluso días para interrumpir su embarazo.


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