Víctor Elías Aquino
Berha Luz Aquino (Antoniela), viviendo en la más hermosa y tierna flor de su adolescencia, tomó una decisión difícil: que cada palpitar de su corazón estuviera enfocado en honrar a Jesucristo, quien murió en la cruz del Calvario hace más de dos mil años para dar vida a la humanidad toda, y así pagar el precio de los pecados de todos los nacidos y por nacer.
Es que, Antoniela no le perdía ni pie ni pisada a su madre, doña Ramona, que ya había conocido a Cristo como señor y salvador de su vida, en su testimonio público Betha, como si estuviera ante un tribunal declaró: “En mi adolescencia tuve la convicción de que había cosas en mi vida que no eran agradables a Dios, que se llamaban «pecado» y que solo él podía perdonar, pues Cristo en mi lugar, desde entonces, no quería hacer otra cosa que no fuera servir a Dios, y así lo hice”…
Como sabía que su vida no tenía sentido lejos del Señor, decidió viajar a Suramérica (Colombia), a estudiar teología, donde cultivó con esmero, entrega y dedicación gran cantidad de amigos que le apoyaron y respaldaron, pero, no conforme, da un paso más, y luego, viaja a Brasil con los mismos propósitos, y así completa el ciclo de Licenciatura en Educación Cristiana. Comprendió que su vida no tenía sentido si no la dedicaba por completo al servicio cristiano.
Es por eso que, al regresar al país, se inicia en el trabajo misionero en la fértil y hermosa región del Cibao; ésa a la que cantara con emoción el finado cantante y compositor Juan Lockward. Una flor más llegó para completar el cuadro de los bellos atardeceres y hermosos paisajes de ensueño; pero Bertha no estaba haciendo poesía; tenía un sueño que hizo realidad en su vida: “Contribuir a formar iglesias para que así más personas conocieran el fruto de la semilla del evangelio que ya había sembrado el abuelo, don José Aquino (abuelo de Bertha a través de la línea paterna).
Así como el diamante se pule con el trabajo del artista, sus palabras al hablar de su labor como primera misionera de la misión Bautista del Sur en República Dominicana, la resume en breves palabras, al decir, “me ayudó a madurar en mi vida cristiana y a crecer en mi fe, trabajaba como misionera en todo el país, y así permanecí con más de treinta años de edad, soltera, y sirviendo al Señor”.
Es posible que, en ese entonces, algunos muchachos pensaran, pero y esta muchacha tan bonita, no le interesan los varones, y la respuesta a tales inquietudes las develó un día, cuando expresó, “casarme es importante, pero tú, Señor, eres lo más importante en mi vida”.
El asunto es que, Antoniela no quería cambiar “el llamado divino que había recibido, por un esposo”, sin embargo, el conflicto quedó resuelto cuando pensó en sus adentros y luego lo hizo público, “si tú lo pones en mi camino y él te tiene a ti en primer lugar en su vida, entonces, sí lo quiero».
Andando el tiempo, de repente, llega a la iglesia en que Bertha servía un joven apuesto, muy conversador, y bien parecido, Bertha tuvo la oportunidad de verlo en su accionar cristiano, pero el joven era como un soldado valiente y así responde el llamado especial de servir al Señor y prepararse; precisamente en el seminario en que Bertha era maestra de educación cristiana.
Dejemos que sea Bertha la que desde el cielo explique lo que realmente pasó, ante la situación Bertha llegó a decir, “si esa es la persona que tú tienes para mí, permíteme conocerlo y ser amigos», un tiempo después mi mamá murió de cáncer y Marthyn y yo nos hicimos novios”.
A solo meses, de la situación anterior, a Bertha se le presenta un problema en un seno, que devino en tumor maligno, y, se asustaba mucho solo con tener que ir al Instituto Oncológico Heriberto Pieter.
En esta situación, hizo con vehemencia intentos de liberar a su prometido de su compromiso, pues desconocía el futuro, pero su prometido le dio su apoyo en todo momento, eso le dio paz y la ayudó a sentirse confiada.
Nunca sabemos lo que trae el futuro, más adelante, fue operada en los Estados Unidos, Dios; desde su mansión en las calles de oro y el mar de cristal le dio fuerzas para sentirse bien, tenía paz y confianza.
Un año después de la operación, hay boda; se casan. Bertha recrea estos momentos con estas palabras, “ni la edad, ni la enfermedad restaron a mi matrimonio, pues ya había cumplido 36 años, y Dios nos dio dos hijos maravillosos, Josué y Priscila”.
La salud aparentemente estaba bien, solo hacía los chequeos regulares, y habían pasado siete años desde la operación, cuando de repente comienza sentir molestia en el otro seno, que también devino en un tumor maligno, no se trató de metástasis del primero, sino la visita de un cáncer nuevo. Los niños tenían dos y tres años, y esta vez sí recibió radioterapia y quimioterapia.
Para conocer lo que Bertha vivió había que haber pisado sus sandalias, muy difícil, con los efectos de las terapias cuidar dos niños tan pequeños:
En una ocasión, un familiar cercano me preguntó: ¿Y por qué te pasa esto a ti, otra vez, si tú eres tan cristiana?, ella, con su calma, su paz, su voz única e irrepetible dijo: “porque si fuera a tí, tú te deprimirías solo de saber la noticia, y Dios sabe que yo puedo recibirlo, y puedo continuar adelante dando testimonio de su amor y poder” Ciertamente, nunca se le vio deprimida, desalentada o sola, Dios se mantuvo su lado, diciéndole; «Estoy contigo todos los días».
Al parecer, todo iba bien luego de las terapias, pero, pero comenzó a sentir fuertes dolores en el hombro derecho, solo podía estar sentada día y noche, cuando dormía escasas horas que eran como un remanso del cielo, pero luego de tres meses se descubre que se trata de una metástasis, es que, el cáncer desplazó y había llegado sin demoras hasta el pulmón derecho, pleura y hasta algunos huesos del tórax.
Pienso en las lágrimas de Bertha derramadas en ese momento, pero, nunca estuvo sola, Dios le había dado a Marthyn, y recibió consuelo y aliento del Señor en todo momento para seguir adelante.
Resumir los padecimientos de Berha es harto difícil, pero se pueden contar: Ocho quimioterapias y radioterapias; recién inicia nuevo tratamiento para el cáncer le visitan con frecuencia dolores en la cabeza que no ceden, no bajan la guardia y luego de resonancia magnética se descubren tres tumores en la cabeza.
Debido a los delicado de la salud, fue necesario interrumpir el tratamiento del pulmón y los huesos para atender los tumores de la cabeza, y al repetir los estudios, los resultados indicaban que los tumores de la cabeza casi desaparecían, siempre sintió en su corazón que vivía bajo la gracia de Dios.
Una mañana de viernes, al salir los niños al colegio, Bertha, sentada con el rostro ensimismado hacia un libro, esboza una sonrisa, en ese momento, algo andaba mal, su esposo se estremece del susto: ocurren 12 convulsiones, una seguida de la otra.
El diagnóstico del nuevo evento devino en un accidente cerebro vascular y 10 tumores malignos en el cerebro, el procedimiento a realizar fue Gamma Knife, una técnica científica nueva, muy costosa pero recibieron apoyo de nuestro seguro de salud , que cubrió cerca del 98% de la cirugía.
De Berha se pueden decir muchas cosas, concluyo tomando prestadas estas palabras de Charles Spurgeon hablando de los primeros cristianos, pensando en mi hermana, “Creían lo que profesaban creer, sabían de qué hablaban, daban testimonio de lo que habían visto”.
Tenía el deseo de ver nietos que no pudo ver, ya Priscila se los ha dado, anhelaba seguir al lado de Marthyn, su único y gran amor; cierto día llegó a decir, “tener 65 años es bueno, y morir dentro del plan perfecto de Dios”.
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