Apostillas #28
Federico Sánchez (FS Fedor)
No hace mucho realicé en una Universidad Privada del Gran Santo Domingo, un Diplomado, titulado Metodología de Investigación en las Ciencias Sociales. Uno de los trabajos que tenía que realizar cada alumno era escribir una pequeña investigación sobre la temática nacional. Había muchos temas. Uno de ellos fue sobre el intitulado que tiene este artículo de opinión. Los panelistas explicaron algunos de los métodos más empleados dentro de la metodología científica, a saber: el Dialéctico, el Inductivo, el Deductivo, el Descriptivo-Fenomenológico, el Estructuralismo, el Generativismo, el Funcionalismo, etc. También explicaron algunas técnicas de recopilación de datos que hay que realizar para llegar a una Tesis del trabajo, no sin antes pasar por una Antítesis y la Síntesis, y/o viceversa.
También mencionaron algunos de los cientistas y filósofos más famosos que han empleado estos métodos, y que sería muy prolijo mencionar. En la recopilación de datos, dentro de las técnicas empleadas, hice entrevistas a algunos estudiosos del temas, a personas ligadas al religiosismo, tanto dominicanas como haitianas, a practicantes religiosos como curas y padres y santeros, así como a personas que practican el vudú, y que son caballos, Médeum –midiun-, o elementos que sirven de soportes, o sea, encabalgadores de ¨Misterios¨, quienes son visitados por muchos asiduos y colaboradores de los llamados ¨Centros Espiritistas¨. Consultas de materiales escritos –libros, revistas, tesis, otros- fueron importantes para completar el opúsculo que presenté, como tarea final del Diplomado.
Hago una síntesis del trabajo general, por ¨el tema¨ del espacio periodístico disponible, muy limitado, que se nos ofrecen para explayar todo el texto o contenido del mismo. Sólo haré mención de algunos aspectos, porque lo que describí a nivel general fue sucesivo, continuo, extenso y paralelo a la vez, quiero decir, lo que podría ser creíble en el marco de lo investigado. Y es que en el mundo de la Santería y en el submundo Vudú, lo que sucede «Hay que verlo para creerlo», como decía el viejo Santo Tomás, uno de los discípulos más indisciplinados del Maestro de Galilea, el inmortal Jesús el Cristo.
Entonces, veamos:
Quiero comenzar con una historia que me contó un asiduo colaborador de uno de los ¨caballos¨, personas que se montan para recibir a los misterios del famoso vuduismo dominicano. Me espetó sobre la indelicadeza que cometió el esposo de uno de estos encabalgadores de misterios, y que desató la ira del famoso Candelo, un espíritu vudú, perteneciente a la religión haitiana. Candelo estaba montado sobre la mujer, el caballo criollo, y ésta le dejaba una nota para que no le hiciera daño a su marido, por la imprudencia que cometió al introducirse al altar sin permiso… Me dijo el entrevistado por mí que la repuesta fue la siguiente:
«Ningún favor; si sigue así,sin respetar a los misterios, lo voy a tumbar, que jamás va a servir como hombre entre los vivos», fue la respuesta contundente del mayor de los misterios. La voz de Candelo tronó más fuerte que el Dios Zeus cuando allá, en el lejano y antiguo monte griego, en el Olimpo, colérico, lanzaba su saeta vocálica contra los semidioses o los mortales que no seguían sus reglas.
Cuando esto sucedió, producto de una travesura que cometió el concubino de la santrera, «caballo» de misterios, o médium (midiun) de los santos budistas de las divisiones de los «petro-ses y los guede-ses», hacía más de media hora que había encabalgado o montado al espíritu o misterio el famoso Candelo Cenifé. La midiun se quejaba de que el marido la maltrataba cada vez que él se emborrachaba y hacia caso omiso a los ruegos, a veces, de los mismos misterios, o de las amenazas de castigos, si no se comportaba como un esposo respetuoso.
He querido comenzar contándole esta experiencia muy especial para poder explicar el significado y a la vez el misticismo que encierran los llamados misterios o seres espirituales. Para dar explicaciones sobre la santería en Santo Domingo, necesito este parangón, explicable en cierto sentido, pues sólo así podría comprenderse tan misteriosa situación, como es este tema que trata de explicar sobre estos llamados misterios o seres espirituales del Vudú. Aún inexplicable, en los inicios del tercer milenio de la era de Cristo.
Antes de explicarles algunas teorías que existen sobre el vuduismo y el sincretismo cristiano dominicano, quiero relatarles algunas experiencias. Pues bien, visité varios altares para comenzar a entender lo que desde pequeño escuchaba sobre este tema, y saber qué significaban los nombres de Candelo, Belié Belcán, las Metresas, Silí y Ana Isa Pie, o como les llaman, los santos misterios y sus respectivos caballos, o sea los vivos que reciben a esas corrientes metafísicas, etéreas. Incomprensibles aún para la débil mente humana.
En una de esas visitas me encontré con Candelo, montado o encabalgado sobre un midiun hembra, una mujer. Me lo encontré raro, pero me dijeron que no era motivo de asombro, pues ellos, los espíritus lo hacen sobre cualquier ser, masculino o femenino. También me sorprendió que hablara con voz de hombre. Tenía un habano en la boca, unas veces, y entre dedos, otras; su cabeza cubierta por su pañuelo rojo, tosco, semi amarrado, lo identificaba como espíritu fuerte. Diagnosticando sobre las cosas de la vida humana, con un sonido vocálico fañoso, a veces farfullante, intralingual, mitad español, mita! creole haitiano; sermoneaba sobre las causas de los males que aquejaban a los adeptos visitantes.
Perdonen la forma que empleo para explicarles este fenómeno social, y de la naturaleza, aunque casi oculta, de lo que denominamos el sincretismo religioso dominicano, llamado Vudú, pero para que me entiendan tengo que ir clasificando conceptualizaciones y narrar algún que otro hecho, y experiencia, del fenómeno en cuestión.
Quiero estipular que el Vudú es un sistema religioso lleno de deidades, ídolos, al estilo de la mitología griega o el paganismo romano o el animismo antiguo, con la diferencia de que en el Olimpo todas las deidades eran dioses o semidioses, y la jerarquía celestial no existía. Es como el sistema católico: un Dios con todos sus santos.
En el sistema mágico-religioso llamado Vudú no hay dioses ni santos, sólo son seres o espíritus (y precisamente burlones) que no alcanzan esa categoría, aunque se sienten autorizados y representan a una especie de Dios, que es único, que en creole lo llaman Bon Dies (Buen Dios). Este sistema mágico-religioso es originario de Nigeria, África, específicamente de la cultura Yoruba, traído consigo, compulsivamente, al continente americano por los esclavos, apresados por los colonizadores europeos, a partir del siglo XVI, radicándose principalmente en las islas antillanas, menores y mayores, y en Brasil. Esa imaginería yoruba pasó con ese mismo nombre, Orixas o yoruba, al Brasil, pero en Cuba se le denominó Oricha o Lucumí y en Haití y Santo Domingo se le llama Loás. O sea, misterios Yorubas, Lucumíes y Loases, respectivamente.
En Santo Domingo se ha creado un sistema religioso que es un sincretismo mitad vudú, mitad español (o cristiano), de modo que todos los misterios o loases tienen su doble, con nombre en Vudú y en español. La santería cristiana ha sido identificada, sincretizada, inserida en los misterios buduistas. Y cada loás se identifica con un santo católico.
En efecto, existen personas, supuestamente, con poderes espirituales, que les llaman médium o brujos, que sirven de «caballos» de encabalgamiento de los seres o espíritus, los luases, o sea, son midium para recibir o montar al ser o deidad vudista. Tan pronto una deidad descubre que un ser humano tiene ese tipo de poder de recibimiento, al cual también le llaman luz, automáticamente lo van educando mentalmente como «caballo», a través de una ceremonia persistente, constante, larga en el tiempo, hasta que ya está listo como tal.
He podido entender que un hecho mágico, considerado como tal, cuando no es posible verificar científicamente una posible relación de causa-efecto, o sea, la causa y los resultados, producto del hechizo que se ha conjurado (para bien o para mal, sanando o creando contrariedad), el misterio o santo vudú, para provocar un efecto, o sea para crear o retorcer una situación que el que convoca le interesa (el adepto, la persona que solicita el servicio) se auxilia -ese hecho mágico- de una técnica o método que puede ser concreto (con objetos naturales) o espiritual, emitiendo frases, conjuros, credos, orando o rezando, etc.
Con la primera técnica, se recurre a los llamados ensalmos, utilizando fragancia y brebajes específicos, baños de hojas y yerbas aromáticas (floresta a escoger hay muchas, como yerba buena, rompe sarabuey, arruba, ramilletes de romero, albahaca, flores diversas, ramilletes de romero, pétalos de rosas, grasas de pellejos de pollo…). Ha de entenderse que si después del baño con estos yerbajos hervidos en agua normal o bendita, según el caso, acompañados de expresiones rituales, el resultado positivo que resulte del mismo, el adepto, automáticamente, se lo atribuye a la iniciación mágica. En el segundo (el recurso espiritual) acude a ritos gestuales, credos, frases para expulsar el maleficio, rezos entre dientes, a veces ininteligibles para el adepto; pero también usa objetos concretos espirituales que sirven de resguardos o protección (una moneda, un azabache, una prenda de vestir metálica -guillo, cadena, anillo, collares, gargantilla-…), que son ensalmados con una frase propia de ese lenguaje discreto y voz exclusiva (idiolecto), que caracteriza a cada misterio.
Algunos especialistas en la materia aseguran que la distinción, la comparación, que se ha querido hacer entre las técnicas médicas (legalizadas, cientifizadas) y los ritos religiosos, responde a un proyecto de dominación social y económica por parte de los primeros, o sea, los cientistas médicos, al denigrar la práctica vuduista, proclamando que sólo la ciencia puede poseer la «verdad» absoluta, universal. En este sentido, pienso que esos cientistas tienen temor de que la mayor parte de sus clientes, creyendo o no en esas mal llamadas brujerías, se les vayan y busquen los servicios médicos-espirituales de aquéllos, que a veces curan, aunque no lo crean los médicos. Los religiosos, más bien la iglesia católica, también tienen miedo de perder adeptos, y eso es comprensible. La competencia hay que doblegarla, al menos, y al estilo político, denigrando, mancillando, injuriando al opositor
Los espiritistas tienen como norte la creencia de que los fenómenos psíquicos se deben a que los espíritus son seres celestiales que están interesados en los seres humanos y tratan de entrar en contacto con ellos por intermedio de un médium. También se cree que los seres angelicales son enviados por Bon Dies para salvaguardar la especie humana en su creación-evolución hasta alcanzar la perfección espiritual que tienen los mismos seres que sirven de ayuda, y que alguna vez en otras dimensiones del universo, también fueron seres comunes, terrenales, de otros planetas, que alcanzaron, al correr del tiempo universal, el don celestial y la bondad del Dios todopoderoso y creador del universo, el Dios purísimo, que fuera causa primera no causada, o sea que surgió de la nada (aunque científicamente no es comprobable que la nada pueda ser causa de algo, pues no ha sido causada por medio concreto, ni causada por causa alguna. Lo dicho en este paréntesis es lo que se denomina una perogrullada, una chabacanería. Quizás un trabalenguas. Empero, seguimos).
Se tiene la creencia que estos entes espirituales influyen en la vida de los seres humanos y pueden causarles enfermedad o sanarlos, provocarles contratiempo, contrariedades (como mal de amor o desamor. También se dice que esos seres tienen poder para desmembrar o debilitar la parte «pudenda» del hombre, o crear inconvenientes barajándole un plan, un trabajo, o viceversa, arreglándole todo un mundo, y todo esto dependerá del grado de desarrollo o poder de cada deidad o de la capacidad del médium. Así, este último se convierte en «terapeuta popular», ya como psicólogo, ofreciendo «santos y buenos consejos»; todos ofrecidos por el misterio que en ese momento está en cabeza del caballo, o sea, que está «montá».
Las técnicas empleadas pueden ser: un despojo (hecho a través de un baño de yerba, o frotándose una fragancia en los brazos, hacia atrás, y en los pies hacia arriba, en el cuello y sobre el cabello). O podría ser una sugestión (a través de la fe); un consejo, un insulto o una charada de humor (a fin de crear confianza en el asustadizo y aturdido consultante, que al igual que todos los «vivos» padecen de algo en este mundo terrenal.
Según un experto en estos menesteres mágico-religiosos vuduistas, cuando un ser «cabalga» (monta) a «caballo» sobre una persona con luz para recibirlo, éste adopta postura, mente y habla de aquél. En el caso de Belié Belcán, que representa al Arcángel San Miguel, cuando el médium se para y avanza algunos pasos se nota su cojera, pues este santo varón, es renco de una pierna, producto de una herida que se la provocó Lucifer en una pelea, según La Biblia. Pero a la vez tiene más fuerza que un ser vivo, según la fortaleza del médium (pues será sumatoria del midiun y la fuerza del misterio, la que tiene a nivel espiritual, capaz de tumbar a cualquiera al suelo y dejarlo ahí tirado por largo rato, sin que el desdichado pueda levantarse, aún no le duela ningún músculo, ya que éstos están un poco entumecidos.
Probablemente existen tantos misterios o seres como santos bíblicos; los luases, lucumíes o yorubas, según el país, tienen su representación en el santuario católico, forzando un sincretismo, una mezcolanza increíble, pues muchas veces (o casi todas las veces) la representación espiritual de los seres (o sea, sus dominios y funciones o especializaciones en algo concreto de la vida humana), nada tiene que ver con el significado de los santos católicos con que se identifican. Esto es, un loás como Belié Belcán que tiene su símil en San Miguel, nada tiene que ver con el San Miguel del santuario católico, quien mantiene preso al Diablo, en tanto Belié es un jefe de una de las tantas divisiones o corrientes de misterios que existen y su misión es tratar de resolver problemas humanos de índoles físicas o sentimentales y ayudar en el avance espiritual de un médium, y repartir responsabilidades dentro de la división ministerial que dirige, nunca de proteger a los humanos de un maleficio luciferino. En el vudú Belié representa al santo católico San Miguel, quien tiene encadenado al mismísimo Diablo. Pero en el sincretismo, Belié no persigue a Lucifer.
En este sentido, los principales loases que tiene el vodú dominicano-haitiano son: Ogún Balenyó, que es San Santiago, Candelo Cenifé, San Carlos Borromeo; Ana Isa Pie, Santa Ana o Santa Inés del Monte, Metré Silí, que es Santa Clara; Tinyó Alové, está asimilado en San Rafael. También persisten Changó, que es Santa Bárbara Bendita; Samedí o Barón del Cementerio, que es San Elías (el que subió al cielo en un carro de fuego, según La Biblia, en su antiguo testamento).
De igual modo, Papá Legbá se identifica con San Antonio, extendido también a San Pedro, en el sistema Yoruba-Orixa en Brasil (dos santos disímiles para un mismo misterio), y llamado Babalú Ayé en el sincretismo lucumí (Oricha, Cuba). También a San Pedro, se le ve como loás, y se le identifica como Tiyán y como Pie Básico (esto es, un santo para dos misterios), y se le considera como jefe de guerra, casi un Dios, como Marte en la mitología griega, y en el naturalismo-barbarismo Germánico, de los tiempos aquéllos, cuando los dioses eran alados e indocumentados (otra perogrullada intelectualoide mía…).
Seguimos: lnosat es Santo Niño de Atocha, también le llaman Massiá Noiqué y Candelito, hijo de Candelo (un mismo santo niño para varios misterios vuduistas también niños). Incluso Santa Malta tiene su representación loás en un misterio hembra que se revuelca en el suelo como culebra. Sólo he de citar algunos casos, para no extenderme demasiado.
Quiero expresar una nota curiosa. A pesar de que muchos de los misterios son curanderos, el médico santo venezolano, San Gregorio, no tiene un representante en ninguno de los sistemas espirituales: Loás, Lucumí, Orixa. Otro dato: En todos los sistemas de seres existen subdivisiones, 21 exactamente, que se caracterizan por sus funciones y sus poderes en cabeza de caballos; cada división está dirigida por un misterio importante.
Existen varias categorías que dependerá de su origen universal, su espiritualismo y su arraigo terrenal: los Guedé (a la cual pertenecen la mayoría de los mencionados más arriba); los Petró, que viven en un mundo más hacia el fondo de la tierra; los Radá, y los Espirituales, que viven en un aura más celestial (como Metré Silí, que es Santa Clara en el santoral católico, ésa que tiene un joyel interminable rodeando todo su cuerpo, sobretodo collares diamantinos y rosarios con redondeadas cuentas de ópalos opacos, o de porcelana…).
Y así sucesivamente, como queriendo decir que también ellos tienen sus categorías o estrato social (¿por qué, entonces, quejarnos nosotros los vivos, de nuestra semejante y cruel verdad, en nuestra división social? Las clases sociales también son un misterio a resolver dentro del mundo religioso oficial, vale decir, la cristiana, la musulmana, la hindú, la budista –en tanto esta última es espiritual, aunque no muy religiosa, es más una postura conductual, un sesgo en la interpretación de la concepción del mundo).
Todos estos nombres y divisiones de misterios no es un invento o perogrullada de quien escribe, es el producto de un buen tiempo de investigaciones, recogiendo datos, entrevistando a los mismos misterios. Son informaciones que vienen de generación tras generación y que han ofrecido los mismos misterios a través de los cientos o miles de caballos o médiums que han existido, existen y existirán, porque mientras haya humanidad concurrirán en el mundo terrenal, para incredulidad de cientos de seudos-científicos que descreen de esta realidad palpable, a veces por prejuicio científico, que a la vez es una paradoja infantil, por su actitud acientífica, lo que los contradice, porque el mismo científico asegura que la ciencia no descarta nada, de plano, hasta comprobar su certeza o su falsedad: «El que no investiga no tiene derecho a la palabra», decía el filósofo-político chino: Mao Set Dong -o Tung-.
Con aprehensión lo digo, y en este sentido anotamos lo siguiente, para darle credibilidad a lo antes dicho: la ciencia adopta tres tipos de conocimiento, a saber:
–1– La Investigación del hecho, que usando una metodología (o sea, conjunto de métodos) y técnicas específicas (según se adapten al hecho a investigar), aborda la materia; por lo tanto la trata, la analiza o describe o la sintetiza directa o indirectamente. Esto es, la conoce.
–2- La comprobación del hecho a investigar; o sea, en los resultados de dicha investigación, sean falsos o verdaderos, la conclusión siempre será una verdad no concluyente.me explico, debe ser sometido a sucesiva comprobación, aún se tenga una respuesta preliminar.
Y –3– Ninguna verdad es absoluta, universal; se puede decir que Dios no existe, porque no existen pruebas fehacientes, en lo inmediato, de su existencia; pero tampoco no hay forma de negar su inexistencia, no hay método de ningún tipo que pruebe la ¨verdad¨ de los ateos. Por otro lado, decir que existe resulta arriesgado, intangible, porque es imposible de comprobar. Y en ese sentido, pues, sólo existen los actos de fe, de esperanza, de ideología sin fundamentos, en tanto es mental, no una concreción. A la razón científica le resulta improcedente, por no decir imposible, afirmar su existencia de dios. Einstein decía que a veces se vale creer, pero sin mucha convicción, ¨por si acaso¨.
La santería, el sincretismo domínico-haitiano es una realidad. Pero, asimismo, puede ser una ficción. Negar el espiritualismo o la santería, sin previa investigación para determinar su veracidad o su falsedad, es negar la ciencia y negarse a investigar. Se puede tener fe en cualquier manifestación religiosa. Sin embargo, la fe no determina la veracidad del hecho, del acto mágico-religioso.
El autor es…
-Periodista, Publicista, Cineasta, Catedrático (UTESA, O8M…).
-Cultor literario: poeta, narrador, dramaturgo, ensayista.
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