Moscú.- Al tiempo que afloraron al espacio público las posiciones encontradas de algunos países europeos respecto al posible suministro de cazabombarderos a Ucrania, Rusia siguió insistiendo ayer, por boca de la portavoz de la cancillería, María Zajarova, en que la decisión de entregar los tanques pesados Abrams estadunidenses, Leopard alemanes y Challenger británicos confirma que “la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) está implicada por completo en la confrontación con Rusia y ésta es cada vez mayor”, acusación que provocó otra polémica entre los aliados noratlánticos.
Zajarova se dirigió al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, para lanzarle estas preguntas: “¿Usted de verdad cree que los ciudadanos de la Unión Europea y de la OTAN son unos auténticos imbéciles? ¿En serio considera que al mandar tanques que deberán ser manejados por personas contratadas por las embajadas ucranianas en el exterior, convertidas en centros de reclutamiento de ciudadanos ucranianos y de otros países, ustedes no son todavía parte del conflicto?”.
Según la vocera de la cancillería rusa los carros de combate enviados a Ucrania están destinados a cumplir tareas ofensivas y Washington no oculta que ese armamento debe ayudar a Kiev a liberar los territorios ucranios, incluida Crimea.
“Crimea es territorio de Rusia. Lo fue, es y será”, enfatizó Zajarova, añadió que “hace tiempo que no se puede hablar de ninguna defensa de Ucrania” y aseveró que Kiev y Occidente “están dispuestos a todo con tal de causar el mayor daño a Rusia”.
Estados Unidos y sus aliados, que de modo gradual suben el nivel del armamento que proporcionan a Ucrania en volumen y calidad, son cuidadosos en insistir en que “no son parte del conflicto y sólo ayudan a Kiev a liberar su territorio invadido”.
Palabras más, palabras menos esa tesis de la supuesta neutralidad se escucha desde Washington y se repercute desde cualquier capital europea. Pero siempre hay alguien que se sale del guion y afirma lo que en realidad piensa, aunque luego tenga que decir que donde dijo no dijo…
Algo así le pasó a Annalena Baerbock, ministra de Relaciones Exteriores de Alemania, quien el jueves declaró que “estamos librando una guerra con Rusia y no entre nosotros”, en alusión a que la Unión Europa no debe atribuirle a alguno de sus integrantes la culpa por las discrepancias en materia de suministro de armamento a Kiev.
El presidente francés, Emanuel Macron, precisó de inmediato que “ni Francia ninguno de sus socios está en guerra con Rusia” y más tarde el propio ministerio de Baerbock tuvo que desmentir lo dicho por ella:
“La ministra enfatizó que Europa debe permanecer unida contra esta guerra”, que también “vulnera el orden de paz europeo y el derecho internacional” y, en ese sentido, “no hay duda: apoyar a Ucrania a ejercer su derecho a la autodefensa no convierte a Alemania en parte del conflicto”, comunicó.
De un extremo al otro, el jefe de Baerbock, el canciller federal alemán, Olaf Scholz, se posicionó ayer como uno de los dirigentes europeos más reticentes a entregar a Ucrania los cazabombarderos que solicita, y que será tema de discusión a puerta cerrada a mediados de febrero en la base militar de Ramstein, Alemania.
“Hasta ahora, no ha pasado y nunca va a pasar”, indicó al hablar en el Bundestag (Parlamento) sobre la posibilidad de mandar aviones de combate o soldados a Ucrania. Su flamante ministro de Defensa, Boris Pistorius, se alineó por completo con Scholz: “El canciller lo dijo con toda claridad, y yo comparto su punto de vista”.
En cambio, Países Bajos y la República Checa, por conducto de sus ministros de Relaciones Exteriores, deslizaron ayer que estarían dispuestos a estudiar con “mente abierta” el envío de cazas F-16 estadunidenses o similares, si Ucrania los solicita de modo oficial.
En ese contexto, el consejero adjunto de seguridad nacional de Estados Unidos, Jon Finer, dio a entender que Washington no excluye entregar a Kiev “ningún sistema concreto de armamento”. Ante la pregunta del canal estadunidense NBC sobre la petición de cazas F-16 formulada por Ucrania, Finer prometió “estudiarla”.
Polonia, que en lo que va de guerra ya envió a Ucrania 250 tanques, confirmó ayer que, junto con las unidades de Leopard 2 que ya ofreció, le hará llegar 60 tanques PT-91, que es la modificación polaca del tanque soviético T-72M1.
Y además, Varsovia usó la guerra en Ucrania como argumento para no invitar a Rusia a la ceremonia de conmemoración del 78 aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, en el sur de Polonia, que cada año se lleva a cabo el 27 de enero como Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto.
En un acto conmemorativo en el Museo Judío de la Tolerancia en Moscú, el gran rabino de Rusia, Berel Lazar, declaró que “esto, por supuesto, es humillante para nosotros: sabemos perfectamente y recordamos el papel del Ejército Rojo en la liberación de Auschwitz, en la victoria sobre los nazis”. Y agregó: “Cada pueblo debe siempre encontrar medios para reconocer a quienes lo salvaron de la extinción”.
El titular del Kremlin, Vladimir Putin, al recibir este viernes a Lazar y al presidente de la federación de comunidades judías, Aleksandr Boroda, aprovechó la efeméride para justificar su “operación militar especial” en Ucrania:
“Olvidar las lecciones de la historia lleva a repetir terribles tragedias. Prueba de ello son los crímenes contra civiles, la limpieza étnica, las acciones punitivas organizadas por los neonazis en Ucrania”, señaló.
Para él, “todo intento de revisar la contribución de Rusia a la Victoria en la Gran Guerra Patria (en la Segunda Guerra Mundial) equivale a justificar los crímenes del nazismo y abre la vía al renacimiento de su ideología criminal”, insistió el presidente ruso.
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