Qué es la Oniomanía, y como esta enfermedad podría llevarte a la quiebra en Navidad

Karen Fabián

Durante las fiestas decembrinas es común comprar regalos para nuestros seres queridos y para uno mismo. Sin embargo, algunas personas experimentan ansiedad y una necesidad compulsiva por adquirir cosas que no necesitan, llegando a sentir culpa y hasta depresión después de conseguir lo que desean.

En psicología, este comportamiento es conocido como oniomanía, una enfermedad que provoca que, quien la padece, no pueda controlarse para adquirir cosas.

Pese a que los manuales de psiquiatría, como el famoso DSM-5, que clasifica y ofrece un diagnóstico detallado de los diversos trastornos mentales, no incluyen a las compras compulsivas como una enfermedad, algunos especialistas consideran que se trata de un tipo de adicción conductual similar a la ludopatía, que es la adicción por jugar apostando dinero.

Por consiguiente, mientras una persona común disfruta al comprar algo que desea, quien padece oniomanía sufre ansiedad y, en cuanto consigue lo que desea, tiende a perder la sensación de disfrute y hasta puede devolver sus compras o, incluso, almacenar el objeto. Además, este comportamiento puede afectar seriamente las finanzas de quien lo sufre, pues las compras compulsivas van aparejadas de un mal uso del dinero y de la acumulación de deudas.

De acuerdo con datos del sitio de internet Top Doctors, que conecta a pacientes con especialistas médicos privados en Europa, Latinoamérica y Estados Unidos, cerca del 7% de la población mundial vive con esta enfermedad, siendo las mujeres las más afectadas.

La psicoterapeuta, escritora y maestra en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Glafira Rocha, explicó que, para distinguir la oniomanía de un comportamiento «normal», la funcionalidad es un factor clave. Dicho en otras palabras, si una persona ya «no puede funcionar socialmente y ya solo tiene la necesidad o la proclividad de estar comprando, ya estamos hablando de una disfunción, porque ya no puede contenerse».

Así, para la psicoterapeuta, cuando se llega a ese punto, estamos ya en el campo de las adicciones porque, quien lo padece, ya no puede detenerlo, mientras que cualquier cosa que suceda, va a ir más allá de sus posibilidades, por lo que su comportamiento «tendrá que ser tratado como una adicción».

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la adicción como una enfermedad física y psicoemocional que genera una dependencia o necesidad, ya sea hacia una sustancia, actividad o relación. Se caracteriza por un conjunto de síntomas y signos que involucran factores biológicos, genéticos, psicológicos y sociales. Se trata, además, de una enfermedad progresiva, caracterizada por episodios continuos de descontrol, distorsiones del pensamiento y negación de la enfermedad.

La Navidad y el placer de comprar

La especialista explicó que la adicción a las compras se intensifica en estas fechas debido a la publicidad excesiva. «Tiene que ver con todas las necesidades que nos siembran, por llamarlas así, mediante las ofertas, porque toda oferta crea una necesidad».

Pero todo esto tiene un origen y, si retrocedemos al proceso de la infancia, apunta Rocha, no solo en la época navideña, sino en fechas como el 14 de febrero, el Día de las madres, etc., las personas van creando una necesidad por comprar, «porque nos dicen que el amor se va a demostrar a partir de lo que tú le regales al otro». Por ello, la persona que no regala algo puede sentirse desafortunada y relegada de una sociedad que todo el tiempo está comprando.

«Entonces, a partir de eso, de una sociedad del marketing constante desde que somos niños, ya vamos asociando la época navideña con las compras, a pesar de que la época navideña, se supondría que tiene un contexto mucho más general, a partir de lo que se cree que puede ser la unión y el amor», detalla la psicoterapeuta.

Para corregir esta patología, Glafira Rocha comenta que lo ideal sería desde la infancia, en donde se promueva en la niña o el niño la idea de que la compra o el regalo no se relaciona necesariamente con un premio o castigo. Y es que, de acuerdo con la terapeuta, está muy normalizado que cuando a los infantes les va bien en la escuela, se les da un premio o regalo y, a partir de ahí, se empieza a convertir en una exigencia recibir un estímulo placentero. Entonces, una niña o niño que recibe un premio porque hace las cosas bien, «además de ser un menor dogmatizado o amaestrado», empieza a relacionar los regalos con una necesidad de sentir placer.

Pero si nosotros rompemos desde la infancia con la idea del premio y el castigo, continúa la especialista, y apuntamos a otras perspectivas, como el compañerismo y la responsabilidad, esto puede ayudar a «que no se vaya sembrando la idea del consumismo».

Otro aspecto que no hay que dejar que pase desapercibido es que, actualmente, la sociedad es mucho más proclive al placer a corto plazo, de acuerdo con la maestra en filosofía. Algo que se ha exacerbado especialmente gracias a la tecnología y las aplicaciones de compras. Por ello, si las personas constantemente están sucumbiendo al placer a corto plazo, no solo en las compras, sino en la comida o ante cualquier deseo, es más fácil llegar a la adicción.

«Al satisfacer constantemente nuestros deseos, tenemos una descarga de dopamina que nos va a llevar a querer rápido todo lo que necesitamos. Y si a esto le sumamos que vivimos en una sociedad capitalista, en donde todo el tiempo están bombardeándonos con esto, pues va a ser inevitable el placer a corto plazo y, ahí, una de las formas que también funcionaría para una reeducación, ya que somos adultos, tiene que ver con un proceso de autoconciencia», apunta Glafira Rocha.

Autoconsciencia y ayuda terapéutica, claves contra la oniomanía

Cuando una persona se hace consciente de que su necesidad de adquirir objetos se le escapa de las manos y ya no puede parar, la psicoterapeuta considera necesario buscar ayuda profesional, para poder «llevar una reeducación». Es decir, darse cuenta de que se tiene un problema puede ser el primer paso, pero no es suficiente, precisa Rocha.

Sin embargo, si la persona piensa que todavía puede sobrellevar la situación, Glafira Rocha recomienda realizar un pequeño ejercicio. Así, lo primero que hay que hacer, explica la terapeuta, es incomodarse, detenerse y tomar consciencia de lo que está sucediendo. Posteriormente, a esto se le puede sumar un autoanálisis, «es decir, una serie de preguntas en donde yo diga: ¿lo necesito realmente? ¿Para qué lo necesito? ¿Moriría si no tengo ese producto? A partir de esa serie de preguntas, lo que puede surgir es que tú misma te convenzas [de que no lo necesitas]».

De esta manera, cuando se empieza a tener control de uno mismo, añade la experta, lo que resulta es la confianza y la autolimitación. Sin embargo, la psicoterapeuta precisa que el proceso no es sencillo, por lo que contar con acompañamiento terapéutico puede ser mucho más afectivo para romper con estos patrones.

Otras recomendaciones incluyen evitar ir de compras si se está en un estado de euforia o ansiedad, elaborar un presupuesto y, finalmente, planear nuestras compras y apegarnos a una lista.


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