Moscú. Domingo de sorpresas en Rusia, el presidente Vladimir Putin destituyó a su ministro de Defensa, Serguei Shoigu, pero lo nombró, mediante decreto, secretario del influyente Consejo de Seguridad, en lugar de Nikolai Patrushev, una de las personas más cercanas al mandatario y que, dentro de unos días, “recibirá otro encargo”, y propuso como nuevo titular de la dependencia militar al economista Andrei Belousov, una simple formalidad dada la composición del Senado que el martes siguiente debe ratificar las designaciones presidenciales de los ministros del bloque de seguridad y defensa.
Estos cambios asombraron a quienes siguen de cerca el quehacer político interno de Rusia, por cuanto no estaban dentro de las inevitables cábalas que surgen en el mes de mayo después de la toma de posesión de Putin para un nuevo periodo presidencial y, en el caso concreto de Shoigu, las opiniones se dividieron: unos veían improbable su remoción en plena “operación militar especial” desde febrero de 2022 y otros estaban convencidos de que no podría seguir al frente del ministerio de Defensa, después de hacerse público el escándalo de corrupción que llevó a la prisión preventiva en espera de juicio a su protegido Timur Ivanov, destituido de inmediato como viceministro.
Ningún vaticinio acertó a anticipar el nombre del sucesor de Shoigu, sobre todo después de que Andrei Belousov parecía haber caído en desgracia al perder el cargo de primer viceprimer ministro, el segundo en jerarquía en el gobierno, encabezado por Mijail Mishustin, quien repite en el cargo. Pero casi todos coinciden en que la remoción de Shoigu no implica un cambio de estrategia en el ejército, pues el general Valeri Guerasimov, titular del Estado Mayor, es quien está al frente de la operación en Ucrania.
Al poner Putin a un economista de su entera confianza al frente de la dependencia militar como es Belousov, que durante muchos años se desempeñó como su asesor económico, parece claro que su función será meter orden en los millonarios flujos que maneja el ministerio que, por la operación en Ucrania, tiene el presupuesto más grande de la historia reciente del país.
El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, lo explicó así: “Hoy en el campo de batalla gana quien esté más abierto a la innovación, quien está más abierto a la instrumentación operativa (de las decisiones). Y por eso el Presidente decidió que en esta etapa un civil encabece el ministerio de Defensa”. Peskov confirmó que el Estado Mayor del ejército seguirá ocupándose de la “parte militar”, lo cual es un espaldarazo a Guerasimov.
El sustituto de Belousov en el gobierno, Denis Manturov, quien era ministro de Industria y Comercio, será el segundo de a bordo en el gobierno. Se comenta que es una persona muy cercana a Sergei Chemezov, antiguo colega de Putin en la estación del KGB soviético en Dresde (Alemania del Este) y se desempeña como director general de la corporación pública RosTej, que concentra la producción de armamento en el país mediante casi un millar de empresas.
Al quitar a Shoigu del ministerio de Defensa, todo indica, que Putin procedió como hizo en 2012 con su antecesor, Anatoli Serdiukov, quien se vio envuelto en el escándalo de corrupción que protagonizó Yevgueniaya Vasilieva, a la sazón su amante, que privatizó en beneficio personal muchos edificios y otras instalaciones militares. Así como Vasilieva tuvo que pasarse una temporada en la cárcel es probable que le suceda lo mismo a Ivanov, pero a diferencia de Serdiukov, quien tuvo un problema adicional al estar casado con la hija de Viktor Zubkov, más cercano a Putin que él, Shoigu, aunque también perdió la cartera, fue reubicado en un cargo equivalente, al frente del Consejo de Seguridad, pero menos expuesto a los reflectores mediáticos.
No es claro dónde va a reubicar Putin a Patrushev porque en la pirámide de poder ya no quedan cargos más importantes que el que deja en manos de Shoigu. Pero no pasó inadvertido que su salida del Consejo, tras 16 años de encabezarlo, pudo haber sido parte de un entendimiento que incluye el ascenso a viceprimer ministro de su hijo, Dimitri Patrushev, que era ministro de agricultura. Por cierto, cuatro gobernadores de entidades federales serán ministros, entre ellos, Serguei Tsiviliov, gobernador de Kemerovo, que asumirá la cartera de Energía y está casado con una sobrina en segundo grado de Putin.
Salvo en Defensa, no habrá cambios al frente de los restantes ministerios, así como en las carteras clave que dependen directamente del Presidente. Entre otros, repiten en Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov; en Interior, Nikolai Kolokoltsev; en el FSB (Servicio Federal de Seguridad), Aleksandr Bortnikov; en el SVR (Servicio de Inteligencia Exterior), Serguei Naryshkin; en la Guardia Nacional, Viktor Zolotov; en el FSO (Servicio Federal de Protección), Dimitri Kochniev; en Justicia, Konstantín Chichenko; y en Situaciones de Emergencia, Aleksandr Kurenkov.
Efectos de la salida de Shoigu sobre la operación en Ucrania
Las noticias que llegan del frente confirman que la remoción de Shoigu no va a influir en un cambio de estrategia en la operación militar. Rusia reportó la “liberación” de otras cuatro pequeñas localidades este domingo, continuando de ese modo los ataques que emprende el ejército ruso desde hace días en la región de Járkov, donde se llevan a cabo “encarnizados combates” (presidente ucranio, Volodymir Zelensky, dixit).
Los expertos apuntan dos explicaciones al repentino interés ruso por avanzar en la región de Járkov, que ya habían ocupado en los primeros meses del conflicto armado y que recuperaron los ucranios, mientras parece estabilizarse la situación en otras partes del frente, sobre todo en Donietsk y Lugansk.
Unos apuntan que el ejército ruso en efecto quiere establecer una suerte de zona buffer para proteger Belgorod y otras regiones fronterizas de Rusia frente a las incursiones de grupos paramilitares rusos, calificados de “terroristas” por Moscú, que combaten del lado de Ucrania. Otros creen que el ejército ruso es consciente de que no podrá avanzar lo suficiente, pero los ataques obedecen a la intención de distraer fuerzas del enemigo, lo cual ciertamente está ocurriendo con las tropas que el mando militar ucranio está moviendo desde otros puntos del frente.
Para tomar Járkov, la segunda ciudad en importancia de Ucrania y número de población con un millón 200 mil habitantes, el ejército ruso –en opinión de especialistas– necesitaría no menos de 300 mil soldados sólo para esa misión, lo que en este momento parece no tener disponibles, a diferencia de misiles, bombas de aviación y proyectiles de artillería, que facilitan el avance de la infantería tras arrasar las localidades.
Juan Pablo Duch, corresponsal Jornada
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