(AFP) Francia.-Apenas superado el duro conflicto social por la reforma de las pensiones, el presidente Emmanuel Macron enfrenta una ola de violencia juvenil en los suburbios de las ciudades provocada por la muerte de un joven baleado por la policía.
Cuando logró salir de la crisis desencadenada por su impopular reforma de las pensiones, el presidente se dio 100 días, hasta el 14 de julio, para «apaciguar» el país y encarrilar su segundo mandato presidencial, un objetivo que parecía ir por el buen camino.
Sin embargo, a dos semanas de que se cumpla el plazo, el dirigente se encontró con una erupción de violencia urbana que ya encadena cinco noches de disturbios y saqueos, tras la muerte el martes de Nahel, de 17 años, baleado por un agente al saltarse un control de tráfico.
Si hace pocos días, Macron se daba un baño de multitudes en los barrios «sensibles» de Marsella (sur) hoy la ciudad acumula, como otras urbes y localidades de Francia, imágenes de ayuntamientos, escuelas o tranvías en llamas, y comercios saqueados.
«Es una muy mala noticia para el jefe de Estado y su estrategia de dejase llevar hasta el 14 de julio apostando por la inactividad habitual del mes de agosto y la remodelación de su gobierno a fin de cerrar el paréntesis de las pensiones», opina el politólogo Bruno Cautrès.
Los disturbios urbanos también obligaron el sábado al presidente a aplazar su visita de Estado a Alemania, prevista para el domingo.
Emmanuel Macron desea «quedarse en Francia en los próximos días», indicó el Elíseo.
La visita de Carlos III de Inglaterra en marzo ya fue anulada debido a la crisis social de las pensiones.
«Tras los chalecos amarillos, el covid, la guerra en Ucrania… no se salvó de nada», lamenta un diputado de la mayoría parlamentaria.
– Juegos Olímpicos en un año-
Para Bruno Cautrès, la situación actual «es demasiado», en un momento en que los franceses tienen, más que nunca, «una sensación de pérdida de perspectiva muy grande».
«La gente está estupefacta, asombrada de ver a nuestro país encadenar tensiones, violencia y crisis, una tras otra», señala.
Durante la crisis de las pensiones, el jefe de Estado fue criticado por un exceso de autoritarismo y verticalidad; ahora corre el riesgo de enfrentarse al reproche exactamente opuesto.
«Será juzgado por su capacidad de rebajar las tensiones. Para él, el riesgo es parecer débil y con falta de resolución», subraya el profesor Jean Garrigues, experto en historia política.
La primera declaración de Macron tras la muerte del joven denunciando un acto «inexcusable» de la policía ya provocó úlceras entre la derecha.
Luego, el mandatario denunció la violencia «injustificable» que está incendiando las ciudades de Francia y afirmó que está dispuesto a adaptar a la situación el dispositivo de las fuerzas del orden «sin tabúes», aunque de momento no parece que vaya a decretar el estado de emergencia que exigen la derecha y ultraderecha.
En todo caso, el ejecutivo tendrá que revisar sus prioridades y volver a colocar en los primeros puestos de la lista los temas de seguridad, así como afrontar el debate sobre las reglas de intervención de la policía.
«Ningún líder puede arriesgarse a un nuevo estallido como este dentro de unos meses», considera Bruno Cautrès, máxime a poco más de un año de los Juegos Olímpicos de París.
Y, al igual que al presidente Jacques Chirac y su ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, les funcionó durante los disturbios en el extrarradio de 2005, una «política de firmeza también podría dar sus frutos a Emmanuel Macron», argumenta Jean Garrigues.
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