La juventud bombardeada, la sociedad sin esperanza

EDUCACIÓN Y DESARROLLO

Por Renzo Delgado

Lo real y lo irreal se convierten en una imitación vacía del otro, según el analista Berrido -2022-. El mundo está al revés para algunos, para otros se logra una oportunidad para homogenizar al ser humano, para que sus gustos se sitúen sólo en una dimensión, donde la no-criticidad y la irreflexividad se conviertan en el modus operandi. No cuestionamos nada porque lo perderíamos todo. Es el tiempo en el cual los serviles se hacen reyes.

El dominio dentro de la psique sólo es posible a través de las emociones, que constituyen el nivel prerreflexivo e inconsciente del humano, según B. Ch. Hann, -2016-.

Las estimulaciones hormonales logran el resultado deseado a través de los procesos bioquímicos, a fin de ir directamente a las emociones y así modificar los gustos, encauzar a la merced de poderes non santos o del comercio, o de lo social y/o lo cultural. Se ha formado la tiranía algorítmica que logra la deshumanización donde la voluntad libre ha dejado de serlo.

Las emociones consumen y esto se logra con el tintineo musical del momento, el famoso beat, una clave rítmica que logra en el que escucha, sobre todo el joven, hacer que viva el momento y que no atienda las tendencias sociales que procuren ser diferente, critico, creativo y reflexivo. Es la hora de los estereotipos. Hoy el hombre es mercancía, pero no en su constitución física, en su estado emocional, creando el ser humano con la personalidad del momento, aquélla que busca like, que camina con prisa para llegar a un trabajo conectado, que saldrá a las cinco reuniéndose en la esquina a fumar hooka, a comentar el último carro, a vestirse y a pensar homónimamente.

Hay que defenderse al estilo Ulises, como en La Odisea, de Homero, donde se relata el regreso de Ulises a Ítaca, y su aventura y su determinación para conseguir lo que se proponía, a pesar de haber tenido en su trayecto enormes batallas contra los ruidos contaminantes -un ejemplo de esto lo tenemos en el encuentro que sostuvo con las sirenas que cantaban hasta producir la muerte a quien la escuchara-, entonces, Ulises hace que un gladiador tapone los oídos a los que van con él, en tanto se aferra al mástil para no sucumbir a la atracción mortal de la música. 

Arnold Schönberg estableció en sus composiciones la disonancia, donde los contrastes llevan la voz cantante, usando la música dodecafónica, que no es más de la secuencia de las doce notas tocadas en serie y que cada una debe sonar una vez.

Theodor Adorno habló a través de sus escritos de filosofía sobre la música, estableciendo correlatos entre lo uno y lo otro,  así como el que escucha como el que la produce.

La industria cultural acaba por aprestarse a hacerse cargo de la música en su conjunto. Incluso la que es diferente perdura económica y socialmente sólo bajo el amparo de la industria a la que se opone: una de las contradicciones más flagrantes en la situación social de la música.

Lo que prima en todo esto no es más que el interés de subyugar al ser humano para ponerlo al servicio de la mercancía.

Este es intento de cambiarlo todo, pero desde la música, no con el auxilio de otras ciencias: computacionales , psicológicas y sociales.

La música, la más excelsa de las manifestaciones artística, ha quedado cooptada por el influyente mundo de las redes. Resulta entonces que la canción ha quedado reducida a una letra pueril, soez y desvinculante de lo social.

No es el ser humano, lo que se busca es la mente del ser humano, para que desde allí sucumba ante la imposición de un modelo que sea un traje hecho a la medida, para los oyentes en cualquier parte del mundo.

El autor es Ingeniero, Master y Catedrático. Poeta, Novelista, y Ensayista.

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