Caracas, (EFE).- El capítulo probablemente más relevante de la vida política del antichavista Juan Guaidó, al menos hasta la fecha, se cerró el pasado 30 de diciembre, cuando la mayoría de los exdiputados que lo apoyó desde 2019 en su aventura como «presidente encargado» de Venezuela lo condenó al ostracismo, al votar por la eliminación del llamado «gobierno interino».
Y la guinda del pastel la puso este jueves buena parte de esos exparlamentarios de 2015, cuyo período venció en enero de 2021, al remover a Guaidó de la presidencia del legislativo paralelo -que desconoce al Parlamento actual, controlado por el chavismo-, que ahora ocupará Dinorah Figuera, exiliada en España.
Así, el antichavista, ingeniero de 39 años, ve reducido su protagonismo en la lucha contra la llamada revolución bolivariana, en el poder desde 1999, tras cuatro años cargando sobre sus hombros la responsabilidad de generar un cambio en el país y liderando un desafío a la legitimidad de Nicolás Maduro como mandatario.
Su labor se había convertido en la crónica de un fracaso anunciado, al extender un gobierno paralelo que, pocos meses después de su creación, fue perdiendo la confianza de millones de venezolanos con la misma velocidad con la que se la había ganado.
Al mismo tiempo, el expresidente del Parlamento -cargo que ostentaba cuando se autoproclamó «mandatario interino»- vio también mermar el reconocimiento internacional, que en un primer momento llegó a sumar más de medio centenar de países que, junto a millones de venezolanos, vieron en él el rostro de quien conduciría a la nación a una nueva era.
POLÍTICO DESDE JOVEN
En su adolescencia, Guaidó, elegido diputado por el costero estado de La Guaira, cercano a Caracas, sobrevivió a la «tragedia de Vargas», como se conoció a las lluvias e inundaciones que dejaron miles de muertos y desaparecidos, y trastocaron la normalidad de esa región en 1999.
Inició su carrera política como líder estudiantil, vinculado con la social democracia, en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), hasta que se unió a Voluntad Popular (VP), partido liderado por Leopoldo López.
Su primer escaño en el Parlamento lo ganó como diputado suplente para el período 2010-2015, y luego fue designado como candidato a legislador principal por su partido en ese último año.
En su trabajo parlamentario, defendió la soberanía de Venezuela sobre el Esequibo, una zona en disputa con Guyana y que supone un tercio del territorio de este país, y denunció el entramado de corrupción gubernamental por el caso Odebretch.
El 2018 de Guaidó, padre de dos niñas y aficionado al béisbol, un deporte considerado como el «pasatiempo nacional» en Venezuela, estuvo marcado por una intensa actividad social y el encuentro con luchadores sociales de distinto signo.
UN FUGAZ ASCENSO
Tras el triunfo electoral en 2015, que permitió a la oposición controlar el Parlamento, las principales agrupaciones del antichavismo acordaron rotar entre ellas la presidencia del poder Legislativo cada año, y en 2019 le correspondió a VP, justo cuando vencía el último mandato de Maduro que la oposición consideró legítimo.
El opositor, entonces de 35 años, subió a la presidencia del Parlamento en enero de 2019 y acaparó los focos, convirtiéndose rápidamente en el nuevo líder del antichavismo.
Guaidó reclamó para sí el poder Ejecutivo citando artículos de la Constitución que permiten al líder del Legislativo ocupar la Presidencia de la nación cuando se produzca una falta absoluta del jefe del Estado, algo que la mayoría de diputados consideraba que ocurría entonces.
Junto al grupo que lo respaldó, reinterpretó, con una particular lectura, la Constitución para extender su «presidencia interina» por casi cuatro años, si bien el artículo que sustentó su autoproclamación le daba 30 días para convocar a elecciones.
Casi 1.500 días después, no hubo nunca un llamado a las urnas, mientras que Maduro, su adversario, no solo se consolidó aun más en el poder, sino que ha venido recuperando un reconocimiento que, cuatro años atrás, Guaidó le había arrebatado.
Y hoy, cuando el «exmandatario interino» fue condenado definitivamente al ostracismo, pidió que la lucha contra «la dictadura» de Maduro no sea abandonada por los países que le acompañaron en su cruzada, algo que está por verse, con un chavismo que trabaja para restablecer todo tipo de relación diplomática.
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