Educación y Desarrollo
Renzo Delgado
La enorme carga que representa para una familia de escasos recursos de tener un hijo o hija con situación especial puede ser enorme. No es comparable a que el Estado permita que lo haga un centro liderado por una especialista o alguien que pretenda serlo. Decir yo soy un especialista de enseñanza en Método Braile, o tengo una Maestría en Logopedia, o nuestro equipo tiene el Know How de trabajar con niños del espectro autista sin supervisión, no es muy plausible.
Dos ministerios en este caso deben inmiscuirse para limitar el accionar y que no intervenga un tercero.
Esto lo digo porque dos instituciones se cruzan y pueden ser los supervisores o fiscalizadores de cualquier persona que se llame o que se endilgue ser un entendido y quiera incursionar no sólo como inversionista, sino también como facultativo.
Dígase de otra manera, tiene los mecanismos de control para que una parte de la ciudadanía tenga un respaldo oficial ante tanta ignominia, dando seguimiento a un negocio de tantas aristas como un colegio especial.
Salud Pública y Educación son los dos primeros y el tercero es la Procuraduría de la República.
Escuchar a una joven envuelta en disquisiciones cantinflescas, haciendo disertaciones como: ¨Yo soy esto, aquello y lo otro¨. Una tarde es médico conocedora de la intríngulis cerebrales, pero ya en el día había sido psicóloga, no sin antes ser estructuradora de ambientes educativos, y en la nochecita neurocientífica de fuste, capaz de enfrentarse a los culebrones personajes del Senado de la República, defendiendo el derecho que subyace en los niños que son señalados como parte del grupo del espectro autista. Claro, después de un examen minucioso al respecto.
No sabe verbalizar qué es, qué título tiene. Se lo tiene que dar a su interlocutor para regodearse en lo que según ella sabe y lo sabe en demasía. Una cosa es segura, y es que el afán de los seres humanos de querer ser, de pertenecer, de poseer, nos está llevando a la falta de entendimiento entre nosotros. Pero también a no racionalizar o a reflexionar sobre las ideas, quedándonos en obtener el conocimiento a partir de los sentidos.
Isabel, de la West Indies University, trae unos padres que apoyan habilidad de la joven, y que dan fe y testimonio que su experiencia con la neurocientífica había sido fructífera en gran manera y que sus hijos han aprovechado de ese espíteme de la joven. Los domingos o los días de reunión cuando le tocaba decir palabras en un
lenguaje adámico, cosa que sólo ella entiende y que los pensadores y filósofos semióticos que ya se han inscritos en los talleres que la afamada cientista impartirá luego de cumplir con la justicia, a fin de poder entender lo que trata de comunicar.
Hoy está en una cárcel, pero ella ha querido demostrar que la experiencia que tiene, fruto de la consejería que da, no ella sino las personas que trabaja en el Kogland (si por palabras raras es se lleva los palmares), es lo que demuestra que su programa es capaz de mejorar el síndrome, cualquiera que éste sea y que esa validación está sin cuestionante de aquéllos que reflexionan sobre las ideas de esos males.
Cuántos más vendrán después de ella. El intrusionismo de extranjeros, porque hablan raro, es común. Siempre vemos aceptamos a aquéllos que cantan las palabras, que tienen sabor caribeño o que tienen pelaje raro.
Ella sólo está entre Lucas y Juan Mejías, entre ¨Ahí está el detalle¨ y el ¨Patrullero 777¨. Entre Limberg y su desaparecido hijo, entre los cultores del conocimiento que deriva de la experiencia no consignada en estadística y los racionalistas de fuste que dominaron todo el siglo XVII.
Una enseñanza en todo este problema de titularidad y la libre empresa, hasta qué punto debe ser fiscalizada, limitada por leyes, orientada por los ministerios envueltos sin que ningún humanista diga eso es coacción o los muchas veces esgrimidos como atentados a la libre empresa.
El estudio realizado por la ONE del 2005 al 2013, denominado como: Discapacidad en niños, niñas y adolescentes en la República Dominicana: situación y respuesta, aparte de ponderar cuáles son los problemas que presentan los niños que no les permiten avanzar como seres humanos con todas sus capacidades, instan a la creación de políticas de Estado, creadas para que el ciudadano en cuya familia exista un niño con situación especial no quede desamparado por desaprensivos sin alma que son capaces de inventarse ser profesionales del área, aprovechándose de su necesidad.
La educación no debe ser movida por el espíritu empresarial, aunque es necesario que el dinero vaya a renglones donde existan posibles mercados. Sin embargo, estos proyectos educativos deben ser dirigidos por especialistas experimentados, cuya hoja de servicio sean conocidas.
La enorme carga que representa para una familia de escasos recursos tener algún vástago con una situación especial y que no tenga accesibilidad a un lugar donde se le atienda y que brinde confianza de que allí ha de ser tratado por personas que sean especialistas, es un ideal y debe ser perseguido por la sociedad. El 4% también vale para esa educación, la educación especial.
El autor es Ingeniero, Magíster y catedrático.
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