El presidente no debió aparecer en esa foto

Por Claudio Acevedo

Si como dicen que una imagen lo dice todo y vale más que mil palabras, aquí estamos ante un caso que ejemplifica esa verdad de Perogrullo. Nos referimos a la imagen que inspiró estas líneas, donde el primer mandatario muestra toda la expresión de alguien que no está contento con una situación, en contraste con la contraparte que sí lo está.

Dicha grafica apareció en momento y en un marco donde el presidente Luis Abinader parecía ‘empantalonarse’ con una política migratoria más restrictiva y vigorosa frente a la emigración haitiana ilegal, y cuando la mayoría de los dominicanos se habían alineados detrás de él y de sus propósitos soberanistas.

En dicha fotografía se ve al mandatario Abinader con un rostro circunspecto, adusto, grave y serio que los lectores del lenguaje corporal sabrán identificar como el de una persona que no se sentía cómoda y estaba ahí por obligaciones protocolares. Fue una foto indebida que desdecía y debilitaba la imagen presidencial.

En tanto, contrario al jefe de Estado, su acompañante femenina en la foto grupal lucía una amplia sonrisa que denotaba satisfacción y alegría, como la de alguien que se siente cómoda y feliz por algún resultado. Se trata de la subsecretaria de Seguridad Ciudadana, Democracia y Derechos Humanos de los Estados Unidos, Uzra Zeya, quien había instado al Gobierno dominicano  a “prestar servicios a todas las personas vulnerables, incluidos los haitianos y los dominicanos de ascendencia haitiana”.

A pesar de que esta aseveración está envuelta en la seda del lenguaje diplomático, sus intenciones eran obvias por el contexto en que la dijo, y pretendían enmendar la plana por la nutrida deportación de haitianos indocumentados que se verificaba en esos momentos y que ganaba titulares en la prensa nacional.

Vamos a traducir lo que significa literalmente “prestar servicios a los haitianos y los dominicanos de ascendencia haitiana”. Para el buen entendedor, quiere decir que debemos ser permisivos y condescendientes con el desplazamiento de los niños dominicanos para favorecer a sus iguales haitianos en las escuelas públicas, tal como los casos que personalmente conozco.

También, significa que el negocio del tráfico de parturientas haitianas de altos riesgos (porque solo vienen a parir en suelo nacional sin atenciones prenatales previas, lo que las hace candidatas a las costosas cesáreas a cargo del erario público) debe seguir su curso antinacional.

Sin buscar aparecer como un nacionalista furibundo y deshumanizado o un patriotero desideologizado, defiendo como dominicano las causas del interés nacional y esa defensa me lleva a no querer excusar la solución dominicana al problema haitiano, porque ello se hace en desmedro del bienestar de quienes llevamos orgullosamente el gentilicio de dominicano.

Volviendo al tema que encabeza este artículo, no era oportuno que la aludida foto en la que aparecía Luis Abinader al lado de la alta funcionaria estadounidense se hiciera pública, pues después de todo lo dicho por ésta, se podría interpretar que vino a someter al presidente a una posición de subordinación en temas que interesan a Estados Unidos, en pocas palabras, a ‘bajar línea’, como en el caso haitiano.

Después de esa declaración a todas luces injerencista de Uzra Zeya, dando implícitamente por sentado el maltrato a los haitianos ilegales y sus descendientes en nuestro país, no correspondía que el presidente, con su presencia en esa foto, avalara indirectamente sus palabras.

 Y lo que es peor, que proyectara una imagen de debilidad que le restaba firmeza y vigor a su determinación de plantar cara al problema de los inmigrantes indocumentados, como si estuviera ante un encomendero de los tiempos de la colonia.


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