Por Elio Valdez
El presidente Luis Abinader se encuentra en uno de los momentos más importantes y cruciales de su carrera política. O lo que es lo mismo: Está en una encrucijada que hasta puede definir su futuro político y su aspiración a la reelección.
En estos momentos el mandatario debe decir, sin titubeos, a qué grupo complace o se mantiene aliado de las posiciones políticas a lo interno del oficialista Partido Revolucionario Moderno que él lidera.
Pero, ¿a qué me refiero de manera concreta? Sencillo: A que Abinader está en la obligación de tomar la decisión firme respecto a esa realidad.
Significa que debe tener un “sabio acuerdo” con el ex presidente y compañero de partido Hipólito Mejia. Pero, ¿cómo lo hace?
Creo que la respuesta es también sencilla: debe de no aceptar a Carolina Mejía (la hija mimada de Hipólito) como candidata a la vicepresidencia. Con esa valiente decisión podría trazar la raya y de esa manera establecer diferencia con “Papa Hipólito”.
Sin embargo, tomar esa actitud tiene un precio político muy alto debido a que más de la mitad de los ministros y funcionarios medios del gobierno pertenecen al grupo de Mejía e igualmente precisar que los cuerpos castrense también responden del llamado “Guapo de Gurabo”.
Pero, ¿romper las relaciones con Mejía?
El otro camino que se podría dar en tan compleja situación política, es romper las relaciones y la llamada “juntilla” con el grupo empresarial del Cibao y no repetir la fórmula con la actual vicepresidenta Raquel Peña.
Hay que anotar, aunque esta opinión no caiga bien en algunos sectores fáticos, lo señalado podría calificarse como negativo.
Sobre este importante aspecto decir que Raquel que Peña -y también es un criterio que no debe encontrar oposición- es una señora que en un momento dado de la presente administración de Abinader, según repotes creíbles, “le hizo sombra al mandatario, pero pronto decidió “bajar la guardia”.
No obstante, exponer que en política nada debe descartarse por lo que esa actitud de Raquel Peña podría repetirse.
Es que el grupo empresarial del Cibao tiene el poder para imponer sus ideas a nivel de Estado y partiendo de lo que se observa en ese segmento social, no descartar -y esta es una especie que también podría tener visos de realidad- que infuyentes miembros del mismo poderoso grupo del Cibao se acerquen (¿?) al proyecto político del expresidente Leonel Fernández, líder del partido Fuerza del Pueblo.
Así las cosas, en los meses por venir el presidente Abinader tendría “una papa caliente” en sus manos. Esta situación lo obligará a manejar tener un accionar estratégico inteligente. Dependiente cómo el mandatario maneje esa realidad, podría depender su anhelada aspiración de reelegirse por cuatro años más. Asimismo, hay que tener bien claro que si Abinader pierde la elecciones del 24, le sería muy difícil -prácticamente imposible- volver a gobernar el país tras venideras consultas electorales. Y es que, por lógica, en el PRM tiene muchos dirigentes detrás esperando su turno. Entonces es obvio que sus compañeros perremeístas no le darían el apoyo que recibió en los pasados procesos de los años 2016 y 2020.
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