El ataque de Irán a Israel es el ensayo de un enfrentamiento global más amplio

Por Vardil da Silva Becerra

El 13 de abril, Irán realizó un ataque masivo con incontables drones y misiles contra Israel. Se trató de la primera ofensiva directa contra Tel Aviv sin utilizar grupos auxiliados por Teherán, como es el caso de Hamás y Hizbulá. El mundo, entonces, se pregunta: ¿qué esperar a partir de ahora?

¿Responderá el Gobierno israelí al ataque, provocando así una escalada sin retorno de la situación? Por lo que fue demostrado hasta el momento, todavía no. Netanyahu habría sido disuadido de tomar represalias ahora contra Irán, debido al desánimo que recibió de la Administración estadounidense. Además, tampoco hay indicios de que Irán pretenda llevar el conflicto reciente hacia una etapa más seria. Al final, como informó Alí Jameneí, líder supremo de Irán,  el ataque del día 13 a Israel fue una respuesta a la muerte de cerca de 18 miembros de la Guardia Revolucionaria iraní, víctimas de un ataque aéreo israelí en Siria al comienzo de este mes.

Por consiguiente, la ofensiva de Irán en territorio de Israel el pasado 13 de abril tendría el carácter de una simple respuesta de «ojo por ojo» (conforme recoge la Torá, libro sagrado de los judíos). Toda esta crisis, por tanto, fue iniciada por los propios israelíes que, al principio del mes, atacaron la Embajada de Irán en Damasco, causando la muerte de generales iraníes. Sea como sea, al eliminar un pequeño —pero importante— grupo del cuerpo militar de Irán, Israel no solo se benefició, sino que también benefició a Estados Unidos, que también ve a Teherán como una amenaza a los intereses estadounidenses en Oriente Medio.

Con todo, el Gobierno de EEUU parece estar satisfecho por ahora, apuntando que no pretende tomar parte en una acción de represalia de Israel contra Irán. Lo que no significa, en absoluto, que tal acción no esté prevista en el futuro, cuando el conflicto en Gaza concluya, por ejemplo. Al final, las razones por las que Washington no desea escalar la situación con Irán tiene que ver con el aumento de la presión, tanto interna como internacional, por su apoyo prácticamente incondicional a las controversiales operaciones de Israel en el enclave palestino desde octubre del año pasado.

Irán, en cambio, tras los atentados del día 13, solo pide a los israelíes que se porten bien y que no realicen más ataques dirigidos a ningún despliegue militar iraní, ya sea dentro del país o en el extranjero. Es difícil, sin embargo, imaginar que Israel permanezca tranquilo por mucho tiempo, incluso frente a una Administración estadounidense temerosa de complicarse aún más por su relación con Tel Aviv en el Oriente Medio.

En disputa interna, Netanyahu podría, en un momento oportuno, volver a aumentar su tono respecto a Irán y, más aún, aprobar nuevos ataques aéreos contra objetivos iraníes tanto en Siria como en otros países vecinos, como el Líbano, sede de Hizbulá. Por ahora, los funcionarios de Tel Aviv han prometido formar una coalición regional para responder a Irán «de manera oportuna». Nadie sabe aún cuándo llegará ese «momento adecuado».

Una cosa, sin embargo, es cierta: las tensiones en el Oriente Medio prometen seguir aumentando. Si Israel es la potencia militar más avanzada tecnológicamente de la región, Irán aparentemente es capaz de ejercer influencia sobre grupos como Hizbulá en el Líbano, los hutíes en Yemen y el propio Hamás en Gaza, para realizar ataques en diversos frentes.

De hecho, Teherán ya ha estado incitando a estos grupos a enfrentarse al gobierno israelí desde el inicio de la guerra en Gaza, aumentando significativamente la presión sobre Netanyahu. Ahora que se ha cruzado otra línea roja, es decir, después de que Irán lanzara un ataque directo contra Israel por primera vez, toda la situación adquiere contornos aún más dramáticos que antes. Lamentablemente, sin embargo, vimos a los países occidentales guardar silencio a la hora de condenar las acciones de Israel no solo en Siria, sino también, y especialmente, en referencia a las operaciones militares del ejército israelí en la Franja de Gaza.

Rusia, a su vez, expresó preocupación en cuanto a la posibilidad de otra escalada militar en el Oriente Medio. En cuanto a Gaza, Moscú lleva desde octubre del año pasado pidiendo el establecimiento de un cese al fuego inmediato en la región, algo que no ocurrió debido al veto occidental en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Sea como sea, lo cierto es que la naturaleza compleja de las numerosas crisis aún no resueltas en el Oriente Medio, en especial la cuestión que involucra a Israel y Palestina, coloca tanto a actores regionales como extrarregionales en una situación de tensión constante. Para colmo, de cierto modo hace mucho tiempo que Israel actúa como si hubiera recibido una carta blanca de Occidente para hacer lo que le place, sea en Gaza, sea en los países vecinos, como Líbano y Siria, por ejemplo.

Sin embargo, el ataque reciente de Irán demostró que hay, efectivamente, «límites» ante este tipo de situaciones y que Israel no siempre saldrá impune por sus acciones, sobre todo cuando hablamos de un ataque a las misiones diplomáticas de un país soberano en el exterior. Además, los ataques iraníes del día 13 contra Israel son sintomáticos del momento que vive hoy el mundo. Al fin y al cabo, la propia Rusia, en febrero de 2022, también puso un «límite» a las acciones de Estados Unidos en el continente europeo, en lo que respecta al avance hacia el este de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que prometía, tarde o temprano, absorber a Ucrania. China, por otra parte, por muy alejada que esté de los acontecimientos en curso en Oriente Medio y, hasta cierto punto, incluso en Europa, ya ha dejado claro que no dejará de defender sus intereses nacionales y de seguridad en Oriente Medio. Asia, oponiéndose a la presencia militar estadounidense en la región y su asociación con países como Corea del Sur, Japón y Australia.

Por eso, los ataques iraníes del día 13 podrían servir como ensayo –o una especie de preludio– de una confrontación global más amplia y peligrosa, que ha ido tomando forma durante las últimas décadas.

Al fin y al cabo, los iraníes, los rusos y los chinos son precisamente los principales opositores a este orden internacional (supuestamente) «basado en reglas» que tanto defiende Occidente, pero que, en realidad, no es más que un orden en el que Washington es aquel que dicta las reglas para el resto del mundo.

Desgraciadamente, esto da como resultado un escenario internacional muy impredecible, es cierto. La cuestión es que hay algunos países que no están dispuestos a aceptar ser humillados por los «señores de la guerra» occidentales. E Irán, como vimos el día 13, es sin duda uno de ellos.


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