‘Dejar el mundo atrás’: el terror de quedar desconectados o cómo aprender a vivir sin Internet

Nélida Fernández

Cada día los seres humanos somos más dependientes de los aparatos electrónicos que se han convertido en asistentes virtuales y extensiones del cerebro

La película Leave the World Behind, que recientemente fue estrenada en Netflix, ha abierto el grifo de críticas y análisis acerca cuál es el mensaje de este largometraje que tiene un final inesperado y que deja más interrogantes que certezas.

Entre esos interrogantes – alerta de spoiler- se encuentra el cómo se puede sobrevivir a un apagón masivo y desenvolverse sin internet, en una sociedad que usa el celular inteligente como una extensión del brazo, porque es el mejor asistente y facilitador de vida que se ha inventado hasta hoy.

Con un celular inteligente se hacen videollamadas, hay acceso a la correspondencia personal y a la información de lo que pasa en cualquier parte del mundo en tiempo real, es posible ubicarse y enviar la ubicación, presumir de los momentos felices en las redes sociales o enterarse de las de otros.

Además, cada vez son más los que usan el móvil o la computadora para pagar lo que sea y por eso ya son muchos los que han dejado de usar dinero en efectivo, los que piden todo por internet, sea comida, una aspiradora o un videojuego, los que buscan pareja por alguna aplicación o los que viven de ser “influencers” vía redes sociales.

Es un hecho que toda la información se va a “la nube”, archivos, documentos, fotos y videos, y que el uso de la oficina se está viendo ya como algo sobrevalorado porque se puede trabajar desde cualquier lugar, basta con tener un ordenador y, a veces, es suficiente un celular.

Imaginar entonces que toda esa facilidad desaparezca, es mucho más que un escenario distópico, porque las nuevas sociedades están creciendo entre conexiones digitales que, aunque suene a película de terror, se pueden romper.

La película se basa en el libro homónimo del autor Rumaan Alam que fue publicada en el otoño de 2020, en plena pandemia de Covid-19, un hecho fortuito que coincidió a la perfección con la catastrófica historia de la obra literaria y que dejó claro que aunque se trata de ficción, es una situación que puede producirse en la vida real actual.

No obstante, en la película, el director Sam Esmail se permitió ciertos cambios para resaltar lo que podrían ser los mayores temores de la sociedad dependiente de la tecnología y de internet, como por ejemplo accidentes aéreos, barcos que terminan varados sin control y decenas de vehículos Tesla descontrolados que van chocando en fila, todo esto para demostrar las consecuencias catastróficas de un ciberataque.

En una entrevista a Entertainment Weekly, Esmail comentó que hablar de ataques cibernéticos suena a algo “misterioso” y la gente no entiende muy bien lo que eso significa “o cómo se vería”.

Pero, dijo, “cuando empiezas a dramatizar eso en la pantalla y comienzan a darse cuenta de que esa es una conexión con la realidad, creo que ahí es donde podría golpear el verdadero terror”.

Esmail es también el creador de Mr Robot, una serie en la que ya este productor y director estadounidense ya exponía el lado oscuro de internet y la tecnología que se transmitió entre 2015 y 2019.

Leave the World Behind es, además, la primera película de High Ground, la productora fundada por el expresidente estadounidense Barack Obama y su esposa Michelle Obama en 2018, y por eso muchos amantes de las teorías de la conspiración han dicho que tal vez la poderosa pareja sepa algo acerca de algún próximo evento catastrófico que la mayoría del mundo desconoce.

Los últimos inocentes

En la película hay una escena en la que Amanda, interpretada por Julia Roberts y George, interpretado por Mahershala Alí, están intentando batallar contra la ansiedad de vivir una situación tensa en el interior de la casa y apocalíptica en el exterior.

llos dos se acaban de conocer, no confían el uno en el otro, pero tienen en común que ambos están rondando los 50 años y forman parte de lo que los científicos sociales llaman “los últimos inocentes”, es decir, esa última generación que creció sin la popularización de internet.

Por eso supieron refugiarse en un maravilloso salón de la elegante casa que tiene una inmensa colección de discos de vinilo y allí bailan y ríen.

En su libro The End of Absence, el escritor canadiense Michael Harris también define a esa generación como “inmigrantes digitales” pues han sabido vivir con y sin conectividad.

En 2019 se publicó un estudio en World Psychiatry en el que un equipo internacional de investigadores utilizó resonancias magnéticas y observación del comportamiento de un grupo de personas y encontró que el uso prolongado de internet produce “alteraciones agudas y sostenidas en áreas específicas de la cognición”, es decir, cambios en la capacidad de atención, memoria e interacciones sociales.

Citado por The Guardian, el neurocientífico Joseph Firth, que dirigió el estudio, explicó que el cerebro se adapta con rapidez a la idea de que internet es una suerte de “banco de memoria subcontratado” y, en consecuencia, se reduce la función de “memoria transactiva”, es decir, aquella que se ocupa de localizar recuerdos o imágenes en los procesos de clasificación mental.

Los inmigrantes digitales saben cómo usar esa memoria, pero aún se analiza a los niños que nacieron en una sociedad en la que cuentan con internet desde que nacen y no necesitan ejercitar esa función cognitiva.

La pregunta acerca de cómo reaccionarían las nuevas generaciones ante un apagón de internet sigue en el aire.

El escritor Michael Harris dice en su libro The End of Absence que las personas tienen que aprender a “recuperar la soledad” y evitar que se pierda la “vida interior”. Para ello recomienda “desintoxicaciones digitales”, dar paseos sin el celular, pasar una tarde escribiendo a mano o leer un buen rato sin parar.

Harris señala que la soledad, sin los artilugios electrónicos, permite que la imaginación crezca y se tenga un pensamiento independiente del que no se puedan apoderar todos los que quieren influenciar en la toma de decisiones de los individuos.

El mundo actual se encuentra entonces en un momento interesante en el que conviven “los últimos inocentes”, los que ya nacieron en una sociedad digitalizada y los que siempre se han negado a entrar de lleno en las garras de internet, que por lo general son personas mayores de 65 años.

Una encuesta que desarrolló el Pew Research Center entre enero y febrero de 2021 detectó que 7 % de los adultos estadounidenses no usan internet.

En el análisis de esta encuesta se indica que el no tener internet es un hecho relacionado principalmente por la edad pues el 25 % de los adultos de 65 años o más dicen que nunca se conectan a la red.

De acuerdo con este estudio, el nivel educativo y los ingresos mensuales también influyen en la ausencia de internet en el hogar: Alrededor de 14 % de los adultos con educación secundaria o menos no tienen acceso a la web y 14 % de los que ganan menos de 30.000 al año, tampoco.

Los que sí están preparados

En la historia de Leave the World Behind también está el personaje que se ha pasado años preparándose para la llegada del apocalipsis. Es Danny, interpretado por Kevin Bacon, que se ha encargado de apertrecharse de todo lo necesario para sobrevivir, incluyendo medicamentos y armas.

La hija adolescente de Amanda y Clay Sandford, Rose, encuentran de forma fortuita uno de estos refugios que se acondicionan especialmente para la llegada de un potencial evento apocalíptico en una casa vecina a la que se encontraba su familia. Ahí, en ese espacio subterráneo lujosamente decorado, existe todo lo necesario para sobrevivir sin internet incluyendo un tesoro de series y películas.

Bradley Garrett, autor del libro Bunker: Building for End Times (Bunker, construyendo para el fin de los tiempos) asegura que en todo el mundo hay unos 20 millones de “preppers” o preparacionistas, es decir, personas que se preparan para un gran desastre apocalíptico.

Citado por BBC, el criminólogo de la Universidad de KentMichael Mills, explica que los preppers se organizan y planifican para posibles situaciones en las que “los alimentos y los servicios básicos pueden no estar disponibles, la asistencia del gobierno puede ser inexistente y los supervivientes pueden tener que hacerse cargo de su propia supervivencia”.

Entre ese gran número de preppers existen muchos que lograron construir albergues lujosos, como el que encontró Rose en la película, y otros menos elegantes que solo pretenden dar cobijo, alimentos, medicamentos y otros recursos básicos para la sobrevivencia.

Estos albergues suelen mantenerse en secreto, en especial aquellos que son lujosos y super abastecidos.

Preparados para el evento

En abril de 2021 la ministra de Defensa de AustriaKlaudia Tanner dijo públicamente que “la cuestión no es si habrá un gran apagón, sino cuándo”, unas palabras que generaron una situación de angustia colectiva y llevaron a muchos, dentro y fuera de ese país, a prepararse para un evento como este.

El Ejército de Austria dijo entonces que ante la posibilidad de que ocurra un gran apagón eléctrico lo mejor era tener en casa suficientes reservas para el equivalente a dos semanas de camping.

Esta reserva consiste en alimentos duraderos como pasta, arroz y conservas, dos litros de agua por persona por día, un hornillo portátil de gas, dinero en efectivo y una radio de pilas.

Además, aconsejó a los ciudadanos pactar con familiares, amigos y vecinos un punto de encuentro y planear una red de cooperación vecinal.


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