Federico Sánchez… FS Fedor
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«Para nosotros, de todas las artes, el cine es el más importante¨, proclamó Lenin después del triunfo de la ¨Revolución Rusa», dando a entender que la comunicación visual predomina por encima de cualquier otro lenguaje expresivo. Obviamente, usando el cine con las demás artes o expresividades como complementos, como subsidiarios del mensaje. También es una ventaja, para hacer valer el significado o idea a transmitir.
El auge y la importancia que ha tomado el cine en la presente época, tanto en sus aspectos artísticos y estético-comunicativos como en su desarrollo tecnológico, hacen de él un poderoso instrumento al servicio del bloque poseedor. Así éste sector sería capaz de impregnar en las mentes humanas ideas poco loables. Y también, por qué no, plausibles. Será según el cristal crítico de cada quien. Su visión o concepto de vida.
Al estar el cine tan arraigado en las masas espectadoras se le ha tomado muy en cuenta (incluso más que la televisión, pese a la popularidad de ésta). Y es que el cine es el medio de comunicación de mayor importancia y poder informativo-cultural, el más portentoso, influyendo enormemente, al crear patrones conductuales, sugerir ideas y sugerencias que irían a ocupar un lugar preponderante en el despliegue del subconsciente del espectador. La imagen, portadora portentosa de esas ideas, se impregna con mayor facilidad que otros tipos de lenguajes, incluso la palabra.
Cada día miles y miles de personas acuden a las salas de cine con varios objetivos comunes: recrearse (fruitivamente hablando). Y quizás (es una opción) observar y captar la tesis sustentada por los transmisores del mensaje (productor, guionista, director, dueños de sala, etc.), con la intención de adquirir conocimientos culturales. Y es bien cierto, el cine es alimento cultural, caldo de cultivo para aquéllos a cuyos paladares artísticos les es harto agradable y les resulte un medio de información y formación intelectual por excelencia (claro, siempre manteniendo la distancia crítica; ver en cada imagen un posible sesgo de no sólo de información, sino también de formación).
Quiero decir, la observación de las imágenes por parte del cinéfilo deviene en causa de recibir el mensaje en forma desdeñosa, indiferente, escéptica, socarrona o con cierta característica crítica. O contumaz.
Se da un hecho inobjetable en el cine y es que resulta una cantera de cultura de múltiples aspectos, debido a que es un caudal en donde confluyen las denominadas “Bellas Artes”. Así, el cine se ha apropiado la Narrativa y la Trama, las cuales pertenecen al cuento y la novela; del Teatro tomó el diálogo y la actuación; de la Pintura, los trazos de sombra-luz, el encuadre, la composición simétrica y asimétrica y el color; de la Danza, la coreografía; de la Poesía, la musicalidad y la cadencia rítmica de la metáfora y las demás figuras literarias y las imágenes sensuales, etc.
Todo esto es posible debido al gran avance tecnológico de este medio, denominado ¨Séptimo Arte¨. Las confluencias de todas las artes, más la tecnología, más las ciencias sociales y la filosofía, más las química y la física, lo han elevado a la cúspide de la popularidad, a convertirse en el arte por excelencia. Sublime. Y qué decir de su espectacularidad. Es inmenso en este sentido. En su haber intervienen millones de pesos, pues los recursos cinematográficos que hay que utilizar (producción financiera, aparatos técnicos y ajuares convertidos en plató, locaciones y utilería, personal híbrido, músicos y cantantes, actores/actrices, centros de exhibición, distribución, etc.) son caros. Muy caros.
Y es ahí donde se encuentra precisamente su dificultad creativa. A diferencia de las demás artes, a los artistas del lente, los intelectuales, escritores (principalmente los inconformes o protestantes o marginales, no adheridos a las estructuras del sistema – capitalista o socialista-, se les dificulta emprender una producción. Salvo el cine, todas las artes pueden ser usadas sin grandes recursos económicos y factibles de ponerlas al servicio de las causas de una nación, o de un sector, de un segmento específico.
Le es fácil a un Pintor tomar lienzo y pintura y pincelar un cuadro; no le es difícil a un Escritor apoderarse de una computadora (antes era la maquinilla) y una resma de papel y emprender la tarea de escribir una novela sin que tengan un mayor problema económico como el presentado a un cineasta, que necesita valerse de una cantidad enorme de dinero para adquirir maquinarias y otros dispositivos indispensables para reproducir la realidad (que al ser replanteada, de hecho se convierte en ficción, y en una práctica ideológica, en tanto proyecta una idea sobre la realidad real… y su circunstancia, con todo y ¨su mundanal ruido¨).
En cambio todas las artes tienen un sentido común, pero particular, de expresión. Así, el cine en su relativa corta edad (127 años, diciembre de 1895 a enero del 2023) ha podido articular un “lenguaje cinematográfico” expresado a través de las imágenes y el sonido (ruidos, diálogos, música), así como la literatura emplea las palabras escritas en igual objetivo. Éste mucho más fácil y económico.
Un hecho categórico que no puede faltar: el dominio del arte cinético. Es por ello que el director de cine, el guionista, el camarógrafo, etc., para poder vehicular la transmisión de un mensaje deben poseer un “espíritu cinematográfico”, es decir, tener pleno dominio de la base fílmica, de su lenguaje; en tanto que un crítico de cine o un espectador con acendrado interés en saber leer (comprender) los símbolos de las imágenes sólo tienen la obligación inusitada de conocer ese lenguaje (en su parte teórica, en su discreción expresiva, más su formación intelectiva, instructiva, socio- política, sicológica y filosófica,,,), para poder interpretar el susodicho mensaje).
Entonces, cabe resumir que la realidad artística cinematográfica se expresa mediante todo un tinglado tecnológico, ideológico y artístico que deviene de la necesidad de comunicar mensajes, salidos en su mayor parte, del sector que domina las estructuras económicas, político-jurídicas y culturales imperantes. En la opción contraria están los cineastas que no están integrados al sistema, o sea, los comprometidos con una causa, ¨los indignados¨ y hacedores de un arte indefectiblemente avanzado, humanizado. Positivo.
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