2017: ¿Fin de la economía tal como la conocemos?

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En su última entrevista con Future Money Trends, Casey explica desde su mirada lo que significará la presidencia de Donald Trump para los mercados financieros, el estímulo económico y la geopolítica.

Tras dos azotes previos de campeonato, el de las hipotecas subprime en el año 2007, y el de la eurozona en 2010, ahora la que amenaza es la crisis de la deuda, con tintes mucho más peligrosos que las precedentes.

Así lo señala un reciente estudio elaborado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, UNCTAD (por sus siglas en inglés). Al hablar de las causas, el organismo arremetió contra las grandes empresas multinacionales y su enfermiza tendencia a recoger beneficios y especular con ellos en el mercado de valores, en vez de invertir esas plusvalías en puestos de trabajo y en desarrollo sostenible, es decir, en productividad y educación.

En este sentido, el profesor de Economía Política de la Universidad del País Vasco Joaquín Arriola señala que «se podría decir que la crisis económica comenzó en la década de 1970 y no ha terminado hasta ahora».

Añade que «lo único que ha habido entre medio han sido algunos períodos de remanso, bien en los países desarrollados como en la década de 1990 o en los países de la periferia. Pero es un ciclo largo de estancamiento económico, en el que sin duda hay factores muy anteriores a la crisis financiera que explican la situación, e incluso explican la propia crisis financiera».

Arriola destaca en particular «el estancamiento de la productividad en los países desarrollados, y como consecuencia de esto, la tendencia de las empresas a no invertir en la actividad productiva e intentar esa quimera de sacar dinero del dinero, que son las inversiones financieras».

Cada tropezón de la economía de EEUU causa un efecto mariposa que en muchos casos afecta a la economía global. En este sentido, Doug Casey señala que a pesar de los mejores esfuerzos que pueda hacer Donald Trump, no será capaz de detener la masacre en el mercado de bonos, una vista previa de la cual ha estado disponible para todos en China, donde el Gobierno detuvo el comercio tras una caída récord de bonos.

«El problema es que definitivamente en las últimas décadas en EEUU, la toma de decisiones ha estado muy condicionada por Wall Street, por los grandes bancos. También el control de algunos senadores se ha hecho notar. Esto se traduce en una orientación de las políticas económicas muy favorables al capital financiero», explica el analista.

Joaquín Arriola señala que «incluso después de la crisis, a quien se preguntó por qué se había producido y cómo resolverla, fue a los mismos financieros, que es como si se le preguntara al zorro, por qué desaparecen las gallinas del gallinero».

En consecuencia, indica el experto, «las respuestas que se han dado a la crisis financiera, muy en el interés de los banqueros y los financieros, no han resuelto el problema.

En este sentido es probable que haya una siguiente fase de desaceleración económica como consecuencia de una profundización de esa misma crisis financiera que no se ha resuelto correctamente».

Al no responder a los intereses de Wall Street, como sí lo habría hecho Hillary Clinton, «Donald Trump podría aplicar una política en beneficio del sector productivo siempre y cuando logre embridar a los financieros de Nueva York».

«Este es el desafío fundamental y todavía no hay ningún elemento para poder evaluar va a agarrar ese toro por los cuernos, o más bien va a ser embestido por él», concluye Joaquín Arriola.

 

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