A propósito de 7 Días con el Pueblo y la “Nueva Canción”, que se reprodujo recientemente…

APOSTILLAS

Federico Sánchez -FS Fedor-

Entonces re-publico, de mi novela ¨…y aunque sea con borrones, escríbeme¨ -2011’-, un fragmento de la carta que Any, personaje principal, le enviara a su amiga Aly, a Nueva York, después que ésta se fue a USA, en 1966. La misiva la envió en diciembre del 1974, poco después de celebrarse ese festival internacional de la nueva canción, o canción protesta.

¨Querida Aly: Te escribo esta nota envuelta entre dos elementos agradables; primero, una tierna y leve brisita navideña, fría por demás, y segundo, una armoniosa música recreativa y casi espiritual, y no porque sea religiosa, ni mucho menos. Adivina qué tengo de fondo musical, mientras te escribo; nada menos y nada más que a “My sweet Lord” (mi dulce Señor), del ex Beatles, George Harrison, que hiciera furor junto a John Lennon, Paul McCartney y Ringo Star, antes de separarse como conjunto.

Es como una continuación de los trabajos que están haciendo Bob Dylan, Joan Báez, Paul Simon y Cat Steven, y en el ámbito social y político la protestante Angela David y el fenecido Martin Luther King, pero los primeros con otro estilo musical, y esta canción de George me imagino que allá debes haberla escuchado mucho; y ¿sabes por qué la estoy escuchando?, porque me parece un himno al amor, a la  comprensión, un hosanna por la unificación de la humanidad, reunida, según  algunos,  por un solo dios, sin importar la religión que profese cada civilización o etnia, o casta social o célula o facción religiosa, como los budistas-confusionistas (que más que religiosos son espiritistas), los khrisnistas, los cristianos y/o los judíos y los musulmanes, pues todos somos hijos del señor, del dulce señor, como plantea George.

Y qué mejor que la música para expresarlo, pues este arte, esta manifestación cultural armoniosa es conducto, una arteria, un transporte, un medio para unificarnos, para vencer las barreras de la incomunicación en que las ideologías, con pretensiones enciclopédicas como el marxismo-leninismo, o con supuestas verdades absolutas, universalistas, como las religiones intolerantes, fundamentalistas, principalmente judeo-cristianos y musulmanas (perdona la repetición, la mención otra vez de estos bloques hegemónicos) quieren separarnos de la misión de la humanidad que es unificarse en amor, porque dios es amor, la Biblia lo dice, y el Corán, y el Bhagavad-Hita.

Y si el trabajo es amor, y amar al prójimo es de humano, entonces dios es amor, y entonces amar es de humano (perdóname otra vez este diletantismo intelectualoide que últimamente se me ha metido en los huesos, por no decir en la cabeza, que parece más un retruécano, un silogismo confuso, que un razonamiento lógico).

Así que no me hagas caso cuando menciono a dios, que sólo es un decir, pero estoy tan emocionada con la música que, al igual como me surgió con la filosofía, se ha convertido en mi pasión; una musimaníaca soy, melómana, qué duda cabe, como dirían los psiquiatras y psicoanalistas.

Pero te aseguro que no es una pasión de aprendizaje, como se aprende un instrumento específico, tampoco de lectura o composición musical, sino que es una labor de percepción auditiva, o sea de escucharla; me he convertido en una aficionada a la música. ¿Recuerdas aquellos tiempos de la Nueva Ola?, cómo solíamos cantar, bailar todas esas canciones. Éramos toda unas fans, unas fanáticas empedernidas.

Pero ahora la música que persigo es otra, en cuanto al contenido, como lo que acaba de pasar este año, por aquí, por tu patria ausente, digo, tú eres la que estás ausente, porque la patria siempre está aquí, y supongo que en los corazones de los ausentes.

Bueno, te cuento. Te repito que recientemente acaba de acontecer en el país un fenómeno musical increíble. Esto fue entre el 25 de noviembre y el 1 de diciembre, claro, del año en curso. Se trata de todo un espectáculo durante toda una semana. Me refiero a los “7 Días con el Pueblo”, en donde se desarrollaron cientos de actividades en varias provincias del país, pero principalmente en el Distrito Nacional. A esta actividad se integraron docenas de clubes culturales y deportivos (como si el deporte no es cultura), organizados en la Asociación de Clubes del Distrito Nacional -Asocludisna-; también participó el Movimiento de Arte y Cultura (como si el arte, también, no es cultura), e intelectuales, entre poetas y otros escritores de otras índoles, como sociólogos y antropólogos. Se hicieron, en diferentes centros, varias actividades de manifestación cultural, como teatro, baile folclórico, recitales poéticos y poesía coreada.

Pero el centro de atención fue la presentación, día  por día, durante los siete días, de cantantes y grupos musicales nacionales e internacionales, pero de los que cantan canciones protestas o testigos o contestatarias, o sea, la denominada “Nueva Canción”. Es un tipo de canción que se ha hecho tan popular como las canciones del Club del Clan o de la Nueva Ola, con la diferencia de que éstas les cantan al amor, al desamor, a los problemas de parejas, o sea, al romanticismo amoroso; mientras que la Nueva Canción es social, y hasta política, en todo su sentido, y si bien podría cantarle al amor de pareja, no es su norte, sino el amor al prójimo, y resalta sus problemas existenciales, condena a nivel político el problema de la represión de estado, la falta de libertad, de ética, de moral; es un canto contra las desigualdades sociales, económicas, raciales, religiosas (como la que te mencioné del ex melenudo George Harrison), contra la iniquidad, la injusticia.

Antes de que se me olvide, debo aclararte, que ese tipo de canción resalta la función de las masas (rebelde o no rebelde, pero con causa) y el rol, el papel, la función que juegan los héroes nacionales e internacionales a favor de la libertad, contra el oprobio, contra la alienación cultural, la represión política y la opresión económica (excúsame este lenguaje tan politizado, pero es la costumbre y no lo puedo evitar. Últimamente he estado laborando en un partido político, que más adelante te diré cuál es su corriente ideológica…).

De ahí que en esas canciones se hayan resaltado, como ejemplos a seguir, a Caamaño (”Caramba, caramba, / Francisco Alberto, caramba”), al Comandante Che (“Hay muertos que van subiendo, / mientras más su ataúd baja”), al padre Camilo, a Fidel (“Bolívar sembró una estrella / que junto a Martí brilló, / Fidel la dignificó / para seguir por estas tierras…”), a Allende (“Yo pisaré la calle nuevamente / de lo que fue Santiago ensangrentada, / y en una hermosa plaza liberada / me detendré a cantar por los ausentes”), entre otros.

Durante los “7 días con el pueblo” disfrutamos de Ana Belén y Víctor Manuel, que vinieron desde España a deleitarnos con sus canciones hermosas (como “La Puerta de Alcalá”, “Madre coraje”), y que como tú sabrás, o deberías saberlo, no sé, son tan conocido como Nino Bravo (“Mi tierra”, “América”), Camilo Sesto (“Si se calla el  cantor”), Miguel Ríos (“Himno a la alegría”) y el mediterranés Joan Manuel Serrat (“Mi pueblo blanco”, “Nací en el Mediterráneo”).

De Cuba estuvieron por aquí Pablo Milanés (el autor de “Santiago ensangrentado”, que si bien es un homenaje a Salvador Allende, no deja de ser un reconocimiento a dos cantautores chilenos como son el inolvidable Víctor Jara y la siempre eterna Violeta Parra (y quién sabe si también a Los Ángeles Negros, que cantan “pintor nacido en mi tierra, / píntame angelinos negros…”), y Silvio Rodríguez (que nos ha deleitado con su himno a la “madre, en tu día, / tus muchachos te cantamos tu canción…/ Madre ya no estés triste, / la primavera volverá, / madre con la palabra libertad”…), y también Noel Nicolás, que al ser aún muy joven no se conocen muy bien sus canciones, pero todos pertenecen a la denominada “La Trova Cubana”.

De Borinquen vino Danny Rivera que interpretó “…mi pueblo es mi pueblo / que sufre y trabaja…” y “…me gustan los estudiantes, / jardines de la alegría…”, que es de la talentosa argentina Mercedes Sosa (que también estuvo por aquí con su “…métanle a la marcha, / métanle al tambor, / métanle que traigo un pueblo en mi voz”), y como tú sabrás ésa de Danny es una canción siguiéndole los pasos a la inolvidable Lucecita (que había lanzado su “…es rebelde por su forma de actuar, / y es rebelde porque no se deja dominar”), y ahora nos deleitó con su “…no lo van a impedir las golondrinas”, que debió de decir los “malandrines” (si es que no es un símil, una comparación literal….) y luego sigue “…y a pesar del otoño venceremos…”. Y también estuvo El Topo -Antonio Caván Vale-, el autor de “…demuestra con tus manos lo que sientes, / el amor no lo encierres, / déjalo salir, déjalo salir”, bellísima frase de estimulación solidaria.

De Venezuela También vinieron los popularísimos Los Guaraguaos, que, ¡guao!, fue todo un éxito y no precisamente de taquillas, sino de popularidad y aplausos y les hicimos coro con “…no, noooo, no basta rezar, / hacen falta muchas cosas / para conseguir la paz…”, y “…qué triste se oye la lluvia, / en las casas de cartón. / Viene bajando el obrero, / con sus mismas cicatrices, / millonario de lombrices…” que nos recordó la buena labor que han hecho Tania de Venezuela (“…campesino de mi tierra, / que maltratado te tienen…/ campesino no sufra más, / campesino dame tu amor…”) y a los Tres Sudamericanos ( ¨éste es el funeral de un labrador, / su vivir terminó, oh,/ el arado lloró, ohh…”).

Y para sintetizar, haciendo un sucinto recorrido por Latinoamérica, vinieron el Uruguayo Alfredo Zitarrosa (“…y por sanar de una herida, / he gastado mi vida, / pero igual la viví / y he llegado hasta aquí”), y el brasileño Chico Buarque (“…oh qué será, / qué será…”), y los peruanos-chilenos Los Yupankis (“…el cóndor pasa…”), y el uruguayo Roberto Darwin (“…estamos presos, carcelero. Yo, detrás de estos barrotes; tú del miedo”), y el argentino Bernardo Palombo (con su ¨Por el  fusil  y la rosa¨), y el mexicano Guadalupe Trigo (con su canto “A césar Vallejo en memoria¨).

Y de aquí del patio cantaron los grupos músico-vocales: Nueva Forma, compuesto por Sonia Silvestre, Víctor Víctor y Claudio Cohen, y Expresión Joven, compuesto por Ramón Leonardo, Chico González, Manuel de Jesús y Puro Eduardo López (que nos han deleitado principalmente con “…Caramba, caramba, / Francisco Alberto, caramba”, que ya te he descrito y “…Está llegando, la hora…”).

Y paro de contar. Pero no de escribir. Aún hay muchas cosas que debo decirte, no sin antes aclararte que el hecho de que me guste este tipo de canciones, que tiene mucho que ver con la nueva postura que he adoptado desde que entré a la UASD, por aquello de la toma de conciencia social y política o revolucionaria, por mi militancia en algún que otros partidos, a veces de izquierda, a veces de centro izquierda, a veces moderados; (…y no vayas a pensar que soy una ecléctica, una salta bancos, que ya hoy creo en una organización y mañana en otra, pues el mismo hecho que siga siendo tu amiga y no te haya cambiado por otra es una demostración, una prueba fidedigna de lo que digo; lo que  pasa es que una va adoptando actitudes según la circunstancia y siempre y cuando no se le hago daño a otro ni mucho menos a una misma. Y aprovecho la ocasión para referirte un pensamiento del apóstol cubano, José Martí, que dice que uno de los derechos principales del hombre es su derecho a contradecirse a sí mismo, siempre y cuando lo crea conveniente y saludable; por supuesto que esta teoría, un poco discutible, no me justifica, y sigo contándote…).

Te repito, el hecho que me guste este nuevo tipo de canciones no me ha impedido seguir apreciando las canciones románticas, amorosas, edulcoradas, apasionadas, apetitosas, rosas, a lo Corín Tellado, en tanto les cantan al amor de pareja, por lo tanto aún sigo con la manía de escuchar a los románticos, y no tanto por su contenido, sino también por sus melodiosas voces, gorriones aflautados, alondras silbareantes, voces golondrinas, en fin.

Los que más me atraen por su voz melodiosa, y sus frases poéticas son: Danny Daniel (con “La rueda del amor”), Fausto Rey (con “…todavía creo en el amor, / la verdad es que siempre he creído, / aunque tú has jugando conmigo, con mi sentimiento y mi corazón…”), Anthony Ríos (con “…una vida tan vacía, sin amor, sin esperanza, / que la suerte un día me marchitó…/ …al llegar las vacaciones yo pensé hacer un viaje / y así mis problemas olvidar…”), Manolo Galván (“…por qué, por dónde y por cuánto, / por qué te quiero  tanto…./  por qué la golondrina ya no va a tu balcón…”), Claudia de Colombia (“…Hoy daría yo la vida / por no verte más, / te lo juro por mi vida, / quiero ya olvidar…”  o “Tengo ganas de ti, / de decirte que me haces falta…” o “…es un laberinto un día sin ti…”), José Feliciano (“…El día que nací yo, / qué planeta reinaría, / por donde quiera que voy / qué mala estrella me guía. / Estrella de plata, la que más reluce…”), Felo Bohr (“…Dividí mi corazón entre dos mujeres buenas. / A una la quiero más, / pero a las dos las quiero…”), Rhina Ramírez (con su ¨paraíso soñado¨, que le ha preparado el compositor Sánchez Acosta), Niní Cáffaro (que con Solano canta “…Por amor se han creado los hombres / en la faz de la tierra…”), Camboy Estévez (“…Quisiera comprender, qué pasa entre los dos, / si tanto te he querido…”), Michel (con su “…Casita de campo”, que nos ha enviado desde allá, donde tú estás, y no hace mucho que se fue de aquí del barrio), Nelson Ned (“…Si yo tuviera dos corazones, / los dos serían para tu amor…”).  ¡Ay!, y paro de contar, porque si no, no acabo a ratos.

      Y es que esas canciones me hacen recordar cuando éramos aún inocentes, cuando nos enamorábamos de un chico aunque él no lo supiera, cuando conversábamos de lo que sería el matrimonio con el príncipe encantado, azul por demás, y hoy debo decirte que no era, no es así. En el matrimonio, además de amor debe haber respeto, armonía, solidaridad en el día, en la vida cotidiana, pues de otra manera no tiene sentido. Lo erótico, el amor físico es importante, pero no es lo determinante.

No hacemos nada con tener un amor platónico por una pareja, si  éste nos maltrata, moralmente hablando. El amor a secas es más humillante por ser un placer momentáneo, individual, que muchas veces, por lo que me han dicho algunas amigas, eso es lo que buscan algunos hombres. Pero eso no me quita la ilusión de recordar, porque recordar es vivir.

Y es así que recuerdo la forma de cómo nos comunicábamos, y que era una forma de manifestar nuestro sentir, que lo hacíamos a través de gestos, de señales, con guiños, con jerga que inventábamos, era nuestra manera de decirnos las cosas y así nos comunicábamos nuestras fantasías, nuestros deseos, y las canciones románticas nos servían de sostén, de parapetos diarios, y cada información era una expresión, a veces irracional, otras razonables, otras fantásticas, pero esas fantasías nos estimulaban, sin tapujos, sin ruborizarnos, pues, ironía de la vida, creíamos que con tan sólo soñar ya estaba hecho.

…Y por ahí sigue el recuento de Ana -Aly- a su amiga Alicia -Aly-, que emigró a los EEUU, en busca del Sueño Americano…

El autor es periodista, publicista, cronista de cine, catedrático, escritor -poeta, narrador, dramaturgo, ensayista-.

Se declara Humanista Universal.

E-Mail: anthoniofederico9@gmail.com.

Face Book: Federico Sánchez.

Wasap: 809- 353-7870.


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