Afro Dominicana
Han pasado 533 años desde que los invasores castellanos pisaron por primera vez las tierras de Abya Yala, trayendo consigo la espada, la cruz y el despojo. Aquel día se impuso un modelo civilizatorio: comenzó la barbarie del colonialismo, el genocidio de millones de pueblos originarios, el secuestro de africanos, el saqueo de la tierra y el silenciamiento de nuestras memorias.
Desde la isla Bohío, Haití o Babeque, hoy República Dominicana y Haití, se levantó el primer laboratorio del poder colonial. Desde aquí se instauró un modelo de muerte que transformó la vida, la naturaleza y las culturas en propiedad. Los pueblos arahuacos, taínos y caribes, que vivían en armonía con la naturaleza, fueron arrasados por el oro, la codicia y la cruz.
Pero desde estas mismas tierras también brotaron las primeras resistencias: Caonabo, Anacaona y Guarocuya levantaron su voz y su fuego, dejando una herencia de resistencia que aún retumba en el viento del Caribe, llamando a la memoria, la dignidad y la descolonización.
Hoy, en pleno siglo XXI, seguimos respirando las cenizas del colonialismo. El racismo estructural, la negación de lo afrodescendiente, la persecución de los haitianos, el extractivismo depredador y la violencia patriarcal son herencias directas de aquel sistema de muerte que comenzó en 1492.
La colonialidad se disfraza de modernidad, pero sigue siendo la misma: la que nos enseña a negar nuestras raíces, a venerar al opresor y a avergonzarnos del color de nuestra piel y de nuestras raíces indo-afrodescendientes. Por eso hoy gritamos con más fuerza que nunca:
¡12 de octubre, NADA QUE CELEBRAR!
No celebramos el genocidio, ni el ecocidio, ni el epistemicidio.
No celebramos el robo de la tierra, la lengua y la memoria.
No celebramos la mentira histórica que nos vendieron como “encuentro de culturas”.
Celebramos, en cambio, la resistencia, la memoria y la vida que aún florecen en Abya Yala.
Reclamamos una República Dominicana descolonizada, que reconozca la herencia indo-afrodescendiente de su pueblo, y que erradique de la educación, de las plazas y del Estado las huellas de la idolatría colonial.
Exigimos retirar las estatuas de Colón y Ovando, que aún ofenden la memoria de los pueblos originarios, para colocarlas en un museo de la colonia, y en su lugar erigir la memoria viva de Caonabo, Anacaona, Mencía y Guarocuya, símbolos de libertad, dignidad y anticolonialismo.
Demandamos una educación descolonizadora que narre la verdad y enseñe a las nuevas generaciones que no fueron descubiertos, sino invadidos.
Nos solidarizamos con el pueblo haitiano, cuya soberanía, cultura y dignidad son agredidas por el mismo colonialismo que ha impuesto el caos y que, desde nuestro país, se expresa en la persecución institucional y las políticas migratorias neocoloniales.
Sanar el cuerpo, la historia y la tierra es una urgencia colectiva. Descolonizarnos es reconocer que la lucha por la justicia racial, ambiental y de género es una sola causa. Es romper el silencio, recontar nuestra historia y dignificar la memoria colectiva del Caribe. Por eso, este 12 de octubre, afirmamos:
¡12 de octubre, nada que celebrar!
¡Fue genocidio, fue esclavización, fue despojo!
¡533 años de resistencia, memoria y dignidad!
¡Por una República Dominicana libre de racismo y colonialismo!
¡Por la memoria viva de Anacaona, Caonabo, Mencía y Guarocuya!
¡Por Abya Yala descolonizada, libre y en equilibrio con la tierra!
Descubre más desde Notiultimas
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
