Una fuerza multinacional para Haití: ¿Y qué después?

Guillermo Pérez

Tan sólo un vistazo a las imágenes de pandilleros cometiendo actos de barbarie en Haití y se concluye que estos son, en su mayoría, hombres jóvenes, oriundos de áreas urbanas pobres donde las bandas armadas han engrasado su maquinaria de muerte y amurallado su poder y resistencia durante los últimos años.

Estos grupos, que alcanzaron mayor poder tras el magnicidio del presidente Jovenel Moïse, el 7 de julio de 2021, en Pétionville, se aprovecharon del vacío causado por la disputada línea de sucesión política.

Si bien fueron apoyados y financiados en sus orígenes, incluso por altos cargos del actual gobierno de facto, las élites económicas, traficantes de armas y drogas, han logrado autonomía y hacerse de arsenales de armas, muchos milicianos, dinero y extensas porciones de territorio.

A la par con ese poder de acción, que incluso ha sido admitido por organismos internacionales, han intensificado sus demandas políticas y han atacado y asesinado a fuerzas de seguridad.

UNA MISIÓN COMPLICADA

Es frente a esta implacable verdad que la fuerza liderada por Kenia va a encontrarse en Haití, y para lo que debe estar preparada, lista para todos los escenarios, considerando el hecho de que su misión no será de simple observación y asesoría.

Detrás de los cortinones debe haber más que eso, aun si fueren detalles clasificados.

Llegarán a Haití a terminar con el juego de muerte de las pandillas y estas, que ya formaron un frente de defensa común, van a luchar para sobrevivir.

La misión de internacional no se limitará a trabajo de asesoría desde asientos de oficinas, sino que tendrá que salir a las calles y operar en áreas urbanas densamente pobladas, contar con apoyo de los vecindarios y de las principales fuerzas políticas del país.

Los pandilleros dominan la mayor franja de la capital, Puerto Príncipe, donde viven alrededor de tres de los casi 12 millones de habitantes de Haití. La fuerza de estos grupos delictivos excede la capacidad defensiva que puede proporcionar la Policía.

VAN POR MÁS CADA DÍA

Y mantienen una imparable ofensiva por el control de nuevas vías y centros cruciales para el flujo de mercancías, incluidos mercados, puertos y carreteras principales.

De ahí la pregunta de cómo podría la fuerza pacificadora cambiar todo este drama si no va directo a los nichos donde hormiguean los bandidos y entabla combate.

Parte de las responsabilidades de este tipo de misiones son el desarme y neutralización de grupos irregulares, en el caso de Haití las bandas criminales, y proteger a la población civil, mantener la ley, el orden y entrenar una fuerza local de policía.

La tarea no será fácil. Los pandilleros haitianos no van a deponer las armas, no se entregarán, ni hablar de una amnistía y mucho menos de su destierro.

De advertencia, un grave error sería pensar que esos grupos entrarán en pánico y echarán a correr.

«HABRÁ PELEA», ADVIRTIÓ ‘BARBECUE’

De producirse alguna baja por acción de agentes de la misión de paz, la respuesta de lo que ocurriría luego hay que buscarla de Jimmy Chérizier, alias “Barbecue”, probablemente el más poderoso entre todos los jefes de pandillas, que ya advirtió de que, si algo así ocurre, “habrá pelea”.

Su poder es de tal magnitud que la “G9 Family and Allies”, una cofradía de pandillas que opera en la capital, lideradas por este hombre, ocupó la terminal petrolera Varreux, la principal del país, agravando la situación de inestabilidad social y política.

El problema causó una enorme escasez de combustible que, por sus efectos en cadena, hizo tambalear el sistema energético nacional y la paralización del país.

Por el momento no se sabe con exactitud el número de fuerzas que será desplegado por Kenia, pero de todos modos debe contar con personal suficiente, fuertemente equipado y con optima planificación operativa.

Esta es una condición clave para liberar arterias económicas y urbanas vitales que, automáticamente, podría debilitar las conexiones entre los pandilleros y sus redes de apoyo.

PRECAUCIÓN CON CIVILES

Mientras esto ocurra, de llegar estas fuerzas a terreno de las pandillas tendrán que evitar causar daño a los ciudadanos o violar sus derechos civiles y humanos.

Se ha conocido que, entre los planes de la fuerza multinacional figuran propuestas de rendimiento a las pandillas y una logística para una posible desmovilización y reintegración social de aquellos que acepten parar el derramamiento de sangre.

Se calcula que más de 200 pandillas que operan en el país hicieron una transición de sus bastiones en barrios marginales y pasaron a ocupar zonas cruciales donde está el fuerte de la economía y el sistema judicial.

Esta expansión degeneró en enfrentamientos cruentos a mediados de 2021, específicamente los combates en el barrio de Martissant entre tres bandas que hicieron un corte en la carretera que une a Puerto Príncipe con el sur del país.

DESAFÍOS Y OPERATIVOS

El aumento del poder armado de las pandillas, alimentado por el tráfico de armas de alto calibre y suficientes municiones, constituye un serio desafío para las fuerzas extranjeras.

Es escasamente probable que las pandillas se rindan o cedan el terreno usurpado, o que se desarmen y entreguen sus colosales bienes y fortunas, sin presentar pelea.

Ante esto, es previsible que, si el contingente multinacional hace presencia en territorios de estos grupos violentos, si ocurren en áreas urbanas densamente pobladas, donde es difícil diferenciar a pandilleros de civiles, desatará de inmediato los infiernos.

Proteger a la población civil mientras se lucha por el control de estas áreas no será fácil.

Los barrios donde se refugian los pandilleros suelen estar ubicados en el corazón de superpobladas comunas marginales atravesadas por calles estrechas, y los pandilleros no se distinguen visiblemente de los civiles.

En lugar de depender de la fuerza bruta de los números y las armas, las operaciones de seguridad deben basarse en labores de inteligencia para medir hasta qué punto se puede ingresar a los bastiones de las pandillas sin poner en peligro la vida de los civiles.

Se habla del factor sorpresa para emprender redadas contra los bastiones de las pandillas, pero de nuevo se aborda el riesgo de muertes de civiles y menores de edad reclutados por las pandillas.

LA OPCIÓN DE LAS ARMAS

Se ha sugerido que las autoridades presionen a los líderes de las pandillas para que abandonen los barrios, siempre bajo amenaza de que, si no acatan la orden, recurrir a la fuerza de las armas.

Algunos expertos han planteado que, en las áreas donde las pandillas se mantengan firmes tras la llegada de las tropas, aplicar la ley con más contundencia, para reducir aún más la tolerancia de la comunidad hacia las pandillas.

Se espera que las tropas lleguen a Haití antes de finalizar este 2023 y que en 2024 arranque el plan para terminar con el reinado de las pandillas criminales y llevar sosiego al pueblo haitiano.

Ahora, sólo queda esperar. A Haití le esperan momentos muy difíciles.


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