(AFP) La hospitalización del papa Francisco esta semana desató interrogantes sobre el futuro de su papado, y alimentó los rumores y críticas de sus enemigos que ansían un nuevo líder para la Iglesia Católica.
Los sectores más conservadores han desafiado abiertamente al pontífice argentino, a quien acusan de minar las enseñanzas doctrinales con sus aperturas, al instar por una iglesia más tolerante.
Su frágil salud ha «dado oxígeno» a quienes buscan presentarlo como una persona débil y esperan que siga el ejemplo de su predecesor, Benedicto XVI, quien renunció en 2013, cuando percibió que sus fuerzas físicas y mentales no bastaban, comentó Robert Mickens, director del diario religioso La Croix International, consultado por la AFP.
Francisco, de 86 años, quien tiene una serie de problemas físicos y se desplaza en silla de ruedas, ha sido muy ambivalente sobre el tema de su renuncia.
En varias ocasiones ha dicho que renunciaría al cargo si no se siente capaz de cumplir con su trabajo, aunque insistió en febrero que ese tema no estaba en su agenda.
Las tres noches que pasó esta semana en el hospital Gemelli de Roma por una bronquitis provocaron una «agitación febril» tanto entre sus aliados como entre sus críticos, sostiene Massimo Franco, experto en asuntos del Vaticano del diario italiano Corriere della Sera.
«Las especulaciones sobre el futuro del pontificado son ahora menos teóricas», escribió Franco.
– La batalla contra Francisco –
Después de la muerte el pasado 31 de diciembre de Benedicto XVI, referente intelectual para los ultraconservadores, estos últimos intensificaron las críticas contra Francisco.
Al ser preguntado al respecto, el pontífice argentino dijo que no quiere que las renuncias de un jefe de la iglesia católica se conviertan en la norma.
Sin embargo, ha dejado abierta la posibilidad de seguir los pasos de Benedicto XVI e incluso describió cómo sería en su caso la jubilación, diciendo que viviría en Roma, posiblemente como un simple sacerdote y que no usaría la sotana blanca papal.
El vaticanista Iacopo Scaramuzzi considera que algunos enemigos de Francisco alimentan los rumores a través de una vieja táctica: usar la salud como una herramienta de batalla e «inflar las noticias parcialmente verdaderas o inventarlas por completo».
En octubre de 2015, cuando el papa latinoamericano pedía a la iglesia que fuera más indulgente con las personas divorciadas que se habían vuelto a casar, el Vaticano tuvo que negar los rumores lanzado por los ultraconservadores de que Francisco tenía un tumor cerebral.
«Vuelve de nuevo ese juego», escribió Scaramuzzi, al referirse a los rumores que circulaban sobre el supuesto cáncer generalizado que decían padecía desde que fue operado de colon en 2021.
– «Estoy aún vivo» –
El papa negó personalmente esas noticias en una entrevista el año pasado, aunque es consciente de que el debate interno sobre su sucesor se intensifica cuando está enfermo.
Después de haber permanecido 10 días en el hospital en julio de 2021, bromeó diciendo que «algunas personas me querían muerto» y que varios cardenales ya estaban listos para reemplazarlo.
Al salir este sábado del hospital aseguró con tono divertido: «Estoy aún vivo».
El Vaticano proporciona información poco precisa sobre el tema, lo que alimenta el clima de conspiración.
Esta semana anunció que el papa se encontraba en el hospital para someterse a exámenes programados, pero al cabo de varias horas tuvo que admitir que había sido internado por dificultades respiratorias y sucesivamente que le habían diagnosticado una bronquitis.
«Si está enfermo de algo más, si tiene un tumor como algunos han sugerido, no lo vamos a saber, simplemente no lo vamos a saber», lamentó Mickens.
La falta de transparencia fomenta las conjeturas sobre cuánto tiempo le queda de vida a Francisco.
«Se vuelve un juego: el reloj de la muerte», comentó irónico el experto.
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