Federico Sánchez… FS Fedor
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El carácter masificador adquirido por el cine en su presentación como producto, como ingrediente ideológico, en tanto transmite ideas, proviene exclusivamente de dos aspectos fundamentales: 1- su función como espectáculo cultural, y 2- su conformación como ente artístico, cuyo lenguaje fílmico se ha convertido en uno de los influencer dentro de las artes audio-visuales y comunicacionales en general.
Desde su nacimiento mismo (presentado en 1895, un 28 de diciembre, en una sala invernal e improvisada de París, hecho producido por los hermanos Lumiére) el cine prorrumpió la barrera de lo individual, caracterizado en las obras escritas, para convertirse en un arte de función colectivo, en hipnotizador del prurito multitudinario. Esencialmente la pronta aprehensión como elemento cultural por parte del espectador es lo que permite la asistencia masiva a la sala del cinema. Y es que el cine ha devenido en el medio de recreo y a la vez en un instrumento de formación intelectual por excelencia, entre todas las artes, tanto de codificación visual (cine, pintura, arquitectura) como de representación directa (teatro, danza, etc.).
Todo lo que escuchamos y vemos en el llamado Séptimo Arte se impregna en nuestro arsenal intelectivo: ideas, sugerencias, sentimientos, patrón conductual, modelo de vida, etc., y adquieren cartas de presencia en la pantalla como caminos a seguir. Como elementos trascendentes o paradigmáticos. Y que el receptor, atendiendo a su formación, instructiva-escolar o artística, lo aceptará con una actitud pasiva (extasiado y adherente), con una criticidad analítica (observando tanto su temática filo-social planteada o como formato estético), o de una forma desdeñosa, aburrida, socarrona. Ingenua. Distraída.
Los estudios realizados a nivel comunicativo por analistas y exégetas en la materia han llegado al común acuerdo en seleccionar al cine como el medio de comunicación de masas de mayor influencia en la presente etapa. Unánime es también el criterio de ser la industria cultural de más “capital” importancia. Su materia prima estará al servicio de quien confeccione su facturación. Su sello de clase, de segmento poblacional, de niveles de intelectos también serán impreso. El consumo por parte del público ha dependido, dependerá de la calidad artística y cultural que cada uno de los filmes presenten, del factor gustativo-fruitivo (apreciación de las dicotomías bueno- malo, bonito-feo, atractivo-desagradable, excelso-regular…), de su influjo, montado por el tinglado ideológico-propagandístico y/o de su modernidad creativa, como última instancia, y no por ello menos importante. Y es que así “…los mass media inmersos en un circuito comercial, están sometidos a la ley de oferta y demanda. Dan pues al público únicamente lo que desea o, peor aún, siguiendo las leyes de una economía fundada en el consumo y sostenida por la acción persuasiva de la publicidad, sugieren al público lo que debe desear” (Umberto Eco, Apocalípticos e integrados ante la cultura de masas, Editorial Lumen, 1975).
El cine, entiendo, está dotado de una forma que ostensiblemente permite que se puede analizar su lenguaje, esencialmente fílmico, desde una estructura lingüística y semiótica. Quiero decir, que su forma, su manifestación artística permite, ostensiblemente, que pueda ser analizada desde varias perspectivas. Su medio expresivo está conformado y avalado por un lenguaje propio para expresarse, distinguiéndose de las palabras, éstas solventadas por el aparato gramatical: sintaxis y morfología, sin descartar la semántica, la grafía -entendiéndose como signos de puntación, etc., permitiéndoles comunicar la sustancia del contenido.
En tanto, el cine, al través de los planos (o sea vistas del lente o cámara con tomas expresadas en medios, cortos o largos planos, etc.), del montaje y, por supuesto, de la fotografía, crea su propio medio de expresión: la imagen.
¿Y en qué se diferencia el cine de la literatura? Sencillamente en que la segunda describe o narra con palabras (escritas o habladas, recuérdese del teatro) un hecho. El cine lo muestra. La imagen es el mayor valor significativo de este arte. Se expresa por sí sola. No tiene necesidad del acompañamiento del acto hablativo. Subsidiariamente este último le sirve de complemento significativo para hacer comprender mejor la imagen.
Si se quiere hacer un muestrario de las condiciones precarias por la que atraviesa un barrio marginado, sólo tienen que desplazar la cámara poética por todos sus contornos, sin la necesidad de tener que poner a los protagonistas a conversar explicando tal situación. Empero, como en ciertas ocasiones las palabras, escritas o habladas, revelan un condicionamiento y una situación de esos personajes, entonces se les facilita el diálogo, para mayor comprensión de las imágenes.
Algo muy significativo del cine, y volvemos a caer al segundo “aspecto fundamental” mencionado en el primer párrafo de este trabajo, es su característica de reunir en su seno a todas las artes, que existen con anterioridad. Al través del tiempo el cine se ha alimentado del caldo fructuoso del Teatro (tomándose para sí la puesta en escena, el diálogo, la actuación), de la Literatura o la Poesía (apropiándose la narración, la descripción, el monólogo interno, la cadencia rítmica-poética-musical, etc.), de la Música, de la Pintura (escamoteándose la composición, el color, la simetría-asimetría, la sombra-luz, etc.), de la Danza (adquiriendo la coreografía) y, como todo Arte, de la Estética (comunicando, propagandizando placeres del sentir espiritual – o sea, en la acepción epicúrea del término-, regodeos y fruiciones).
Entonces, podemos decir que el cine es el arte del tiempo y espacio ideales. Sin embargo, por el solo hecho de poseer algunas expresividades de las demás artes, no debemos negar su propiedad y su valor como el más consagrado arte de todos los tiempos. Porque el cine ha sabido matizar con otro carácter cada una de esas expresividades, si se quiere, expropiadas.
La pronta importancia alcanzada por el cine y que le dio carácter masivo no se debe tan sólo a lo expuesto más arriba. Otros factores han influido enormemente, a
saber: la tecnología, las ciencias (físicas, químicas y sociales) y otras disciplinas (sicología, economía -en sus aspectos productivos-mercadológicos-).
En una de sus partes creativas el cine se soporta en la tecnología (cámara, montadora-editora, fotografía, entre otros recursos cinematográficos). Sociológicamente hablando el cine ha estudiado enjundiosamente a la colectividad humana en sus entornos sociales y económicos, la forma cómo están organizadas sus bases estructurales, los sistemas económicos: el esclavismo (Espartaco), el feudalismo (El Quijote de la Mancha), el capitalismo (sobran los ejemplos) y el socialismo (Muerte de un burócrata, El retrato de Teresa, Lucía, Solaris, etc.).
El muestrario histórico ha abarcado desde los primeros primates (2001, Odisea del espacio) pasando por Egipto e Israel (Los diez Mandamientos), Grecia (Efigenia, Ulises, Troya), Francia (Los Duelistas, Napoleón Bonaparte, Danton y Robespierre) hasta nuestros días. Para el análisis individual del hombre el cine apela a la sicología científica estudiando acendradamente la conducta humana a partir de su condición económica y su traumatización social, sus gustos y necesidades, sus deseos y aspiraciones, sus personalidades, en fin. Y fin de la historia.
El autor es periodista, publicista, cineasta, catedrático, escritor -poeta, narrador, dramaturgo, ensayista-.
E-Mail: anthoniofederico9@gmail.com.
Face Book.
Wasap: 809- 353-7870.
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