12 de octubre: Nada que celebrar — despertar la memoria, descolonizar el presente

Afro Dominicana

Han pasado 533 años desde que los invasores castellanos pisaron por primera vez las tierras de Abya Yala, trayendo consigo la espada, la cruz y el despojo. Aquel día se impuso un modelo civilizatorio: comenzó la barbarie del colonialismo, el genocidio de millones de pueblos originarios, el secuestro de africanos, el saqueo de la tierra y el silenciamiento de nuestras memorias.

Desde la isla Bohío, Haití o Babeque, hoy República Dominicana y Haití,  se levantó el primer laboratorio del poder colonial. Desde aquí se instauró un modelo de muerte que transformó la vida, la naturaleza y las culturas en propiedad. Los pueblos arahuacos, taínos y caribes, que vivían en armonía con la naturaleza, fueron arrasados por el oro, la codicia y la cruz.

Pero desde estas mismas tierras también brotaron las primeras resistencias: Caonabo, Anacaona y Guarocuya levantaron su voz y su fuego, dejando una herencia de resistencia que aún retumba en el viento del Caribe, llamando a la memoria, la dignidad y la descolonización.

Hoy, en pleno siglo XXI, seguimos respirando las cenizas del colonialismo. El racismo estructural, la negación de lo afrodescendiente, la persecución de los haitianos, el extractivismo depredador y la violencia patriarcal son herencias directas de aquel sistema de muerte que comenzó en 1492.

La colonialidad se disfraza de modernidad, pero sigue siendo la misma: la que nos enseña a negar nuestras raíces, a venerar al opresor y a avergonzarnos del color de nuestra piel y de nuestras raíces indo-afrodescendientes. Por eso hoy gritamos con más fuerza que nunca:

¡12 de octubre, NADA QUE CELEBRAR!

No celebramos el genocidio, ni el ecocidio, ni el epistemicidio.

No celebramos el robo de la tierra, la lengua y la memoria.

No celebramos la mentira histórica que nos vendieron como “encuentro de culturas”.

Celebramos, en cambio, la resistencia, la memoria y la vida que aún florecen en Abya Yala.

Reclamamos una República Dominicana descolonizada, que reconozca la herencia indo-afrodescendiente de su pueblo, y que erradique de la educación, de las plazas y del Estado las huellas de la idolatría colonial.

Exigimos retirar las estatuas de Colón y Ovando, que aún ofenden la memoria de los pueblos originarios, para colocarlas en un museo de la colonia, y en su lugar erigir la memoria viva de Caonabo, Anacaona, Mencía y Guarocuya, símbolos de libertad, dignidad y anticolonialismo.

Demandamos una educación descolonizadora que narre la verdad y enseñe a las nuevas generaciones que no fueron descubiertos, sino invadidos.

Nos solidarizamos con el pueblo haitiano, cuya soberanía, cultura y dignidad son agredidas por el mismo colonialismo que ha impuesto el caos y que, desde nuestro país, se expresa en la persecución institucional y las políticas migratorias neocoloniales.

Sanar el cuerpo, la historia y la tierra es una urgencia colectiva. Descolonizarnos es reconocer que la lucha por la justicia racial, ambiental y de género es una sola causa. Es romper el silencio, recontar nuestra historia y dignificar la memoria colectiva del Caribe. Por eso, este 12 de octubre, afirmamos:

¡12 de octubre, nada que celebrar!

¡Fue genocidio, fue esclavización, fue despojo!

¡533 años de resistencia, memoria y dignidad!

¡Por una República Dominicana libre de racismo y colonialismo!

¡Por la memoria viva de Anacaona, Caonabo, Mencía y Guarocuya!

¡Por Abya Yala descolonizada, libre y en equilibrio con la tierra!


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