Juan Taveras Hernández
La seguridad ciudadana es una preocupación de todos los gobiernos en el mundo, sobre todo en los países democráticos, donde la libertad es libertinaje porque todos los ciudadanos tienen derecho a hacer y deshacer, no importa el riesgo ni las consecuencias.
Está comprobado que, a mayor nivel de pobreza y marginalidad, mayor nivel de violencia. Ambos elementos van de la mano.
No invento nada si digo que la seguridad ciudadana es un problema multifactorial, es decir, que encierra muchos elementos, a saber, la educación, el empleo, la vivienda, la salud, etcétera.
¿Qué se puede esperar de un país donde más del 20% de los jóvenes no estudia, ni trabaja? ¿Qué se puede esperar de un país que tiene alrededor de un 40% de familias emparentales, 38% mujeres, 4% hombres? El núcleo familiar disfuncional, sin arraigo.
Mujeres solas “criando” a sus hijos, lavando, planchando y cocinando en hogares de clase media, esclavizadas en bancas de apuestas con salarios miserables, dejando a su prole sin ningún cuidado, expuestos a las drogas, el juego de azar y la violencia, residiendo en casas de cartón en patios y callejones, comiendo una o dos veces al día. Ese drama genera violencia constantemente. Y la violencia engendra inseguridad.
Aunque los niveles, tanto de pobreza como de pobreza absoluta, han disminuido ligeramente en los últimos dos años, según cifras oficiales, seguimos siendo un país pobre con más del 25% de su población sin acceso a los bienes y servicios fundamentales para una vida digna, una canasta familiar relativamente alta, y un déficit habitacional que supera el millón 500 mil.
En los barrios y en los campos hacen falta hospitales, escuelas, centros de formación técnicos-profesional, clubes deportivos y culturales, etc. Como dije en el artículo anterior, más de 4 millones de motocicletas recorren nuestras calles sin ningún control convirtiendo las principales ciudades en centros de prostitución, corrupción, anarquía y violencia.
Mientras en Holanda y otros países de Europa están cerrando cárceles, debido a la falta de criminalidad y delitos, porque los ciudadanos tienen sus problemas fundamentales resueltos, en la República Dominicana están construyendo cada vez más cárceles porque la población enjaulada en hacinamientos inhumanos crece constantemente. De casi 27 mil presos, el 61% es preventivo. Las cárceles dominicanas son centros de entrenamientos criminales, donde se trafica con drogas, armas, etc.
No importa cuántos expertos, científicos y genios vengan al país para examinar el tema de la seguridad ciudadana; no importa cuántos anuncios haga el presidente Luís Abinader, la inseguridad ciudadana, los homicidios, los robos, los atracos, las muertes violentas, las violaciones, los embarazos en adolescentes, los asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o de sus exparejas, continuarán.
Descubre más desde Notiultimas
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.