NARRATIVA MÍA DE CADA DÍA…

Los Monólogos de SUSANA… en el vuelo de la gaviota…

-Novela, 2015-

M-5 de 14.

Federico Sánchez (FS fedor)

La decepción como piedra en el camino, que, al andar, nos hace levantar lo pies

Si les digo que me sentí súper emocionada con el primer cheque que recibí de mi trabajo como modelo, probablemente me lo van a creer. Como le puede suceder a cualquier adolescente o joven al recibir su primer choque económico restregándonos la cara, y con el que podemos realizar cualquier tipo de actividad comercial.

Pero si les digo que fue colosal, inmenso, espectacular, probablemente dirían que estoy exagerando. Me sentí tan impactada cuando recibí en Playa Dorada, Puerto Plata, donde hice una presentación en bikini para promocionar el hotel, ese papel moneda enchequetado, que es imposible de describir con simples palabras, pues hay emociones, sentimientos, trastornos síquicos, que resultan más fáciles observarlos que relatarlos. Que narrar o representar.

Sentí una corriente interna, alterna, por todo mi cuerpo. Un flujo sanguíneo imparable. Gozosamente me sentí. Inmaculada. Reconocida. Y fue así en dos sentidos. Primero: por ser el saldo inaugural, la vez primera que recibí ese pago, que pudo haber sido cuando realicé la primera pasarela, pero ese chequecito se dilató en llegar, y digo chequecito, porque en comparación con el que recibí en mi presentación en Playa Dorada, era una viruta, un hazme reír.

Al parecer los modistos sintieron que aun éramos insignificantes, nonatas, y que no merecíamos un buen pago. Pensaron que no estábamos cotizadas, y que por el contrario nos sirvió de trampolín, de andamio, de escalera al cielo para lanzarnos al mundo del espectáculo público en el renglón de las modas y el modelaje. Que ellos, los modistos y las modistas nos hicieron un favor, que debimos sentirnos agradecidas, presentando, paseando, exhibiendo nuestras cualidades incipientes, que sería imposible hacerlo en tan poco tiempo de habernos graduado.

Y segundo: o sea, en el segundo sentido de mi impacto, fue el volumen, la cifra, la calificación valorativa que recibí en pago por ese día de actividad laboral, y que a buen agrado acogí. Además de placentero, delicioso, satisfactorio, fue hermoso. Sentirme así, como en mis aguas, en mi estanque, nadando como un pez, suelta, fue sublime. Pero sobre todo por el valor que me dieron como modelo, como persona, como…, como ser humano.


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