Juan Lehmann
La victoria del candidato presidencial uruguayo por el Frente Amplio refuerza la orientación progresista de la región, diametralmente opuesta a la profesada por el mandatario argentino. Si bien, Yamandú Orsi marcó la importancia de la relación entre ambos países, «Milei puede quedar en una situación incómoda», dijo un especialista.
El regreso al Gobierno uruguayo del centroizquierdista Frente Amplio da pie a múltiples lecturas. Desde Argentina —por fuera de la histórica relación que hermana a ambos países—, puede ser leído como una advertencia para el presidente libertario Javier Milei, quien ha librado fuertes conflictos con líderes regionales como Lula da Silva, Gustavo Petro o Andrés Manuel López Obrador.
El flamante presidente uruguayo electo, Yamandú Orsi
La victoria de Orsi se inscribe en un marco signado por la inminente visita de Milei a Montevideo. El 6 de diciembre, el argentino participará de la Cumbre de Líderes del Mercosur, donde recibirá la presidencia pro tempore de manos del mandatario uruguayo saliente Luis Lacalle Pou. La visita al país vecino constituirá la primera vez que el libertario participe en una reunión del bloque regional, contra el cual ha despotricado en diversas ocasiones.
¿A contramano de la región?
«Naturalmente, Milei va hacia un aislamiento regional: con el triunfo de Orsi puede quedar en una situación muy incómoda, que va a reflejarse principalmente en la cumbre del Mercosur. Incluso Paraguay, gobernado por un líder más conservador como Santiago Peña, no se muestra tan lejano a la idea de un fortalecimiento regional«, dijo a Sputnik el politólogo Pablo Cano.
Según el especialista, el regreso del Frente Amplio al poder en Uruguay refuerza el peso de la centroizquierda en la región. Sin embargo, el consultor remarcó que las evidentes diferencias ideológicas respecto al Gobierno argentino no implican que se desaten conflictos como los emergidos entre líderes progresistas regionales., puso en palabras la expectativa en torno al vínculo entre ambos gobiernos, al calor de la previsible distancia ideológica: «La relación con Argentina tiene que ser muy buena, no tenemos otra chance«, sentenció en declaraciones a medios.
Si bien no fue saludado por Javier Milei, la Cancillería en Buenos Aires emitió un sobrio comunicado en el que felicita al ganador y ratifica su «compromiso de trabajar junto a Uruguay para fortalecer la agenda compartida y el bienestar de ambos países».
En un alevoso contraste,quien expresó su «enorme alegría» fue la expresidenta Cristina Fernández (2007-2015) —nueva titular del Partido Justicialista e insoslayable referente de la oposición a Milei—, quien aseguró: «Estamos muy felices».
«La única razón previsible para que haya cierta tensión es que Milei considere que puede serle redituable una confrontación con Orsi, como la hubo con el español Pedro Sánchez y hasta con Xi Jinping. Por lo demás, la agenda comercial y política entre Buenos Aires y Montevideo es bastante limitada, más allá de la fraternidad cultural», consideró Cano.
Para reforzar su tesis, el experto citó el antecedente de la cena de la Fundación Libertad donde coincidieron Milei y Lacalle Pou. Tras las palabras del libertario, el uruguayo utilizó su tiempo para matizar su grado de coincidencia frente al argentino. «Para que haya libertad, tiene que haber Estado fuerte», espetó. «Si bien Lacalle Pou puede considerarse un presidente más cercano a Milei, las veces que compartieron escenario el uruguayo lo utilizó para desmarcarse», consideró Cano.
«La de Milei es una geopolítica muy básica, que lo obliga a contradicciones recurrentes, como ocurrió con los agravios a Xi Jinping y el posterior pedido de disculpas. Sus frecuentes críticas esmerilan el valor de su posicionamiento, por lo que tampoco hay que darles tanto valor: no creo que Orsi sea el próximo destinatario de insultos o descalificativos«, apuntó el experto.
La ola y la marea
A pesar de la virtual sintonía ideológica entre una gran porción de los gobiernos sudamericanos, según Cano, la actual coyuntura no es necesariamente la misma que la que existía décadas atrás, cuando líderes como Hugo Chávez (Venezuela), Néstor Kirchner (Argentina) y el propio Lula da Silva, entre otros, condensaron su alianza frente a Estados Unidos al rechazar el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), en 2005.
«No hay grandes mareas progresistas como lo hubo en la época del No al ALCA. En los últimos años, pese a las oleadas de triunfos de centro izquierdas, no ha habido instancias donde confluyeran los líderes latinoamericanos, como sí lo hubo a principios del siglo», afirmó.
«Victorias como estas invitan a un error de lectura. Más que cambios repentinos de derechas a izquierdas, lo que vemos es que se verifica una nueva derrota de los oficialismos. La salida del poder de Sebastián Piñera en Chile, de Lacalle Pou en Uruguay o de Bolsonaro en Brasil se vinculan más con la insatisfacción democrática común en el mundo que con la cuestión ideológica», apuntó Cano.
En este sentido, el experto destacó que «Luis Lacalle Pou dejará el poder con una imagen cercana al 50%, lo cual implica que no es un tema de valoración de personas, sino de coyunturas. La apreciación en torno al malestar termina costándole la elección a los oficialismos y eso sucede tanto en la región como a nivel global, como vimos en Estados Unidos con el regreso de Trump».
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