Por Leonardo Gil
La comunicación de gobierno es una disciplina crucial que a veces se confunde con las relaciones públicas, la producción de notas de prensa, difusión de influencer o lograr ser tendencia en redes; pero la gestión de comunicar va más allá de simplemente transmitir información.
Es un arte que requiere comprensión, empatía y estrategia. En un mundo cada vez más interconectado y digitalizado, el modo en que los gobiernos se comunican con sus ciudadanos puede determinar no solo la percepción pública, sino también la efectividad de las políticas públicas. El objetivo primario de esta tarea es lograr consenso y gestionar el disenso en los temas de políticas públicas.
Uno de los pilares de una comunicación gubernamental efectiva es la claridad. Los ciudadanos necesitan comprender el mensaje que se les está transmitiendo. Esto implica evitar el uso de jerga técnica y asegurarse de que la información sea accesible para todos, una comunicación a prueba de tontos, independientemente de su nivel educativo o contexto socioeconómico.
La información es transmisión de datos y la comunicación es el dato envuelto en emoción, en esta era donde la estadística ha muerto en la comunicación, somos telenovelas, la gente está cansada de información, la gente quiere historias. Cuando un gobierno comunica de manera clara y sencilla, reduce la posibilidad de malentendidos y aumenta la confianza en las instituciones.
La transparencia es otro componente esencial. Los ciudadanos demandan saber qué decisiones se están tomando y por qué. La opacidad puede generar desconfianza y escepticismo. Por lo tanto, los gobiernos deben esforzarse por ser transparentes en sus acciones y en la información que comparten. Esto incluye no solo comunicar los logros, sino también los desafíos y las críticas que puedan surgir. Al hacerlo, muestran una voluntad de rendir cuentas y de involucrar a la ciudadanía en el proceso de gobernanza.
La empatía es igualmente fundamental en la comunicación de gobierno. En tiempos de crisis, de emergencias, de desastres naturales o pandemias, los ciudadanos buscan no solo información, sino también un sentido de conexión y apoyo. Los líderes deben ser capaces de comunicar mensajes que reconozcan las preocupaciones y el sufrimiento de las personas, ofreciendo no solo datos, sino también esperanza y soluciones. La comunicación empática puede ayudar a mitigar el miedo y la ansiedad, fomentando una respuesta colectiva más positiva.
El uso de canales adecuados es otro aspecto clave. En la era digital, los gobiernos tienen a su disposición una variedad de plataformas para comunicarse, desde redes sociales hasta sitios web oficiales. Conocer dónde se encuentra la audiencia y qué canales prefieren utilizar es vital para asegurar que el mensaje llegue de manera efectiva. Además, la interacción a través de estas plataformas permite un diálogo bidireccional, en el que los ciudadanos pueden expresar sus opiniones y preocupaciones, enriqueciendo el proceso de comunicación.
La adaptación del mensaje también es crucial. Diferentes grupos dentro de la ciudadanía pueden tener necesidades e intereses diversos. Por lo tanto, es fundamental que los gobiernos adapten su comunicación a las características demográficas y culturales de la población. Esto incluye la utilización de múltiples jergas, así como la consideración de formatos visuales y narrativos que resuenen con diferentes audiencias.
Finalmente, el arte de la comunicación de gobierno implica la construcción de relaciones. La confianza no se construye de la noche a la mañana; requiere consistencia, compromiso y tiempo. Los gobiernos deben trabajar para establecer una relación continua con la ciudadanía, basada en la escucha activa y el respeto mutuo. Esto no solo facilita la comunicación en momentos de crisis, sino que también crea un entorno donde la participación ciudadana es valorada y fomentada.
Esto es un proceso dinámico que requiere atención a múltiples aspectos: claridad, transparencia, empatía, selección de canales, adaptación del mensaje y construcción de relaciones. Cuando estos elementos se integran de manera efectiva, los gobiernos pueden no solo informar, sino también inspirar y movilizar a sus ciudadanos. En un mundo donde la comunicación es fundamental para la gobernanza, el arte de comunicar bien puede ser la clave para un futuro más participativo y colaborativo.
El autor es Consultor Comunicación política y de Gobierno