Confrontación entre Arce y Evo Morales fractura oficialismo en Bolivia

La Paz. Camino a las primarias para elegir el próximo candidato presidencial del oficialismo en Bolivia, el ex mandatario Evo Morales y el presidente Luis Arce, su discreto ministro por más de una década, protagonizan la más reciente ruptura entre antiguos aliados en la política latinoamericana.

Y el guion es casi idéntico al de otros distanciamientos: un presidente escoge a su sucesor, allana su ascenso a la presidencia y ya instalado en el poder, el protegido rompe con el mentor y se convierte en su rival.

Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, en Colombia; Rafael Correa y Lenín Moreno, en Ecuador; Leonel y Danilo en R.Domininicana; y ahora Morales y Arce, en Bolivia.

Ambos se medirán muy probablemente en las primarias del Movimiento al Socialismo (MAS), que se realizarán en diciembre y enero próximos y de las que saldrá el aspirante para los comicios presidenciales del 2025.

¿Subordinado?

Tras su frustrado intento de salir reelegido después de 14 años de mandato, Morales se apoyó en Arce para que el MAS recuperara el poder.

Desde su breve autoexilio, el líder indígena actuó como jefe de campaña de Arce, su ministro de Economía entre 2006-2019.

«Hasta el año 2019, en el MAS era indiscutible el liderazgo de Evo Morales», opina María Teresa Zegada, politóloga de la universidades Católica y San Simón.

El propio ex mandatario, apunta la analista, veía a Arce como un «reemplazo temporal, nunca lo vio como un líder que podría disputarle el poder». Incluso en entrevistas lo seguía tratando como «su ministro y subordinado».

Pero Arce, que recibió el 55 por ciento de los votos, se ha consolidado dentro del MAS como un dirigente tecnócrata menos ideologizado y más autoritario que Morales, coinciden los expertos.

Carlos Borth, profesor en derecho constitucional, resume la división del oficialismo como «la pelea desnuda por lograr la nominación oficial para las elecciones de 2025».

«A cuidarse de Arce»

Morales, de 63 años, devino crítico feroz del gobierno de su antiguo ministro de Economía (58), tras ventilar la supuesta corrupción y tolerancia de las autoridades con el narcotráfico.

Incluso, el año pasado, acusó al ministro de Gobierno (Interior), Eduardo del Castillo, de robarle el celular y pidió su cabeza, señalando de paso al vicepresidente, David Choquehuanca, que fue su canciller, como responsable de una campaña de desprestigio en su contra.

Arce ratificó a del Castillo en el cargo, lo que marcó el punto de inflexión en la relación con Morales.

«Entre ambos no hay una distancia ideológica, no es un problema de proyecto político (…) lo que les diferencia en esta gran grieta que se ha abierto», son sus «liderazgos personalistas», sostiene la Zegada.

Hace un mes, en su programa radial, Morales se dirigió a los líderes de su partido para prevenirlos de Arce y pedirles que no cedieran a sus prebendas. «Los dirigentes [sindicales] sanos, honestos (…) cuídense de Lucho Arce», afirmó el jefe del MAS.

Por lo pronto, el presidente solo ha cuestionado al bloque leal a Morales en el Parlamento – dominado por el MAS – por su oposición a varios proyectos de ley, pero la colisión parece inminente.

«Hay una crisis profunda en el MAS. Producto de esta incertidumbre, se han generado dos corrientes, una, la arcista, que está con el presidente del Estado y la otra, más tradicional, más conservadora, al lado del expresidente Evo Morales», sostiene Carlos Cordero, politólogo de la Universidad Católica de Bolivia.

El desgaste de Evo

Elogiado en su época de ministro por el modelo de nacionalizaciones y redistribución de renta en Bolivia, Arce ha tenido que lidiar con la pospandemia y una crisis derivada principalmente de la falta de divisas, destinadas en su mayoría a subsidiar combustible y alimentos, lo que ha afectado al sector productivo.

Su desaprobación alcanza el 50 por ciento, según la más reciente encuesta de la empresa privada Diagnosis.

No obstante, el oficialismo da por descontado que irá por la reelección, ante la debilitada oposición y el rechazo que despierta Morales en amplios círculos.

«Evo está (hoy) en desventaja, ha ido perdiendo popularidad por sus mismas declaraciones, por su posición tan antagonista, confrontadora, crítica al gobierno de Arce», señala Zegada.

Sin el origen indígena o carisma de su mentor, Arce está apuntalando su liderazgo entre las bases sociales y sindicales con la distribución de incentivos y apoyándose de la figura de su vice, agregan los expertos. (AFP)


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