APOSTILLAS
Federico Sánchez -FS Fedor-
No, para evitar la desconsolación…, con un dedo no se tapa el sol, ni siquiera con tres dedos de frente, pero trata de esquivar esa mala jugada que te envuelve hasta la saciedad, en un laberinto sin salida, en una nublazón, en un callejón pedregoso, y aditivo, sin poder ver el llano posible, un prado verde, sin que en el recodo del camino te asfixies, te doblegues.
Siempre es posible, aún si inminencia, lograr lo imposible, los desafíos obviables, con un poco de esfuerzos y distinción, haciendo un disfuerzo, aun sea pasajero o efímero, aun a disgusto y sin emoción, aun con aprensión y sin rectitud. Si el sol nubla tu mente, en momento que te atosiga el viento, e impide que avance firmemente hacia el confín del tiempo, entonces inténtalo por otra vía, aunque sea más difícil y barato, aunque a simple vista haya un valladar que obnubila, que te sumerge y asfixia; sólo haz que te sea grato, así el brío de lograrlo, a costa de mucho arrojo y decisión, de desafíos y retos inconmensurables, será más gratificante. Más dignificante.
En efecto, no te detengas, mantente equilibrado sobre la cuerda tambaleante. Sigue, hábil, en la soledad o la tristeza, y demuestra de lo que eres capaz. Sin mentiras y sin falsa estrategia podrás alcanzar el sol, sí, pero sólo si obtemperas en ser ecuánime, sustancioso, reverberante, aun sea con espejuelos especiales. Pon a pruebas tu ingenio y tu virtud, que la posibilidad de lograrlo puede ser una de diez, pero con audacia y valentía, siempre y cuando, y en comunión con las noches de primavera, tengas la cabeza bien puesta, desemergida. Todo es posible, despejando tus dudas de alcanzar el sol con una mano, dentro de lo posible, aun sean inciertos tus dodos blandos o blancos o negros o mulatos.
No, con un dedo de frente no podrás taparte del sol, ni con una nube bajita o estrecha, pero sí con una sombrilla que cubra, al menos, tu cabeza avezada, o sea, que debe estar bien puesta, y esa debe ser tu táctica principal de toda tu estrategia posible, pues, y al dedo, adjunto, debes agregarle algo más grande y efectivo y poderoso y activo y perecedero, que cubra toda tu esencia soñada con un mayor propósito de solidaridad, y más, en fin, si eres humano. Muy humano.
En efecto, reitero atinadamente, que no puedes tapar el sol con un dedo. Debe arroparte hasta donde lleguen tus posibilidades de alcanzar el otoño, obviamente, sin extralimitarte y tratar de lograr el éxito más allá de lo posible, pero sin maltratarte ni amilanarte. Un paso a la vez, pero atinado, y verás que tendrás resultados muy positivos, muy redimidos, muy sustanciosos.
No intentes una trastada, una mala jugada, un golpe bajo, para hartaste hasta la saciedad o la suciedad que conlleva todo latrocinio, con tal de alcanzar algunos objetivos, cuyos propósitos, inconfesos, les hacen daños a la propiedad ajena o a tus semejantes más adyacentes, como tu vecindad, que a veces nada en río revuelto, como por una ciénaga. Un barrizal.
Recuerda que se hace difícil tapar el sol con un dedo, y si es que tienes tres dedos de frente, sabrás que hombre precavido vale por dos, y más si bordeas el espíritu optimista. Trata de ser atinado en este mundo híbrido en que vivimos a horcajadas del tiempo y sus medadas. Concuerda reconciliarte con la realidad, que tú seas un avatar posible, semejante a la ecuanimidad, adhiriéndote a la sobrevivencia, como la hierba del moriviví, una hiedra asomada a la pared, y hazte a un lado si tus intenciones van más allá del dolo y la tristeza, de la infamia y la alevosía.
Resuelve con inteligencia el malestar que te engulle; evita cercenar tu futuro antes de tiempo mirando al sol de frente, sin cobijarte bajo algún principio de solidaridad humana, como con la sombra que ofrece una alta pared de grueso espesor.
Dicen que hombre cauteloso salva su situación confusa y camina sin inconvenientes por los intrincados recodos de montañas de híbridos polvos del desierto. Si quieres ser un correcaminos que sea con tu propia locomotora, aun tengas que usar tus pies grimosos. Y vacila si para llegar al final de tu jornada tienes que delinquir.
Sabemos que las leyes las hacen los que dominan el medio ambiente, y que a veces algunos, indolentes, se violan así mismos, y todos los cánones, sin tapujos, con argucias, sin miramientos sanos, con sandeces prejuiciadas, y a tal punto es su sinrazón que denigran en su ética y en su moral, lo cual no es óbice para seguir ese camino que has emprendido; pero no, no lo hagas, rechaza el camino fácil y punitivo, la indolencia pecaminosa, y desobedece las ofertas que no van con tus designio vital, que marchan a contracorriente de tu gozo, de tu devoción.
Y recuerda siempre que ¨agua que no has de beber déjala correr¨. Es mejor abstenerse al chantaje y enmendar los designios superfluos, y ser, parecer un tonto sabio; siempre con la voluntad de hacer el bien colectivo y rechazar el mal inmundo y barato, aun te parezca un mal menor, pues la historia, virtuosa, te lo recompensará algún día.
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