Tras el tiroteo, Donald Trump llega a la convención casi como un mártir

El republicano declaró que sólo fue Dios el que evitó que ocurriera lo peor

David Brooks y Jim Cason

Milwaukee y Washington., Donald Trump llegó como un héroe conquistador a Milwaukee este domingo, un casi mártir (agradeciendo a Dios por salvarlo), usando perfectamente el aparente intento de asesinarlo para consolidar su imagen de víctima y vengador a nombre del pueblo para salvar a América.

De esa manera, una de las consignas centrales de su campaña electoral –al final, no vienen por mí. Vienen por ustedes; yo sólo estoy evitando eso– bautiza su movimiento a partir del aparente intento de asesinato el sábado en un mitin en Pensilvania.

Nunca rendirse, repiten sus mensajes de propaganda, con la foto icónica de cuando alza el puño al levantarse del aparente intento de asesinarlo. Anunció que aunque pensaba no llegar a Milwaukee hasta el miércoles, decidió hacerlo desde esta tarde para mostrar que no permitirá que un asesino potencial determine la agenda.

Tal vez aún más notable fue el tono religioso de sus mensajes, al declarar este domingo que sólo fue Dios el que evitó que ocurriera lo peor; llamó a la unidad estadunidense y a mantener la fe, tras prometer que él y su convención serán desafiantes ante la cara de la malicia.

La imagen tomada por Evan Vucci, fotógrafo de la agencia Ap, se volvió icónica, sobre todo para el movimiento de Trump, cuando capta al magnate levantándose con la cara ensangrentada rodeado por agentes del Servicio Secreto, con una bandera estadunidense ondeando debajo de un cielo despejado y su puño en alto; no podría ser más perfecta para su campaña. El heroico líder dispuesto a arriesgar su vida por sus seguidores y para hacer a América grande otra vez.

Y eso que arriba a Milwaukee ahora a presidir la Convención Nacional Republicana que arranca hoy y donde será formalmente coronado candidato presidencial ante un partido donde antes era la figura más poderosa, pero ahora, con su hazaña, llega como rey.

Para Joe Biden y los demócratas todo este episodio los coloca en una cuerda floja, donde tienen que expresar primero sus oraciones y buenos deseos, condenar la violencia, y convocar a la unidad patriótica ante lo ocurrido, mientras buscan cómo regresar a la contienda.

Biden, en su papel de mandatario-consolador –y pretender por ahora que no es candidato, sino líder nacional–, convocó al país a la unidad y a rechazar la violencia y el odio. Informó que sostuvo una breve pero buena conversación telefónica con su contrincante.

En un primer mensaje y más tarde en otro trasmitido por televisión en vivo a la nación –que también le sirvió como otro evento más para mostrar su capacidad como líder e intentar dejar atrás los daños de su debacle en el debate con Trump hace más de dos semanas–, reiteró su mensaje de unidad. Subrayó que no hay lugar en Estados Unidos para este tipo de violencia y que “un intento de asesinato es contrario a todo lo que representamos como nación… no es lo que somos como nación”. Insistió en que nada es más importante que la unidad ahora mismo.

Pidió bajar la temperatura del concurso electoral –no somos enemigos–. Denunció la violencia política contra figuras políticas y que no se puede proceder por esta vía.

Políticamente, las imágenes del momento son de un presidente y candidato demócrata ya debilitado por las dudas de sus colegas y el electorado sobre su condición física y mental al lado de un autoproclamado héroe «protegido y respaldado» por la Providencia, y que sobrevivió a un atentado levantando su puño y gritando luchen (según la versión de su campaña, porque otros dicen que sólo estaba diciendo esperen).

La Jornada


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