Santiago de Chile, 24 may (EFE).- Conocida internacionalmente por haber acuñado en la década de 1990 el término aporofobia, la filósofa española Adela Cortina dijo a EFE que «el cerebro tiene predisposición a rechazar al pobre» y que hay sistemas económicos y políticos, como el neoliberalismo, que «agudizan» este sentimiento.
«La tendencia a rechazar a los que parece que no nos dan nada está en el cerebro», afirmó Cortina (Valencia, 1947), quien fue investida la semana pasada académica honoraria de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales de Chile.
«Desde años inmemoriales, las personas tenemos tendencia a acercarnos a aquellos que nos pueden dar algo porque no somos autosuficientes y necesitamos a los demás», agregó.
Formado a partir de las voces griegas «á-poros» (sin recursos) y «fobos» (miedo), el término aporofobia fue incluido en el diccionario de la Real Academia Española (RAE) en 2017 y elegido «palabra del año» por la Fundación del Español Urgente (Fundeu).
Cortina, catedrática de Ética y Filosofía Jurídica, Moral y Política de la Universidad de Valencia (sureste de España), explicó que la aporofobia sirve, por ejemplo, para entender por qué se rechaza a los migrantes indocumentados pero no a los que tienen dinero.
«El rechazo al pobre se ve en el día a día de una manera absolutamente palmaria cuando vamos por la calle y vemos a una persona sin hogar, que está pidiendo limosna y ni siquiera sabemos qué hacer», apuntó.
«VIEJO COMO LA HUMANIDAD»
Aunque lo acuñó en pleno auge del neoliberalismo en el mundo, el término se hizo popular varios años después, a raíz de su libro «Aporofobia, el rechazo al pobre: Un desafío para la democracia» (2017), convertido en un bestseller y traducido a varios idiomas.
«La aporofobia es vieja como la humanidad. Lo que pasa es que hay sistemas económicos y políticos que la agudizan y sistemas económicos y políticos que la suavizan», subrayó la pensadora, quien en 2008 fue la primera mujer en ingresar en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas de España.
Pese a que la pandemia y la guerra de Ucrania han disparado la pobreza y el populismo crece en el mundo, Cortina se mostró optimista y aseguró que cada vez son menos los que creen que «uno es pobre porque quiere».
«El sentir generalizado es que la pobreza es involuntaria. Existe lo que se llama la lotería natural o social», destacó la intelectual, para quien «el siglo XXI será el del fin de la pobreza y el rechazo al pobre».
Para conseguirlo, Cortina recomendó «mucha educación», «un Estado del bienestar fuerte» e «instituciones que traten de reducir desigualdades».
«Si la gente ve que atendemos a todos, aprenderemos que no se puede rechazar a nadie. Si tenemos a personas sin hogar y nos da lo mismo, si tenemos a personas vulnerables y nos da lo mismo, instintivamente entendemos que lo que hay que hacer es acercarse a los poderosos», alertó.
«NO HEMOS APRENDIDO NADA»
Además de su investidura, el paso de Cortina por Chile incluyó conferencias en la Universidad de Concepción y la Católica de Valparaíso y un conversatorio en el Centro Cultural de España en Santiago (CCESantiago), donde habló de su último libro: «Ética cosmopolita. Una apuesta por la cordura en tiempos de pandemia», escrito durante el confinamiento.
En contra de lo que se esperaba en un principio, la filósofa cree que la sociedad no aprendió «nada» de la pandemia: «Nunca sacamos ninguna enseñanza. Es deprimente», lamentó.
«El primer aprendizaje que no hemos hecho es que somos vulnerables, interdependientes y lo que nos salva es el apoyo mutuo y la solidaridad. No había ningún país que se pudiera salvar solo», recordó.
La importancia de fortalecer el Estado de bienestar y garantizar una sanidad pública y de calidad es otra de las cosas que, en su opinión, la sociedad debería haber aprendido del covid-19 porque, expresó, «hay una serie de derechos básicos que no pueden quedar al juego del mercado».
Cortina, buena conocedora de la actualidad chilena y quien visitó el país suramericano en pleno proceso constituyente, celebró que «por fin» se haya llegado a una acuerdo para incluir en la Constitución que se está redactando el Estado social y democrático de derecho y desterrar la «subsidiariedad» implementada por la dictadura militar (1973-1990).
«El Estado social y democrático de derecho -concluye- es la mejor experiencia que hemos hecho en España y en muchos otros países».
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