12 cartas de Any para Alicia, su amiga dominicanyork

CRÓNICAS DE LOS 12 AÑOS DEL BALAGUERATO…

Federico Sánchez

Nota:

“…y aunque sea con borrones, escríbeme” (cartas amarillas),

más que un poema insólito del absurdo, de la nostalgia; más que un relato del pudor y la moral, de la barbarie, la indolencia y la solidaridad, es un documento histórico-político, que describe, replantea algunos hechos de las últimas cuatro décadas de la vida nacional, y su ente geográfico se desarrolla en los barrios de la parte alta de Santo Domingo, la ciudad capital.

A través de su personaje principal, una profesora de intermedia, viuda y dueña de un colegio privado, Doña Ana (Any), el argumento es introducido por un tiempo confuso que va desde los años 50’s, 60’s, 70’s y 90’s, en una especie de biografía barrial, compuesta mediante la técnica fílmica del “flash back” -vuelta al pasado- y los efluvios de la conciencia -monólogo interno-

En su juventud, y durante doce años consecutivos, del 1967 al 78, Any le escribe doce cartas a Aly, una amiga emigrada a Estados Unidos en 1966, para que se entere de los diversos hechos que ocurren en el país, y le habla de su propia vida, y le recuerda algunos pasajes que pasaron juntas, además de su pasión por la música y la poesía, y su interés por la política.

En paralelo, se desarrolla su vida presente, los 90s, en una simetría con el pasado, provocando una catarsis crítica entre los deseos y las necesidades, los logros y las frustraciones.

Doce cartas escritas y no enviadas, y leídas diariamente, luego que se encontró, 32 años después, en 1998, con la hermana de la destinataria, son suficientes para presentar toda una época, que mantiene confundidos, alelados, a muchos, y desalentados, estupefactos, a otros, por las opiniones diversas de la época, inverosímiles, contradictorias; confundiéndose así la historia con la moral y la moral con la política. (FS Fedor).

1ra. Carta.

Ahora, con manos temblorosas, las cejas arqueadas, sumida de alegría y de dudas a la vez, usted, Doña Ana, selecciona la primera carta que escribiera, con parsimoniosa intención y rara delicadeza, como el que quiere y no quiere hacer una cosa y se siente atado a hacerlo porque los designios de la vida son así, a veces lisonjeros, a veces prematuros, a veces imperativos. Abre el sobre, aún sobreseída como usted está, por el cansancio de los tiempos viejos. Saca el papel desteñido ¿por el mismo tiempo, el desuso, el desahucio, el escondrijo apretado? Un grueso, un pliego cuadricular de hojas 8 ½ por 11 pulgadas, se deslizan en sus manos, en sus engordados dedos, cuasi arrugados, aún delicados, dedos dados a las tizas y al borrador. Despliega el manojo de papeles escritos, emborronados, borrosos, de su primera carta, Doña Ana, hace ya 31 años. Imaginaba su contenido, pero no recordaba exactamente qué había escrito y que había escrito tanto y “quizás con tantas descripciones”; sí, así imagina.

De nuevo ordena las hojas, camina elegantemente, dentro de su bata sedada, hacia la sala; enciende la lamparita de pedestales altos, arrimada en un esquinario semitriangular, lámpara fosforescente como el álgido encendido de la tarde crepuscular, poco antes de fugarse el sol; el reloj colgante en la pared marca las 8:45 p.m.; apaga la luz central, un bombillo viejo en el centro de la sala bajo el techo; se sienta en su mecedora predilecta. Mentalmente insurrecta, y a la luz incandescente de la bombilla, vislumbrando, iluminando sus ojos claros, miel marrón, sonrosados, ojos repletos de ternura y de vívidos recuerdos, se acerca al pecho, próximo al mentón, esa primera carta desestimada que tanto ansía leer. Ya presta. Ya locuaz. Ya risueña.

Con sus lentes nuevos de montura negro-pardo, lentes bajo sus cejas arqueadas de pétalos fruncidos, lentes sobre su nariz aguileña, y que yo mismo considero atractiva, en usted, Doña Ana, hinchada de imágenes furtivas del pasado, henchida de tantos añejos años de recuerdos a veces nítidos, a veces confusos, recuerdos de un estadio tranquilo de más de 30 años atrás, pero sorteados por el viento matinal cuando espantaba con sus gritos, cuando el crepúsculo del atardecer grimaba con sus colores magentas o violetas o anaranjados, y ya sí, Doña Ana, usted se apresta a leer su primera carta, y lee, lerda, pausadamente, irresistible, ininterrumpidamente:

Santo Domingo de Guzmán, R. D., 12 de noviembre, 1967-.

Querida Alicia:

Mi muy bien estimada y aún mejor amiga Aly, cuánta tristeza y desolación desde que te fuiste; me embarga la nostalgia cada vez que pienso en ti. Hace un poco más de un año que estás ausente, que no sé de ti y parece un siglo; ya no soy la misma desde entonces; no es que haya perdido la alegría, mis encantos juveniles, pero son menos brillantes sin ti, y sabes por qué, porque no he encontrado otra amiga que se iguale a ti; siéntete orgullosa, sí, pero no arrogante, ni prepotente; con humildad todo se ve más bonito. Amigas como tú son difíciles de conseguir, y no es que no tenga en el barrio y en la universidad, que como tú sabrás y comprenderás es mi primer año. En realidad me sobran compañeras para conversar y secretearnos mientras estudiamos, como tú y yo lo hacíamos, pero siento que no es lo mismo, me acostumbré a ti desde que éramos o iniciábamos la adolescencia, cuando teníamos unos 11 ó 12 ó 13 años, ¿no?, y así me acostumbré a tu alegría contagiante y a tu tristeza, a tus bromas chistosas, a tu solidaridad sincera en esos momentos de confusión que una tiene cuando no siente la mirada amorosa del enamorado o no siente la fidelidad de la amistad, o la sinceridad de los enamorados al dizque decirnos una “mentirita piadosa”, o cuando los reproches de los padres nos obligan a tranquilizarnos, después de una bellaquería amorosa.

Fuiste mi paño de lágrimas y despojo de mis alegrías.

En este año de tu ausencia han pasado tantas cosas, !ay!, si te cuento no acabo a ratos. ¿Recuerdas a Rafi, Rafelito, aquél muchacho bonito de la Dr. Betances con Federico Velázquez?, ¿eh?, ¿el de la farmacia Lala, un alto él, guapetón? Si te digo no me lo vas a creer; me está visitando, se ha declarado mi enamorado, para envidia de Lucecita, Mercedes, “La Mecho siempre eterna” y María, “la Cigua”, que siempre lo han deseado. ¡Uy¡, no es el único, pero te lo menciono porque me ha preferido a mí que a las demás chicas del barrio. Hay otros en el sector y sus alrededores, pero sin mucha importancia. Si lo vieras, Rafi está buen mozón, y estudia medicina en la UASD, y nos vemos allá, en las gramitas de las verdes.

¡Ah!, por cierto, no te había dicho, yo ingresé a la Facultad de Humanidades, a la Escuela de Pedagogía, mención “Filosofía y Letras”, y tan pronto tú te fuiste me inscribí, y este año comencé a recibir clase en un recinto que le dicen “El Colegio”, donde dan Letras 011, Matemática 011, Filosofía 011, y casi todo es con 011, porque el segundo semestre le llaman 012; no sé por qué ni sé qué tienen que ver el 011 y el 012 con esas asignaturas; lo cierto es que para los que se inician es una especie de repaso del bachillerato, tiempo perdido inútilmente, diría yo. Supongo que no has de extrañarte que estudie letras, pues tú sabes que me encanta, siempre me ha atraído la poesía, ¡es tan hermosa! y también la narrativa, con su dosis de filosofía. Recuerda cómo devorábamos, en las clases de español, los libros de gramática, y en la de literatura el libro “Teoría literaria”, del autor español    Ángel Lacalle. !Cuántos versos bonitos recitábamos de esos poetas gallegos! La que mejor recuerdo es esa de “Vivo sin vivir en mí / y tan alta vida espero / que muero porque no muero”, creo que de la poetisa Santa Teresa de Jesús, que creo que era mexicana, mitad español, y aquellos versos extraordinarios, románticos de Bécquer “Cuándo llegarán las oscuras golondrinas”, entre otros; y de vez en cuando, mi querida Alicia, me regodeo escribiendo, disparates eso sí, pero míos, lo que siento, lo que aspiro, son versitos inspirados en el amor, en la situación social, porque quiero que sepas que se puede estar enamorada y a la vez sentir preocupaciones por los problemas sociales, porque el amor también es social, eso lo enseña la filosofía, la literatura y la sociología. La estética te dice cómo hacerlo, las ideologías te dicen qué decir; un “qué hacer” y un “qué decir”, porque no hay “Rebelde sin causa”, como es el título de la película que vi en estos días y que nos llegó de allá, de Hollywood, dirigida por un tal Nicholas Ray, interpretadas por Natalie Wood y por el joven buen mozón James Dean, que ha inspirado a muchos chicos a vestirse como él, jeans fuerte azul, camisa colorida y zapatos de alas altas, con tacones también altos y anchos, ja, ja, ja, se ven tan qué sé yo, como extraños, aunque no “extraños en la noche”, como dice la canción que cantan la argentina Violeta Rivas y el cubano Roberto Ledesma, que como tú recordarás éste es el intérprete preferido de Papá, pero aun así se ven mero macho, como dicen los mexicanos, y sexy, aunque carezcan de amor, y es que no comprenden que “el amor es azul”, como canta la francesita Vicky Leandros, como el invierno, que es azul, como dice Connie Francis, aunque le llame “tonto amor” a su enamorado. No te extrañes si menciono y hago gala de conocer muchos cantantes; sabes que soy adicta a la música. Y me encanta. Creo que soy una cantante frustrada.

¡Ay!, pero estoy desvariando. ¡Es que me acuerdo tanto de ti cuando escucho esas canciones! Canciones que siempre escuchábamos juntas. Y cantábamos, mal sí, pero siempre alegres, y ese recuerdo ahora me da risa, y a la vez me pone nostálgica, que no triste.

Bueno, como te decía hace un rato, a propósito de la literatura, yo también escribo mis versitos de vez en cuando. Ayer, precisamente, la profe de letras nos puso una práctica en el aula, de composición, que escribiéramos lo que quisiéramos, y a mí me salieron estos versitos:

Si la vida es color de rosa,

y siempre la esperanza es verde,

por qué tantos niños indigentes y rebeldes, se acuestan en una dura choza.

Verdad que tienen un hondo significado, ¿eh?, y mira estos otros versitos:

El amor es un campo frío,

cuando se apaga la llama de la ilusión, y aquél que no encienda su corazón vivirá siempre yerto, en un eterno vacío.

Dime si te gustó, pero dime la verdad, sin hipocresía; bueno yo sé que tú no lo eres, y cuando me escribas quiero que me hagas un comentario al respecto. Yo sé que no soy una gran poetisa todavía, pero por ahí nos vamos.

Quiero que sepas que desde que entré a la UASD hice amistades con estudiantes políticos. Como nosotras estudiamos en colegio, nunca estuvimos involucradas en los movimientos estudiantiles, en las protestas callejeras, y nunca o casi nunca comprendíamos por qué la policía correteaba tanto a los estudiantes de las escuelas públicas (y que dicho sea de paso sacaron una canción que se titula “Me gustan los estudiantes”, cantada por una argentina protestante de nombre Mercedes Sosa). Ahora que estoy involucrada en un movimiento estudiantil que es Social Cristiano, es que me doy cuenta cómo es esto. Rafi es quien me está instruyendo, que aunque no tenemos amores consentidos, de vez en cuanto nos agarramos las manos, ¿tú entiendes, no?, entonces desde que me inicié, que comenzó a cortejarme, aunque nunca lo había hecho aquí en el barrio, sino cuando me vio por primera vez pasillando por la Facultad, entonces iniciamos un pequeño romance, pero en secreto, porque Mami lo que quiere es que yo estudie, y que no esté pensando en amores y muchachos y esas cosas, y fue así que comenzamos y él que me explica qué es eso dizque mayor presupuesto para la Universidad, y yo que le pregunto que quién fue Camilo Torres, que el año pasado mataron y él que me asegura que fue un sacerdote guerrillero colombiano que murió en las montañas sudamericanas, específicamente en Colombia, luchando por la libertad de los pueblos subyugados por los gobiernos lacayos y el Imperialismo Yanqui, que son los mismos que dirigen ese país donde tú estás ahora residiendo, y le pregunté por él porque ese sacerdote proclamaba una ideología religiosa que le llaman la “teología de la liberación”, y como yo estoy en un movimiento político que es cristiano, pues me ha interesado saber quién era, y asimismo a Rafy yo le pregunto cientos de cosas, como el caso del Che Guevara que hace poco lo mataron en una selva boliviana, y él me contesta, complacido, también con besitos y todo…como ya tú sabrás.

¡Ah!, déjame decirte que para mis 19 cumpleaños, el 23 de abril, recuerda que yo nací en 1948 y tú en 1947 y Leticia en 1949, que no me olvido de esas fechas, pues sí, para mi cumple Rafi me regaló una cadenita de oro de 24 quilates, chulísima; ahora tengo dos con la que tú me dejaste el día de tu partida presurosa, y si tuviera una hermanita le regalaría una, pero la de él, que no la tuya, porque la tuya es sagrada, ¿sabes? Pues sí, y él me dijo que yo estaba muy bonita (y ahí mismo mentalmente comencé a cantar, junto con la mexicana Estela Núñez: “Más bonita que ninguna, / dicen todos al mirarme”, ¿te acuerdas de esa canción?…); bueno sigo contándote, en realidad él tenía razón, porque eso sí, me puse bien linda, una minifalda negra con tachones amarillos, una blusa amarilla, y una zapatilla   amarilla; me veía bella, chulísima.

Hicimos una fiestecita y Mamá no se opuso, y ahí bailamos, Celeste, Flor, María, “la Cigua”, Thelma, la Chory, Mary, Mercedes, o sea la Mecho, y también Carmen (¿te acuerdas de Carmen?, que le cantábamos “Carmencita, yo sí te quiero”, con Milton Peláez cantando de fondo), y Margarita, y Nancy, que ésta tiene unos amoritos con Ico,

¿Te acuerdas de Ico? el buen mocito que vive en la Saltitopa con 11, que también estudió con nosotras en el colegio Cristo Rey, de pelo largo, lacio, al estilo de los hippies, como los Beatles, ¿sí?, bueno, te sigo contando, y bailamos con los chicos y Rafy me apretó contra su pecho, y me rozó con sus suaves labios mi sedoso cabello, y me sentí en el cielo, y me besó el cuello, eso sí, sólo el cuello, porque Mami nada más estaba ahí de mirona, pero me sentí como en la gloria, casi la luna alcanzando, en las nubes te digo, y bailamos el bolero de Julio Ángel “La casa del sol naciente, / es nuestra casa luz de amor / por eso se llamó / el hogar del sol naciente, / bendito del señor”, ¡qué lindo me sentía! y bailamos también “El último beso”, de Los Johnny Jets,

“Por qué se fue, / y por qué murió; / por qué el señor me la quitó; / se ha ido al cielo / y para poder ir yo, / debo también ser bueno / para estar con mi amor”. Imagínate, cómo estaba yo en ese momento, con mi amor soñado. Ah, también bailamos a ritmo de Rock latino con “Las Mosquitas”, esa que dice: “No te quieres enterar, ye, ye, yea, / que te quiero de verdad, ye, ye, ye, ye / y tendrás que pedirme de rodillas / un poquito de mi amor, / pero no te lo daré, ye, ye, yea, / por no hacer sentirme bien, ye, ye, ye, ye “/ y que luego dice que se buscará otro chico ye ye “con el pelo alborotado y una camisa de color…”, que también la canta la boricua Tammy, y por ahí nos fuimos, Aly, ya sabes; bueno, gozamos un montón.

Pero no todo es un jardín de rosas; a veces lo que es alegría y ensueño para unos, es desolación y miseria para otros. Te digo esto porque pasó algo inesperado. A esta fiesta vino Many, y lo que más me dio fue penas con el pobre Many, ah, ¿te acuerdas de Manuel, mi primer enamorado, que le cantábamos la de Roberto Roldán, esa que dice “amor de verano, / amor de estudiante, / mi primer amor”, pues estaba presente, que vino de refilón, quizás para darme una sorpresa, y pensando que yo estaba sola, y como me vio con Rafa (como yo le digo, que los demás le dicen Rafy), entonces una sorpresa él se llevó; y trató de sonsacar a algunas de las chicas del barrio para que bailaran con él y casi todas lo repelaban, lo rechazaban, quizás porque no le gustaban o quizás porque no querían hacerme sentir mal, como si eso a mí me importaba; quizás era por respeto, lo cierto fue que cuando una de ellas, María, la Cigua, aceptó, por compasión, tuvo que soltarlo en banda de inmediato. ¡Ay, si te cuento no paro de contar! Ocurre que él comenzó a acercársele demasiado, tú sabes, para “quemar”, y comenzó a pegársele desenfadadamente, y ella huyéndole, o sea, alejando la cintura, y él metiéndose, y se veían, ¡vaya risas que nos daba¡, él con su pelvis hacia adelante y ella con sus glúteos hacia fuera, dos pelotas salientes de un bolso ancho; parecían un par de lentes cóncavo y convexo (el convexo era ella, que sobresale en sus dos partes verticales, y el cóncavo era él, huyendo hacia adentro de ella, de sus entrepiernas; sólo es un chiste, ¿eh?), y él hundido y ella encorvada, brotante, y todo el mundo con una risita a flor de labios, disimulada, hasta Mamá, que se dio cuenta, tuvo que irse para la cocina a reírse porque no aguantaba más, y tía Adela, que también estaba presente, salió para el pasillo muerta de la risa, y ya María no aguantaba más, hasta que se separó de él y lo dejó plantado en medio del salón; imagínate, con la bragueta hinchada, y él con vergüenza al ver las risitas burlonas de las chicas y hasta yo tenía mi risita por dentro, pero eso sí, bien disimulada, hasta que decidió irse. Parece que dijo “paticas pa‟ que te tengo” y hasta la fecha no se le ha visto el pelo.

Pues sí, como te decía, ya casi termino, sólo déjame relatarte algunos acontecimientos importantes que han ocurrido para que así no esté desorientada (¿o debo decir, desinformada?) de lo que está pasando en este país de las maravillas, sólo que sin ti, Alicia, sólo que sin ti; pues como tú recordarás, tú te fuiste poco antes que el doctor asumiera la presidencia de la República, dándole un mentís a toda esa gente que después de la muerte de Trujillo, en 1961, le decían “Balaguer, muñequito de papel”, supongo que tú recuerdas, pues déjame decirte que el hombre es “chiquito, pero bien tupío”, y tiene los pantalones bien puestos, y la bragueta bien ancha, por necesidad (sólo es un chiste); pues sí, se está echando a todo el mundo en un bolsillo, a pesar de tener un bolsillo chiquito, por su tamaño, que eso no es obstáculo para demostrar coraje y acción, pues Napoleón Bonaparte lo fue y se echó a Europa también en su bolsillo pequeño, aunque no duró mucho, pues cuando se conculca la libertad del hombre, éste, por naturaleza, tiende a defenderse y conquistarla de nuevo. Ya lo dijo el filósofo español, José Ortega y Gasset: “El hombre está condenado a la libertad”, o algo así fue que dijo, no recuerdo bien; pues sí, siguiendo con el doctorcito, primero derrotó al Profesor en las elecciones del 66, aunque algunos dicen que fue todo un fraude preparado por los yanquis, los mismos que estuvieron aquí en el 65, que nos invadieron, y esos mismos que dirigen donde tú estás, y lo primero que hizo el doctor fue confirmar como jefe de las Fuerzas Armadas al general de generales, Pérez y Pérez, que ya había sido nombrado por el Presidente provisional, Héctor García Godoy, a raíz de la crisis de la Revolución Constitucionalista del 65, y que tú debes recordar muy bien; luego nombró en cada una de las 26 provincias, a mujeres como gobernadoras, para atraerse a todas las mujeres provincianas, buena estrategia política, y que dicho sea de paso, para cuando entró el huracán en septiembre y azotó al pueblo de tus padres, Barahona, dicen que le pusieron huracán Inés en honor de las gobernadoras que también serían un azote para toda la isla, ja, ja, ja, ja, sólo es un chiste; y como si todo esto fuera poco, el doctor, a través de un congreso títere, en una maniobra política (al estilo del “El Príncipe”, de Maquiavelo, ya te diré, más adelante, de quién se trata este personaje) restableció la reelección, con fines inconfesos, y que había sido prohibida en la Constitución del 63, por iniciativa del Profesor Bosch, en uno de sus inusitados desprendimientos personales y a la vez de demostración y vocación democráticas y de alternabilidad en el poder del Estado, como pocas veces se había visto en nuestra historia; pero al Dr., esa manifiesta actitud egoísta, le asegura una reelección presidencial, ¿continuismo al estilo trujillista?, bueno, lo cierto es que en muchas ocasiones ha sido, puede ser otra vez una de las tantas calamidades que ha sufrido este insufrible pueblo y que gustosamente nos gastamos, lo que se ve como un signo evidente de que vamos a tener a un Dr. por muchos tiempos, máxime si los partidos opositores están dispersos, y Caamaño en Inglaterra, como agregado militar; ¿te acuerdas de Caamaño, el de la Revolución de Abril, eh? y la izquierda peleándose uno con otro, se enfrentan entre sí y a la vez tienen que enfrentar a la represión estatal con unos jefes militares entrenados en el Norte y con una mentalidad forjada, templada como el acero desde cuando la Era era. En este año en que te escribo ya tenemos un muerto revolucionario, un dirigente izquierdista, el doctor Guido Gil, secuestrado y acribillado a mansalva, sin que nadie suscriba su triste destino aún; pero no es necesario, pues eso se sabe. Imagínatelo. Después de eso, todo, aparentemente, sigue igual. Empero, lo cierto es que vivimos en una incertidumbre, que ni tú ni yo nos imaginamos.

Ay, pero ya basta con dimes y diretes políticos, no quiero amargarte la vida y estorbarte tu sosegada paz, que con ella debes estar tranquila allá en los países, y ahora te dejo, que tengo muchas cosas que hacer, te mando un beso grandote, salúdame a tus padres también, que los recuerdo mucho, y a Lety, que la quiero mucho, y escríbeme, ¿eh?, escríbeme, que “son tus cartas mi esperanza, / mis temores, mis alegrías”, como dice la canción del español José Luis Martínez, y llama lo antes posible, que hace un poco más de un año que te escapaste, te ausentaste, te esfumaste y todavía nada, que desde que te fuiste “no he tenido luz de luna”, como dice Javier Solís, y siento que el mundo se me viene encima.

Decididamente pienso que no soy mucho si tú no estás aquí. Necesito que me escribas. Escríbeme, “aunque sean tonterías”, que quiero saber de ti, y háblame de todas tus cosas, chao…

Tu Any, que no te olvida. Besos picorísimos.


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