Descubren al misterioso asesino de águilas calvas luego de 25 años

Las águilas calvas y otros animales salvajes de América del Norte llevan desde 1990 muriendo a raíz de una misteriosa enfermedad neurodegenerativa en el sur de EEUU. Una nueva investigación internacional ha logrado identificar la causa: una toxina producida por las cianobacterias que crecen en plantas acuáticas invasoras.

En 1994, las águilas calvas murieron en grandes cantidades en el estado de Arkansas. Perdían el control de sus cuerpos y en sus cerebros se formaban agujeros. Los científicos en aquel entonces ya sabían que se trataba de una enfermedad neurodegenerativa, y la denominaron mielinopatía vacuolar. Pero «el origen de la enfermedad era un misterio completo», señala el profesor del Instituto de Farmacia de la Universidad Martin Luther Halle-Wittenberg (MLU) en Alemania Timo Niedermeyer.

Con el tiempo, los investigadores estadounidenses descubrieron que la enfermedad no solo se estaba cebando con las águilas calvas, sino también con sus presas herbívoras. Los científicos descubrieron una conexión con una planta acuática invasora llamada Hydrilla verticillata que habita en los lagos de agua dulce de, justamente, el hábitat natural de estas aves. Sin embargo, aún quedaban algunos lagos con la planta acuática donde no se manifestaba la enfermedad.

En 2005, Susan Wilde, profesora de la Escuela Warnell de Silvicultura y Recursos Naturales de la Universidad de Georgia (EEUU), identificó una cianobacteria hasta entonces en las hojas de la Hydrilla verticillata que parecía ser la causa de la enfermedad y se dio cuenta de que la mielinopatía vacuolar solo se daba en aquellos lugares donde la cianobacteria colonizaba la planta invasora. La investigadora definió a la bacteria como «asesina de águilas que crece en Hydrilla» o A. hydrillicola.En 2011, los científicos alemanes tomaron muestras de la bacteria de la Universidad de Georgia y las cultivaron en laboratorio durante los dos años siguientes. Pero las pruebas dieron negativo, y las bacterias del laboratorio no indujeron la enfermedad.Luego los investigadores estudiaron en detalle las moléculas de la bacteria y llegaron a la conclusión de que su estructura contenía cinco átomos de bromo, y que este era el motivo por el que la enfermedad no se desarrollaba en condiciones de laboratorio.

Una toxina asesina

El estudio, publicado en la revista Science, resuelve el misterio. La toxina AETX con bromo desencadena la enfermedad. «Finalmente, no solo capturamos al asesino, sino que también identificamos el arma que usan las bacterias para matar a esas águilas», afirma Wilde.En total el agente que ha matado a las águilas calvas ha evitado a los científicos durante más de 25 años. Los experimentos de cultivo in vitro muestran ahora que la biosíntesis de AETX depende del bromuro. Sin embargo, todavía desconocemos por qué las cianobacterias generan la toxina precisamente en las plantas acuáticas.

«Necesitamos comprender los complejos factores ambientales que afectan a la distribución y toxicidad de la A. hydrillicola. Y también tenemos que investigar más la biodisponibilidad del bromuro en fuentes naturales o geológicas y antropogénicas —por ejemplo, en plantas de energía, fungicidas y aditivos de gasolina— y cómo influyen en la producción de AETX «, admiten los científicos.

Algunas teorías apuntan a los herbicidas que se utilizan para combatir la planta acuática invasora como principal causante de la enfermedad, ya que contiene bromuro. De ser así, la actividad humana y sus desastrosas consecuencias sobre la fauna y la flora estarían implicadas.

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