Influencia de Rusia en Mali: En busca de poder en Europa y recursos naturales

Rabat/Bamako/Moscú, (EFE).- El interés de Rusia en Mali, que se visibiliza en posibles negociaciones para que mercenarios de la empresa privada rusa Wagner entrenen a su Ejército, se produce en un país con cierta nostalgia de la influencia soviética y que forma parte de una región donde Rusia podría estar buscando poder en Europa, recursos naturales o comercio de armas.

Según varias informaciones periodísticas que no han desmentido los gobiernos maliense y ruso, ambos países negocian el despliegue de estos mercenarios y lo hacen en un contexto marcado por el aumento de la influencia rusa en países que en las últimas décadas formaban parte de la órbita occidental, como Turquía o Egipto, en un pulso a Europa que va «in crescendo».

La URSS reconoció a Mali como Estado independiente el 7 de julio de 1960, poco después de su descolonización de Francia. En el mismo año los dos países establecieron relaciones diplomáticas y Bamako se acercó al bloque soviético hasta el golpe de Estado de 1968 ocurrido en Mali.

La influencia francesa ha sido desde entonces la predominante, pero Mali ha seguido en contacto con Rusia, enviando por ejemplo a alrededor de 500 estudiantes cada año para terminar sus estudios en países de su órbita y beneficiándose de la formación militar y armamento rusos.

En los últimos años, en Mali se percibe una nostalgia de ese periodo soviético en medio de especulaciones sobre la posibilidad de que Rusia estuviera detrás del golpe militar de agosto del 2020 que derrocó al entonces presidente, Ibrahim Boubacar Keita.

ALTERNATIVAS A FRANCIA

En este ambiente, varios medios señalan que el ministro de Defensa de Mali, Sadio Camara, viajó recientemente a Moscú para negociar con Wagner, considerada una especie de fuerza armada en la sombra del Kremlin, para que entrene al Ejército y proteja a personalidades malienses.

Sin reconocer expresamente las negociaciones, el primer ministro de Mali, Choguel Maiga, precisó que ante la posible retirada de las fuerzas de «algunos socios» (en mención a Francia) y para no dejar el vacío, su Gobierno estaba «obligado» a buscar otras alternativas.

Mali es el principal centro de operaciones de la misión militar francesa Barkhane, iniciada en 2014 para ayudar a los países de la región del Sahel a luchar contra la penetración del yihadismo y que llegó a contar con más de 5.000 soldados galos, aunque París está reduciendo ahora sus efectivos.

En los últimos años, en pleno regreso de Rusia a la escena mundial con su discurso antioccidental, una parte de los malienses recuerda con simpatía los tiempos de influencia rusa.

Un sentimiento ligado a la pérdida de esperanza de que las fuerzas francesas puedan sacar al país de una grave crisis, con organizaciones yihadistas cada vez más pujantes, lucha entre etnias y dos golpes de Estado en menos de un año.

MANIFESTACIONES PRORRUSAS Y ANTIFRANCESAS

En medio de esta inestabilidad estructural, en los últimos dos años se han producido manifestaciones en Bamako para pedir la retirada de las fuerzas galas y también para reclamar a Moscú que intervenga en el país, hasta con manifiestos firmados por miles de malienses enviados a la embajada rusa.

Las noticias sobre Wagner tienen otra vertiente que afecta a las regiones independentistas del norte, una de las máximas preocupaciones del Gobierno maliense. Los separatistas temen que se puedan usar estos mercenarios contra ellos, según explicó a Efe Mohamed Uld Ramadan, miembro del movimiento independentista CMA, de la región norteña de Azawad.

El experto en The Institute for Statecraft de Londres Nicolás de Pedro explicó a Efe que la política rusa en el continente africano forma parte de una tendencia más general de Moscú que arrancó en la Cumbre Rusia-África, una reunión celebrada en Sochi en 2019 con 43 jefes de Estado y presidentes africanos.

INTERESES ECONÓMICOS Y GEOPOLÍTICOS

Según De Pedro, Rusia aspira a tener influencia geopolítica en el Sahel, zona periférica de Europa y lugar de tránsito de emigración ilegal y de todo tipo de comercio ilícito, lo que le permitiría ostentar más poder a la hora de negociar con Occidente.

Aparte de Mali, De Pedro señala que está extendiendo su influencia a países como Sudán y República Centroafricana, y además Rusia, apunta, no somete su ayuda a condiciones de respeto de los derechos humanos, como sí hace Europa.

Rusia podría asimismo buscar otros réditos en el continente africano. La profesora de la Escuela Superior de Economía de Rusia Irina Filátova señala la explotación de minas, la comercialización de armas y la venta de centrales electronucleares.

«Los intereses económicos van de la mano de las ambiciones geopolíticas de Rusia. Son dos caras de una misma moneda», resume Filátova, y destaca la facilidad rusa de influir en un continente que acepta «de buen grado» su ayuda al no guardar con Rusia los recuerdos agridulces de la colonización europea. 

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